Un columnista deportivo aseguraba hace un par de días que "lo importante es que Alberto Contador aparecerá como ganador de esta edición del Tour sin matizar cómo lo ha conseguido". Ese es un pensamiento puramente madridista, es decir, cuantitativo -"la séptima", "la octava", la "novena", ya van 30...- pero no del todo exacto.
Porque, por ejemplo, hace unas pocas semanas, Bjarne Riis se ha quedado sin ser el ganador de la edición de 1996, así que, once años después, su nombre ya no está en la historia.
Las dudas sobre Alberto Contador surgen de su colaboración con Manolo Saiz y su llegada al que fue equipo de Lance Armstrong, dos nombres marcados en rojo por la UCI y por los periodistas franceses. No hay nada, en cambio, que haga suponer que se tiene que ayudar de sustancias dopantes para ganar: ya era una estrella en juveniles, en amateurs y en profesionales, con apenas 22 años, antes de que le descubrieran un cavernoma en el cerebro.
Sin embargo, las dudas estarán ahí y no se canjearán a cualquier precio. La revisión en el ciclismo es una ocupación constante y cada triunfo en esta época está marcada con un asterisco. El que ponen las siglas A.C. en la agenda del doctor Fuentes.
Vamos, a lo que iba, que pasar a la historia está muy bien, pero que, a cualquier precio, eso ya no se consigue.