El deleite de determinados medios de comunicación en humillar a sus colegas resulta cuando menos extraño. Consiste en emitir imágenes "off the record", es decir, cuando los profesionales creen que no está grabando nadie y se dedican a hacer comentarios y bromas entre ellos. A veces, como en el caso de Poyán en Eurosport podía haber una mínima justificación porque los exabruptos eran divertidos y exagerados... y además se llegaron a emitir en directo por un error de la propia cadena.
Otra cosa es esta mierda de andar rebuscando material perdido, para sacar a la gente en su lugar de trabajo pero sin trabajar, un poco como en "Camera café". Todas las cosas absurdas que se dicen, las bromas privadas, los comentarios de aburrimiento, de exaltación... lo que hacemos cuando nadie nos ve, vamos: en la oficina, en el Staples Center o en la habitación donde tengan el portátil.
El periodismo se ha empeñado en autodestruirse y, claro, se lo pone fácil. Convertir en titulares frases sacadas de contexto en una conversación durante una pausa publicitaria es asqueroso. Si además el protagonista es, como es el caso, un más que competente comentarista deportivo al que en ningún caso pondrían ahí por su trabajo, es suicida. El siguiente puedes ser tú, recuerda.
Y que cada uno mande los mensajes de móvil que quiera, ¿no? Con tetitas, pollitas o lo que sea. El periodismo actual sólo entiende de humillación y odio. El resto le es totalmente ajeno.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 8 horas