Las victorias de Bush y Merkel se consideraron como fracasos de Zapatero. Por la misma razón, las de Prodi y Ferenc Gyurcsány podrían considerarse éxitos personales. Hay algo así como el "espíritu Zapatero" que recorre Europa y es absurdo negarlo.
El éxito de un hombre cuyo balance de legislatura es "No devolverán la estatua de Franco a su pedestal" y apela a una canción de Melendi para resumir sus dos años de gobierno me resulta incomprensible. Quizás el problema esté en la distancia. A lo que se ve, gana mucho de cerca: todos hablan de su capacidad de convicción y de su atractivo personal. También gana bastante de lejos: es un referente indudable de la izquierda europea y americana. Sus decisiones invitan a ello.
Con motivo de los dos años de Gobierno hemos asistido a algunas de las críticas desmedidas que son ya habituales y a algunas hagiografías curiosas -"es el único político liberal de este país", asegura el Conde de Godó en el siempre complaciente "El País". Como se entere el presidente...- pero queda el enigma de cómo se va a desenvolver en la distancia que da las victorias electorales. Esto es, la distancia media.
En su empeño por gustar, Zapatero corre el riesgo de convertirse en una moda. La volatilidad del PSOE en los sondeos así lo apunta. Hace dos meses, estaban perdidos. Ahora mismo, coquetean con la mayoría absoluta. Puede que sea un problema de la ciudadanía -lo es, sin duda, su falta de compromiso serio con la política roza el escándalo- pero también lo es de la propia acción de gobierno.
Hasta ahora, los mayores réditos del PSOE se los da el PP metiéndose en charcos. Igual que hizo Aznar en el período 1996-2000, el Gobierno se destaca por ser oposición de la Oposición. Es un mal síntoma, pero entonces la cosa acabó muy bien. ¿Por qué cambiar?
Hay riesgos, sin embargo. El primero, que la propia Oposición -y sus millones de votantes- se sientan acorralados: eran culpables de todo en el Gobierno, perdieron las elecciones y ahora son culpables de todo en la Oposición. El segundo, que ese acorralamiento degenere en paranoia, y que lo que es un problema político se convierta en un problema social.
Trinidad Jiménez, conocida hagiógrafa, dijo hoy en Vistalegre: "(Zapatero) ha hecho que la gente recupere la confianza en los políticos". Obviamente, debe de tratarse de un chiste. Si los dos años de Zapatero tuvieran que resumirse con una frase, sería precisamente: "No confíe en los políticos, confíe en mí".
Quedan dos años para hacer balance. Escribir de más es tontería.
La fiesta del aguafiestas
-
[La Brújula (Opiniones ultramontanas)]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremeter cont...
Hace 20 minutos