jueves, febrero 11, 2010

El informe Pimpollo



A mí me gustaría decir que "El informe Pimpollo" es uno de los secretos mejor guardados del espectáculo madrileño. Me gustaría decirlo por hacerme el guay, simplemente. El caso es que de secreto no tiene nada: ayer, en el Barbú, la gente se amontonaba de pie para oír a Manuel Burque y Eva Redondo entre copas y música ambiente. No sé cuánta gente podría haber pero la cosa estaría cercana a los 75-100.

En el café Barbú. Si han estado pueden hacerse a la idea.

"El informe Pimpollo" es un nuevo ejemplo de lo mucho que se puede hacer con muy poco. Con casi nada. Eva y Burque y un chico cambiando canciones entre sketch y sketch.

Ah, y una mesa.

En realidad, todo se reduce a eso: el chico y la chica van alternando papeles y situaciones desconcertantes: entrevistas de trabajo, castings, flirteos, citas a ciegas, reencuentros, atracos... cada dos minutos, cambian de piel sin cambiar de escenario y tienen que volver a mezclar improvisación con guión en una circunstancia completamente distinta y con el público apenas a un metro.

Lo hacen de maravilla. Algunos gags son mejores que otros, por supuesto, solo faltaría que todos los sketches fueran fantásticos...eso ni los Monty Python -una referencia inevitable aunque también recurrente- pero los dos están impecables todo el rato. Probablemente, sin ellos, sin su comunicación, su química, su capacidad para la comedia sin caer en lo fácil, en lo estrambótico, en lo exagerado, sus guiones serían peores. Había momentos que uno creía estar ante alguno de los mejores números de Tip y Coll, pioneros del humor absurdo en nuestro país.

Creo sinceramente que como obra de teatro funciona mucho mejor que como serie de televisión, por eso les ahorro los vídeos de YouTube y sus prescindibles risas enlatadas.

En fin, ya conocen mi debilidad por Burque, un tipo que a veces me recuerda a Ricardo Castella y a veces al mismísimo Raúl Arévalo. Añadan ahora mi debilidad por Eva Redondo y eso ya me convertirá en un hombre realmente débil. Algo parecido a un hombre. Un hombre que se ríe y que se pregunta hasta dónde van a llegar estos dos sin ánimo de regalarle los oídos a nadie, sólo porque se lo pregunta de verdad y no encuentra respuesta.