sábado, noviembre 08, 2008

Lichis en Clamores


Fernando Polaino y Lichis suben al escenario de Clamores. Como siempre, Miguel está algo tenso al principio, sin saber muy bien qué decir. Timidez. Polaino está más a gusto, más a su bola. Apenas hay unas 75 personas en la sala. No lo entiendo. Compré las entradas hace cuatro días para no quedarme sin ellas -y aun así pensaba...- y resulta que en pleno viernes hay mesas que se van llenando con el concierto empezado.

Ellos se lo pierden.

Lichis -esta vez en solitario, sin "amigos"- empieza por las "tranquilas", las "poperas", pero anuncia rumbas para el final, porque Lichis es pop, rumba, tango, hip hop, blues, indie, funky... La primera canción es "Gracias por nada", sigue con "Antihéroe" y culmina la primera parte con "Como Penélope en la estación del AVE" y "Hotel Lichis" -y por una vez, se acuerda de mi apellido-. Estoy con los chavales en la mesa: María, ex de Central Musical, Pablo Ager, Jorge Marazu -un tipo que jugó en el Carlos Tartiere no puede ser un mal tipo- y Álvaro Vázquez. Una combinación improbabilísima pero muy divertida, conversaciones sobre Wittgenstein incluidas.

De hecho, creo que Vázquez y Lichis se llevarían de maravilla. Probablemente, alguien les haya presentado ya. Si no, maldita sea, tendré que hacerlo yo...

Lichis se va entonando y subiendo el ritmo. Nos sabemos todas las canciones y un grupillo al fondo pide todo el rato "Drip drop", lo que hace que sea imposible saber lo que piden hasta que, entrado el concierto, Polaino se da cuenta de que quieren decir "Drip pop". Marazu flipa, Vázquez flipa, yo me dejo llevar y doy palmas, golpeo vasos, sigo el ritmo como puedo y Miguel se marca casi toda su discografía, un concierto acojonante de verdad: desde "Reina de la mantequilla" hasta ese magnífico "El guardabosques se llamaba Charles" con el que nos obsequiaron durante dos minutos y medio ante el estupor general.

No sé, estos conciertos tienen un encanto especial. El encanto de la poca gente, de la comunicación constante, del punto de mezcla entre stand-up comedy y música, algo habitual en Clamores. La sensación de que todo el mundo se lo está pasando bien, ellos los primeros. Salen y entran y les vuelven a pedir "Drip drop" pero los acordes son demasiado difíciles, y aunque Lichis lo intenta al final lo dejan, porque la gente se piensa que un compositor puede tocar en cualquier momento cualquiera de sus canciones, incluso las que tienen casi 10 años, pero obviamente no es así y para eso se hace esa cosa llamada "ensayos".

Así que se ponen con "La canción de las plantas" y una versión del "Vengo de Lavapiés" y "Pinocho" -antes, mucho antes: "Shalala" y me acordé de tus ojitos de rana, "El malo de la película", "Que te follen", "La uña de la rumba", "Ay poetas", "La lista de la compra"...- y el final se alarga hasta las 00,30, que Lichis pide por favor que no le pidan que salga más porque no puede más -habrá tocado unas 20-25 canciones, quizás más- y toda la procesión va a visitar al santo al camerino y el santo deja la puerta abierta, porque así es él y nos abrazamos, nos besamos, le pregunto: "¿No te da vergüenza ser tan bueno?", él dice que no le da vergüenza ni decirme que me quiere y sale a abrazarse y besarse con más gente, mientras Polaino se sienta en el camerino y descansa.

Vicky propone ir al Honky, a otro concierto. Nosotros nos vamos al Búho Real, a otro postconcierto.