Inés se enfada, y tiene razón. No hay ni una sola referencia a ella en el libro, ni en la dedicatoria, ni en los agradecimientos... Es una terrible injusticia por sí mismo, aunque puede estar segura de que tendrá dedicatorias para coleccionar en los siguientes libros.
Me recuerda la historia de verdad. La que da nombre al libro y la que da nombre a este blog, sin ir más lejos.
"Pequeños objetivos", la frase que yo creía de Lucía, pero que no era de Lucía, era tan sólo la frase que Lucía había oído de Inés. Es verdad, ¿cómo podía haberme olvidado? Recuerdo el calor de agosto de 2003 y su voz desde las montañas diciendo: "Haz como yo, fíjate pequeños objetivos. No intentes abarcar demasiado. Es la única manera de ir creciendo poco a poco, si no se te viene el mundo encima...".
Recuerdo su voz, pero en este tiempo no he recordado algo que sabía: la carta que Inés le dejó escrita antes de irse. La carta en la que le decía exactamente lo mismo que ella me diría a mí meses después. Pequeños objetivos, qué curioso. Una vez finalizado el libro, todo parece más programado pero en realidad los agradecimientos es algo que uno escribe en cinco minutos, entre traducción y artículo y deja guardado en el Word para cuando se lo pidan.
Si alguna vez hubiera una segunda edición, esa lista de agradecimientos sería un poquito más larga.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
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