lunes, abril 03, 2006

El talento y el valor (parte I)

Creo que hubo un momento en el que, ante la imposibilidad de discernir exactamente qué hacía bien, decidí hacer muchas cosas. Un triunfo de la cantidad frente a la calidad, como asumiendo que, aunque la mayoría de la gente muestra un enorme respeto al número, sólo una minoría es capaz de valorar la intensidad.

A veces, el talento parece mayor cuando se reparte por distintas habitaciones y no se ven tanto los huecos.

Si hubiera tenido un poco más de confianza en mí, si hubiera sido capaz de mantener mi atención fijada en una sola cosa sin miedo a que jugarlo todo a una sola carta supusiera, precisamente, perderlo todo, quizás me hubiera quedado en la Universidad y ahora sería como mínimo Doctor en Filosofía, quien sabe si profesor o investigador o cualquier cosa parecida.

Hablar de lo que alguien puede hacer me parece ridículo. Cuenta lo que hace. Una de las frases que más utilizo es "conozco a gente que consigue cosas sin talento, pero no conozco a nadie que lo haga sin valor". En ese sentido, pensar que alguien podría hacer algo si tuviera el valor para hacerlo cuando, en realidad, carece de ese valor, es absurdo.

"Hacer algo", en esencia, lleva implícito "tener el valor de hacerlo".