Hay series que se adelantan a su tiempo y hay series que son un puro anacronismo. Era (es) el caso de "Este es mi barrio". Cada visión de una de sus reposiciones en "Factoría de Ficción" es un auténtico deleite. La serie está fechada en 1996, con José Sacristán, Arévalo, Javier Cámara... curas, pensiones, tiendas de amuletos religiosos, madridistas irredentos, albañiles.
En un principio, la idea era que, tras una especie de vodevil colectivo -a uno de los personajes se le llama repetidamente "follarín", como muestra del elevado tono del guión- Sacristán acabara suspirando orgulloso, entre dientes de rabia: "Este es mi barrio".
Incomprensiblemente, la serie fue un fracaso: rancia, anticuada, exagerada, mal interpretada, políticamente muy incorrecta, intentaba reflejar la vida cotidiana de un barrio de Madrid de finales de los 90 como si fueran finales de los 60. Sólo faltaba Tony Leblanc.
Eso no quita para que a un enfermo de la telecomedia como soy yo le siga cautivando cada capítulo, su propia cutrez, sus propios argumentos incomprensibles, su olor a rancio en cada personaje y cada vestuario... Sí, señores, soy un "freak" y si ayer no pude celebrar mi día dejen al menos que lo haga hoy.
Entre "Este es mi barrio" y "Torrente", estéticamente, no hay tantas diferencias. La única, quizás, es que la serie da demasiadas veces la impresión de tomarse a sí misma demasiado en serio -"comedia familiar" se llamaba ese género en el que las tragedias aparecían, pero con comprensión y sonrisas, todos tiraban adelante-.
Ver una serie de hace diez años y que parezca que es de hace treinta. Eso es impagable. Viva lo retro, viva lo carca, viva lo rancio... ¡Este es mi barrio!
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas)]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremeter cont...
Hace 35 minutos