martes, julio 31, 2007

Madrid y sus olas de calor


Estuve en el Ritz como cliente hace muchos años. Es una historia muy larga y que no viene a cuento pero me pareció un hotel algo decadente, por mucho que siga estando entre los Leading Hotels of the World, etc. Sirvió para un amago de relato, al menos.

Casi siete años después, el hotel sigue teniendo ese aire de estrella de Hollywood venida a menos, superada por otros hoteles más modernos, más dinámicos, más urbanos, con menos uniformes y tonterías.

Hace un calor insoportable en Madrid y Mauri y yo esperamos en la suite 110-111 a que Rose McGowan y Robert Rodríguez vayan acabando sus entrevistas. María José, la chica de Aurum, es un encanto pero no nos encuentra vasos y para cuando lo hace ya es demasiado tarde: es momento de entrar en la sala.

No voy a dar demasiados detalles de la entrevista porque ya hay una revista que me paga por ello, pero basta decir que el tipo impresiona. Impresiona cuando te estás preparando las preguntas, impresiona cuando le ves sentado, imperial, con su sombrero tejano y sus casi dos metros e impresiona cuando farfulla las respuestas sin mover el gesto.

Todo muy profesional.

Más calor a la salida, Mauri y yo nos despedimos, nos deseamos suertes -los freelance somos así-, ataque de deshidratación camino de casa de la Chica Berklee, que se despide con elogios y correcciones a la ópera y al proyecto de libro de relatos para 2008-2009 (aquí hay que planearlo todo con tiempo, claro).

Y nos tomamos unas alitas de pollo, nos vamos al Anyway y nos besamos y nos abrazamos como dos niños cuando nos damos cuenta de que en un año no nos veremos. Salvo que la beca Thiebaut dé para tanto, que no parece. Jo, claramente jo.