sábado, enero 04, 2014

Supertardísimas


En Madrid llueve, así que cojo un taxi y por un momento esto parece de verdad un 3 de enero, con su calma, su lento acercarse al abismo, su previa de Reyes... El taxista coge Princesa y baja Bailén y por un momento creo que vamos a pasar justo al lado del Palacio Real, que, con todo, sigue siendo de lo más bonito que hay en Europa, pero no, nos metemos en un túnel al ritmo de una cadena que echa primero a los Eurythmics, luego a C.C. Catch y finalmente a Matt Bianco y su "Don´t Blame It On That Girl", un clásico tardo-ochentero.

Pienso en la posibilidad misma de una radio que vaya cambiando de día, es decir, que, sin previo aviso, te pueda colocar en el 3 de junio de 1987 y al día siguiente en el 10 de septiembre de 2003. Que emita exactamente las mismas canciones que se emitieron ese día en, pongamos, los 40 Principales. Una tras otra. Puede que no haya mejor radiografía de un momento de un país que ver la parrilla televisiva y escuchar todas las canciones que estaban de moda en un día concreto. La gente se cansaría, sí, pero a veces me parece que la nostalgia la descontextualizamos demasiado. Vayamos a los hechos mismos: quiero la programación del 4 de mayo de 1993 y con esto quiero decir la programación, no los cachitos. Quiero los anuncios, los presentadores, los programas insulsos, los informativos, las series... y quiero el número uno de la lista pero también el número cuarenta, la novedad, el chico que golpea fuerte, la vieja gloria en el recuerdo...

Son pensamientos del pasado, como todo últimamente quizá hoy más que nunca. Vengo de casa de Fer Cabezas, tarde de charla con la Chica Portada, que mañana se marcha de nuevo a Nueva York, y la Chica Selectiva. La cosa empieza, como siempre, en el presente, preguntas triviales, luego camina hacia los cotilleos y acaba, no puede ser de otra manera, en el recuerdo de lo que algún día fuimos. Nosotros y muchos más. Nos echamos de menos. Nos queremos y nos echamos de menos a la vez y queremos ser los que somos de la misma manera que queremos ser los que fuimos y no aspiro a que nadie entienda esto. Una finalidad sin fin.

Las nuestras eran supernochísimas pero ya no volverán, nos quedan estas tardes de lluvia y tortilla de patata, nos quedan las fotos bailando en la calle Barquillo, recién salidos del Toni 2, nos queda la complicidad y el silencio. Saber sin decir. O no saber, solo intuir. Sonreir, en cualquier caso. Una sonrisa pícara. Pienso en todas las cosas que ya no van a pasar y me da vértigo. No porque quiera que pasen sino porque no van a pasar o al menos eso le digo a la Chica Selectiva mientras me protege con su paraguas bajando Blasco de Garay, aunque el problema no son las cosas sino que soy yo. El hecho de que ya no volveré a tener 29 años, ya no volveré a tener 30. Aquel ya no seré yo y en ese sentido sería bueno una vida en la que pudieras no solo revivir un día de televisión y radio sino un día entero de ti mismo. Guille Ortiz el 19 de junio de 1993. Las llamadas de teléfono, los pensamientos absurdos, los pasatiempos, el aburrimiento, el calor del verano, minuto a minuto. ¿Cómo fue aquello?

Echar de menos a gente que sigue estando ahí, valiente tontería. En fin, tardes de 2007 y mañanas de 2011, la Linda Vaquerita y sus grandes frases, destacando algo así como "Ligo tanto porque hablo ligando, no puedo evitarlo". La Linda Vaquerita convertida, ella también, en un vampiro. Es curioso porque conmigo nunca ha hablado ligando, intento recordarlo pero no, nunca hubo una concesión a la seducción ni al tonteo, ni por su parte ni por la mía y si llevan leyendo este blog o cualquiera de los otros desde 2006, sabrán que eso es algo realmente histórico.

Quiero pensar que lo que pasa es que nos queremos tanto que nunca hemos necesitado embaucarnos.

Quiero pensarlo porque es un pensamiento bonito pero, además, en este caso, es verdad.

Y aún es Navidad, cojones.