¿Cuánto tiempo tarda uno en darse cuenta de que está ante un desequilibrado? Quizás es que yo sea muy listo, pero no debería ser tan difícil. Lo ves en
YouTube o
te lo encuentras con su mujer y dices: "Este tío va a montar un pollo". Aun así, corres el riesgo, claro. No sé qué pensar sobre TVE y su espectáculo eurovisivo. No voy a negar que fue divertido y a la vez patético. Algo muy propio de este país, mezclar las palabras "espectáculo", "divertido" y "patético".
Me pregunto si eso existía antes de Telecinco, pero supongo que sí.
Yo soy un moralista de embudo: inflexible en algunas cosas y tremendamente permisible en otras. Por ejemplo, no soy de los que se indigna porque un tipo como John Cobra utilice una cadena pública para lanzar su carrera y forrarse por ahí a base de insultos y toquiteos. Si lo pienso bien, quizá debería indignarme, pero no lo consigo. Me da pena, eso sí. Pero no voy a salir a la calle con una cacerola, tranquilos.
La retroalimentación del patetismo es un problema: todos los pirados quieren salir en la tele y toda tele necesita su cupo de pirados que despierte a la audiencia. Eso lo dice todo sobre la audiencia, pero ese sería un debate demasiado complejo. Dicen que si nos educaran bien -estilo Generación Ni-Ni- y nos pusieran documentales todas las noches adoraríamos los documentales y no necesitaríamos el morbo ni el patetismo. Puede ser, pero de momento yo estoy aquí escribiendo sobre John Cobra y no sobre el Canal Historia. Y usted está leyéndolo, le recuerdo.
Hablaba de retroalimentación: ¿Hasta qué punto a TVE le compensa hacer el ridículo más espantoso? TVE se pasea últimamente con ese digno aire "yo-no-soy-Telecinco" y una programación llena de series, películas, concursos light, consultorios de próstatas e informativos sobrios. A mí me gusta. No la veo, pero me gusta la idea. Como me pasa con el Canal Historia. Tal y como yo lo imagino, en TVE estarán tirándose de los pelos por mucha audiencia que hayan conseguido. A partir de ahora, según dicen,
la audiencia se la llevará "Sálvame".
En definitiva, que algunas reacciones se pueden prever y otras no. Si yo hubiera visto cinco segundos a John Cobra hubiera dicho inmediatamente: "Chicos, falso directo, cueste lo que cueste". Y luego, montaje, claro. Creo que cinco segundos deben de ser suficientes, puede que me equivoque.
Otra cosa es que estés vendido. Por ejemplo, el Rey en Bilbao y el himno reducido y la necesidad de aparentar que no pasa nada. Lo cual es verdad, por otro lado: no pasa nada. Anasagasti, ese hombre que se ha ganado la vida -muy bien ganada y con mucho esfuerzo, sin duda- en servir al Estado del que ahora despotrica en casi todas sus instituciones se pregunta en su blog -no "se pregunta", le pregunta al Rey, por si quiere contestarle en los comentarios- por qué este tipo de cosas, los silbidos generalizados, los insultos, la humillación al himno, la quema de banderas... cada vez se repiten más.
Se olvida de la respuesta más obvia: este país cada vez es más libre. Cualquiera puede ir a un acto público y abuchear hasta al Rey. O llamarle embustero a Zapatero. Lo más que puede pasarle es que le enseñen un dedo. Supongo que esta respuesta decepcionaría mucho a Anasagasti, empeñado en convencernos -¿convencerse?- de que, desde que él no manda, esto es una dictadura inaceptable. Sin embargo, es así. Nos pongamos como nos pongamos, esto no es Irán. Sigan con su melancolía.