domingo, agosto 10, 2008

Comentarios sobre las Olimpiadas


Me levanto a las 8 de la mañana, voy a casa de Inés. Vemos el final de la carrera de ciclismo. Ella se duerme hasta los últimos cinco kilómetros, que la despierto porque "hay un español". Ella no conoce al español -demasiados años en Estados Unidos- pero se pone a gritar como loca cuando su desconocido gana, y nos abrazamos e incluso oímos gritos por el patio y eso nos quita un poco el mal sabor del desastroso partido de baloncesto de las chicas, de lo mal que lo han hecho los de tiro, de la constatación de que Mireia Belmonte es buena, muy buena, pero las demás -al menos, 13-son mejores y las malas noticias que llegan de la vela.

Vamos cambiando de canal en canal y eso que sólo tenemos tres: Eurosport, Teledeporte y la Primera. Los comentaristas de Eurosport son penosos, los de TVE, menos.

Comemos con Blanca, dormimos siesta -"El Paciente Inglés"- visitamos Olavide, revisamos la programación del día siguiente, repasamos la jornada, vemos un capítulo de "The Entourage" y nos acostamos prontito.

A las 4, nos levantamos otra vez. Queremos ver a Michael Phelps en los 400 estilos. Por lo que dicen, es su prueba individual que más peligra. Por Ryan Lochte. Sin embargo, Lochte sólo aguanta 200 metros, Cseh (¿se escribe así?, 300, y Phelps gana con contundencia y record del mundo. Inés se vuelve a la cama. Yo veo perder a Grant Hackett en su prueba menos buena, veo perder a Hoff, veo la remontada de la selección de balonmano agotarse en los dos últimos minutos, veo que ganamos al waterpolo... y me vuelvo, yo también, a la cama.

Hace un calor terrible en la habitación de Blanca, su hermana. A las 7,45 ya estoy despierto otra vez. Tomo un vaso de leche, repaso resultados -bien en esgrima, mal en badminton, gimnasia, hockey hierba femenino y judo-, despierto a Inés y nos ponemos a ver el España-Grecia de baloncesto. Hay algo que no me gusta de España: quizá sea que me he acostumbrado a verla ganar fácil y cuando todo va bien sólo llaman la atención los defectos. Puede ser una cuestión de ritmo: demasiados cambios, demasiado complicado meterse en el partido, demasiado rodillo aderezado por un par de vueltas de tuerca en el momento preciso. Rutinario.

Grecia es un equipo descomunal y hemos llegado a ir 20 puntos arriba, sin necesidad de Pau Gasol casi y con Garbajosa y Raúl López -como era previsible- en un estado de forma alarmante.

A partir de ahí, cierta apatía. No hay nada relevante, porque la NBC programa casi todo a primera hora, que coincide con el prime time americano, así que ¿qué nos queda? El Lituania-Argentina, que es un derroche de físico y atletismo y garra con muy poca cabeza. La otra Argentina, la de fútbol, gana a la selección australiana 1-0. Para eso, uno se pregunta si hacía falta tanto Riquelme, Gago, Mascherano, Garay, Messi, Agüero...

Vemos la semifinal de esgrima y la semi de repesca de judo. La chica se lesiona y llora. Llora incluso antes d perder porque sabe que, incluso ganando, no podrá jugar por la medalla. El hombro lo tiene destrozado. El tipo de esgrima pierde también, pero le queda una opción. Para verla tranquilos, Inés y yo nos bajamos a un bar, pillamos un pepito de ternera y un bocata de tortilla, un par de Coca-Colas y subimos rápidamente.

El español gana la medalla de bronce. Nos ponemos muy contentos. Hemos decidido que, estos dos días, sólo nos van a poner muy contentos las cosas que tengan que ver con el esgrima o el ciclismo, por poner un ejemplo, y muy tristes las cosas que tengan que ver con la barra fija, por decir algo. Lo demás no existe. Existirá el domingo, quizás el lunes. En septiembre, seguro. De momento, esto es lo que tenemos: una casa un poco patas arriba, otra siesta rápida, un partido de algo que dice llamarse baloncesto e incluso, para terminar con un poco de intelectualismo, una entrevista preciosa que saldrá a finales del mes que viene.

Porque no sólo de tocados vive el hombre.