miércoles, octubre 15, 2014
We let the stars go
Me levanto en medio de la noche tarareando "She sings, Paddy Joe, Paddy Joe, don´t you remember me? Long ago, one gorgeous night we let the stars go free". Es una canción preciosa y nostálgica, como a mí me gusta y está a punto de cumplir 25 años. Lo que no sé es de dónde viene, o, más bien, por qué llega justo ahora, a las seis de la mañana, el Niño Bonito pidiendo su ración de leche y presentando signos evidentes de haberse hecho caca en el pañal. Era un buen grupo con buenos discos, amables. A mi hermano le gustaban más que a mí y eso que a mi hermano la música amable nunca le ha vuelto loco. Pasábamos tardes en casa de nuestros padres jugando al ordenador y escuchando de fondo Prefab Sprout en distintos cassettes. Éramos pre-adolescentes y nunca habíamos soltado a las estrellas en libertad. Él un poco más que yo pero solo un poco.
Por la mañana, en pleno desayuno, con la canción aún en la cabeza, leo un tuit de Inma Turbau en el que recuerda el "King of Rock and Roll" y ese enloquecido estribillo: "Hot dog, jumping frog, Albuquerque" y pienso que hay algo raro en esa coincidencia de treintañeros, pero no sé exactamente qué es.
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Juan Carlos Monedero justifica la demanda de su partido contra Esperanza Aguirre porque asociar Podemos con ETA no es solo un insulto hacia ellos sino hacia el millón nosécuántos de votantes. Ese gusto de Monedero por las cantidades jugosas. Nadie le hace ver que acaba de decir un disparate, porque eso sería como afirmar que si llamo a alguien del PP corrupto o inútil estoy llamándoselo a once millones de ciudadanos. La peligrosa bandera, el peligroso escudo de la masa. Arcadi Espada, que se aburre en el programa tanto que no para de reírse de todo, le da la razón en una cosa: uno puede tener opiniones pero debe andar con cuidado con las afirmaciones factuales.
No es lo mismo decir: "Podemos me recuerda a lo peor del socialismo cubano y venezolano" que decir: "Podemos está financiado por el socialismo cubano y venezolano". Lo segundo es factual y necesita verificación en el mundo real. Por lo demás, ya digo, a Arcadi se le ve incómodo en televisión como ya se le veía incómodo en la radio. De algo hay que vivir. En radio y en televisión las cosas van demasiado rápidas y los discursos apenas permanecen. Hay además en Arcadi una cierta contradicción: la defensa, en mi opinión loable, de este mundo como el mejor de los posibles y su desprecio hacia la gran mayoría de los que lo conformamos.
Un mundo poco real, en definitiva, o, al menos, muy poco Ana Rosa Quintana.
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Tarde de martes con José Miguel Antúnez. Está bien, en forma, no aparenta los 47 años que tiene. Una vitalidad envidiable. Habla del Ramiro de Maeztu como si hablara yo mismo y pienso en el enorme malentendido del aficionado, del forofo, el de convertir a tu ídolo en tu enemigo en cuanto cambia de equipo. Un malentendido inevitable, supongo, pero cruel. "Pasé 15 años sin pisar La Nevera", me dice, asombrado. El hombre estuvo en el Ramiro desde primero de EGB y jugando en Estudiantes desde los 9 años, pasó por todas las categorías y en un momento dado acabó contrato y se fue a otro equipo que le pagaba cuatro veces más.
Nunca se lo perdonamos. Nunca se lo perdoné, que me parece más grave. Se lo digo porque creo que es bueno que lo sepa: "Yo era de los que te llamaba de todo". Creo que él lo entiende porque además de ir al Ramiro y jugar en las categorías inferiores era de los primeros en llegar al Magariños para apoyar a Russell, Pinone y compañía. Recuerdos de Fernando Martín y El Sapo-pó. "Yo también he gritado barbaridades", dice, y supongo que uno podría pensar que, si sabes cómo es el juego, no deberías necesitar quince años en volver a tu casa, pero eso son tonterías: un hombre que siente que durante quince años no es bienvenido en un lugar donde ha pasado toda su infancia y su adolescencia es un hombre al que se le ha robado algo.
Lo peor es sentir que, en parte, ese algo se lo he robado yo.