Las noticias de este domingo del diario "El Mundo" no son demasiado halagüeñas. Esperanza Aguirre se moviliza. El run-run lleva días ahí, con plataformas de Internet e historias, pero parece más cerca de concretarse. Quiere que se consensuen las listas para el Congreso del PP. Conociendo a Esperanza Aguirre y su sentido democrático del consenso, lo que quiere es coparlas. O eliminar cuantos más enemigos mejor.
Alguien le ha dicho que Gallardón podría ser secretario general del partido. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Decía mi amigo Víctor Alfaro hace poco que la prensa no se da cuenta de una cosa: en Madrid, la gente vota al PP se presente quien se presente. Es totalmente cierto. Losantos pidió a sus oyentes que votaran en blanco en la alcaldía y Gallardón sacó el 56% de los votos. Voto arriba, voto abajo, lo que consiguió Aguirre. Un poco más de lo que conseguía Álvarez del Manzano. Poco más.
Eso sí, Gallardón consigue lo que Aguirre no conseguiría jamás: caer bien al resto del electorado. Es el único político del PP que lo ha conseguido, y le odian por ello. Supongo que Rajoy lo sabe y supongo que Rajoy, si quiere seguir cuatro años más en la Oposición, será para aprobarla definitivamente en 2012. Para eso le hace falta Gallardón, se pongan como se pongan en la Puerta del Sol.
Que se van a poner verdes, desde luego. La prensa afín -que es toda la prensa, prácticamente- está que trina. Hablan de la incapacidad de Rajoy para liderar una reforma pero apoyan a Aguirre. Insólito. Rajoy y Aguirre fueron nombrados ministros el mismo día y bajo mandato del mismo presidente.
Uno mira hacia atrás y piensa que quizás Rafa Simancas no hubiera sido un gran presidente de la Comunidad de Madrid. No lo sé. Lo que está claro es que Tamayo y Sáez no sólo crearon un nuevo Gobierno regional. Crearon un monstruo de una ambición desmedida y brutal. Y es una pena, claro. La carrera política de Aguirre estaba acabada en mayo de 2003. Completamente acabada. Ahora, parece que haya inventado el centro-derecha.
Y todos están dispuestos a repetírselo una y otra vez, claro.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
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Hace 7 horas