miércoles, junio 24, 2009

Fin de curso de un funcionario interino


Los recuerdos de la línea 7. Hace tiempo, tuve una novia que me echaba la bronca por mis continuos halagos al trasbordo en Gregorio Marañón. "Pídele a Esperanza Aguirre que te haga consejero del trasbordo de la línea 7 en Gregorio Marañón", decía, y ahora que lo pienso, si nombró a Esperanza Aguirre, no hace tanto tiempo que fue mi novia.

En cualquier caso, ¿saben de lo que les hablo? Bajas al andén, coges una escalera -y además hacia abajo- y ya estás en el otro andén de la otra línea. Eso si, como yo, van desde Tribunal. Cuando se va a Tribunal, la dirección es la misma, pero el sentido es contrario: la escalera hay que subirla.

Yo, que crecí entre Avenida de América y Diego de León, considero todo esto un hallazgo.

En fin, recuerdos de la línea 7: San Blas, San Fernando y Barrio de la Concepción, en concreto. Un año convertido en una sucesión de trasbordos, aunque todo empezó aquí, es decir, allí, en Parla. Conviene recordarlo, porque a mí me parece que fue hace nada y sin embargo han pasado nueve meses, de los que, afortunadamente, he trabajado siete.

Acaba el curso en la Escuela Oficial de Idiomas de Ciudad Lineal, con sus actas firmadas, sus reuniones de departamento, sus últimos claustros, pruebas de nivel para el año que viene. No estoy especialmente satisfecho de haber suspendido a tanta gente. Todo lo contrario. Me siento incluso culpable, pero al final son los propios alumnos los que me animan. Lo entienden. Las cosas son así.

Ciudad Lineal ha sido el destino más cercano en estos siete meses. No creo que mucha gente haya debutado en cuatro Escuelas en su primer año como profesor: 16 grupos, unos 320 alumnos, todos los niveles, desde Básico 1 a Avanzado 2, pruebas de nivel en Parla, pruebas de Navidad en San Blas, pruebas de primer cuatrimestre en San Fernando, exámenes finales en Ciudad Lineal...

Han sido unos meses excelentes para muchas cosas: los alumnos han sido sensacionales, igual que los compañeros y los jefes. Horarios y sueldos se salen de todo lo que uno ha vivido jamás. Las clases eran divertidas, incluso cuando uno no se sentía en absoluto divertido. Todo el mundo sabe -bueno, no todo el mundo, pero algunos de ustedes, sí- que yo puedo desaparecer por completo en un grupo de cinco personas, callarme, avergonzarme, mirar a todos lados, pegarme a un vaso de cualquier cosa para no armar ruido y sin embargo no tengo problemas en publicar libros, presentarlos, cantar en bares y salas de concierto, aparecer en programas de televisión... o explicar el Past Perfect a 20 desconocidos.

Han sido grandes meses para la lectura -así, que recuerde, frente a mí en este momento: "Últimas 2 horas y 58 minutos", "Socorro, perdón", "Mil cretinos", "Cuatro veces fuego", "No es país para viejos", "Tren nocturno", "El horla", "Diario de un mal año", "La soledad de los ventrílocuos", "Expiación" -madre mía , lo que me costó "Expiación"-, "Rompepistas", "Suicidios ejemplares", "Los hombres que no amaban a las mujeres", "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" -excelente título-, "Fiebre en las gradas", "La carretera", "Periodismo práctico", "Tres rosas amarillas", "Nocilla Dream" y en este último día, "Nocilla Experience"...-.

Han sido incluso grandes meses para la escritura: inventé una novela en octubre de 2008, en un tren de Atocha en Parla, escribiendo nota tras nota en el móvil porque no tenía papel a mano y temía no tener memoria para cuando llegara a la Escuela. La novela lleva ahora 18 capítulos y unas 110 páginas de Word.

Y el Barcelona ganó el triplete.

Y Federer ganó Roland Garros.