miércoles, mayo 10, 2006

Gracias por la invitación...

Quizás haya algo positivo en que Ciutadans de Catalunya no hablen nunca de sí mismos. Es una vuelta a los principios democráticos, en parte, pero sobre todo tiene que ver con su propia deformación profesional como columnistas y analistas políticos. Hay que romper la cadena "yo soy el partido, el partido es el Estado" y hay que empezar por algún lado.

De entrada, sin darse tanta importancia.

Boadella -terriblemente arisco en su trato personal, terriblemente brillante en su intervención pública- se presentó como un médico que combatía la epidemia del nacionalismo. Ciutadans se empeña en señalar la enfermedad y no se complica la vida recetando analgésicos: "haga deporte", que diría un médico de los de antes. Es una enfermedad, la de la clase política en general, la demagogia constante como método de acorralamiento del contrario, que sólo se cura con sentido común.

Es cierto: tendría algo de absurdo oír a Espada o a Boadella hablar de "su idea de España" o del IPC o de las políticas de inmigración. No es eso lo que está fallando. Lo que falla es algo previo a todo ello: la posibilidad misma de hacer política sin caer en el esperpento -"desde que los políticos se dedican a la farsa y el esperpento, yo sólo puedo dedicarme a la política", concluyó el fundador de Els Joglars-.

Paso a paso. Es obvio que Ciutadans nace con pretensión de mosca cojonera y no con pretensión de gobernar. Falso. Corregir al poder es una forma de gobernar. Corregir a la Oposición es una forma de hacer Oposición.

Todo el proyecto de Ciutadans de Catalunya, que se presentó ayer en el Teatro Reina Victoria de Madrid es un proceso continuo de corrección, de vuelta "a las cosas mismas", de recuperación del espacio común de ciudadanía por encima de distinciones ideológicas, étnicas, nacionales... La ciudadanía como condición de posibilidad de la democracia misma.

Comentábamos Simón y yo que dedicaban demasiado tiempo a hablar de los demás y muy poco a hablar de ellos. Obviamente, nosotros también estamos afectados por la enfermedad de los grandes partidos... El orden debería ser: primero, diagnosticar; luego, recetar. Nunca al revés. Tenemos prisa, sí, pero lo más prudente es vestirse despacio.

Bienvenidos.