Se presenta como el "jugador número uno de Jamaica" y lleva unos días sentado en la Plaza de Callao, en la entrada a la calle Preciados.
Ha desplegado cuatro carteles en el suelo. En realidad, es un mismo mensaje, desarrollado en dos partes y escrito en dos idiomas distintos, español e inglés. Un breve resumen: su padre tiene cáncer de próstata y tiene que reunir más de 400 euros para un billete de avión a Miami y de allí a Kingston.
No recurre a la música ni a la caridad para sumar el dinero. Recurre al ajedrez.
En medio de los cuatro carteles de colores, sujetados con pilas Duracell de esas enormes, de las de no sé cuántos voltios, hay un tablero enorme con las piezas repartidas. Reta a cualquiera a jugar gratis durante tres minutos. Partidas ultra-rápidas. El primero que pase de ese tiempo, pierde. No cobra por ganar ni por perder, no cobra ni por dejar mirar.
Sólo confía en que un extraño sentido de la justicia se apodere del que pierde, gana o mira. Le debe ir bien. En apenas cinco minutos, más de diez personas se acercaron a echar monedas.
Reconoce que no habla español. De hecho, habla en un tono muy bajo, casi inapreciable. En parte, porque tiene a su lado una radio enorme con diversos CD´s que va cambiando según su concentración necesite una música u otra. En torno, se va formando un círculo gigante y los turistas agarran sus bolsos con las dos manos, por si acaso.
Cuando empieza una partida, aplaude al contrincante. Cuando la acaba -gane o pierda- aplaude también.
No sé hasta qué punto su historia es creíble. Lo importante es que, después de verle durante cinco minutos, uno acaba convencido de que da igual y que si no es el número uno, merece serlo, y que si no necesita los 450 euros, de alguna manera se los ha ganado.
Y echa una moneda, claro.
La fiesta del aguafiestas
-
[La Brújula (Opiniones ultramontanas)]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremeter cont...
Hace 23 minutos