Primera fila del Palacio Municipal de Congresos. Durante el photocall, breves conversaciones con Pilar Rubio, Raúl Arévalo y Manuela Velasco. Matar el tiempo. Luego, un cierto estupor: no esperaba que me dieran ese sitio, ahí, justo al lado del escenario. Puede que sea sólo una especie de incredulidad paleta y resulte que la primera y la segunda filas en realidad no sean las mejores, pero el caso es que pregunté dos veces a dos chicas distintas vestidas de azul para comprobar que no se habían equivocado.
Se apagan las luces y el foco ilumina a un actor tumbado en una mesa. Empieza un monólogo. Casi todos los monólogos están sacados de obras de teatro de Fernando Fernán-Gómez. La gala es un homenaje al actor español por excelencia del siglo XX, pero también al del siglo XXI: por una puerta lateral, justo delante de mí, aparece un grupo oscuro de gente, en medio Javier Bardem, agachado, para que nadie se entere. Corren a toda prisa para ocupar una localidad junto a su hermano y su madre en la fila diez.
Nadie parece darse cuenta.
La gala está bien. Es amena. Familiar. Rápida. Divertida, en ocasiones. Poco pretenciosa. Por supuesto, tiene su momento compadreo con el Ministerio y tiene su exaltación de la Cuba revolucionaria y las Trece Rosas, pero si vamos a sorprendernos por esas cosas ahora... Manuela no se llevó el premio, pero lo ganó Rafa Castejón y se encargó de dedicárselo. La gran triunfadora fue TVE. Se pueden dar los nombres propios que se quieran, pero TVE arrasó con "Desaparecida", "Herederos" y "Amar en tiempos revueltos". Mérito suyo, por supuesto.
Por cierto, qué guapa es Ana Villa.
Así que, nada, los premios se fueron repartiendo -el que quiera el palmarés lo tiene
aquí- y al final, ¡oh, sorpresa!, Bardem salió a recibir un homenaje. El premio-regalo de la Unión. El propio Bardem puso de relieve algo obvio: "Me extraña recibir un premio por haber recibido un premio". Además, se emocionó. De verdad. Y es bonito ver que alguien tan importante se emociona ante sus compañeros sólo por eso: por estar en familia, de verdad.
La pena es que el merecido homenaje a Bardem eclipsó un poco todo lo demás: eclipsó a Alfredo Landa, a Carlos Hipólito, a Petra Martínez -que hizo doblete- y dio una imagen un poco equivocada de lo que es el mundo de los actores en España: un mundo bien jodido y en el que el 60% de los miembros de la Unión no trabaja o no lo hace con regularidad. Quizás los grandes merezcan homenajes, eso está claro. Los grandes abren muchas puertas.
Pero, los pequeñitos, los que estaban ahí conmigo en el cóctel de después, con sus puestos de camareros, sus alquileres a medio pagar, sus castings... esos son la verdadera familia, son la verdadera unión. Y no conviene dejarles a la sombra también cuando están en casa.