domingo, abril 28, 2013
Otra de políticos haciendo el ridículo
El mantra obsesivo de la campaña electoral del Partido Popular fue “nosotros sabemos cómo crear empleo, lo hemos demostrado, y cuando creemos empleo el resto de la economía mejorará automáticamente”. Se apelaba entonces a la reactivación del poder adquisitivo de las familias, el comercio, la mayor recaudación del Estado sin necesidad de subir impuestos… Crear empleo lo era todo hasta el punto de que Rajoy se hizo su famosa foto en la cola del INEM para deleite de “El Mundo” y la melodía sonaba bien: efectivamente, con más gente trabajando y más dinero en circulación, las clases medias podrían volver a levantar el país y solucionar el resto de los problemas. O intentarlo.
Es cierto que el PP habría ganado esas elecciones sin necesidad de grandes ideas. Con haberse puesto un cartel de “Compro Oro” en la calle Preciados, a Rajoy le habría valido para ganarse la confianza de millones de españoles desesperados y sacar una mayoría absoluta, pero el mantra elegido fue el mantra elegido y de eso no tengo la culpa yo, así que permítanme que me choque que salga ahora Carlos Floriano, vicesecretario de organización del partido, a decir que la cifra del paro no importa tanto, que los índices macroeconómicos son los que cuentan y los que ayudarán a crear empleos en el futuro.
Carlos Floriano, ese hombre: la llegada del PP al Gobierno ha puesto de relieve que sus altos dirigentes pueden ser tan mediocres como los del PSOE y aquí estamos los ciudadanos, como idiotas, votándoles alternativamente: ahora ponemos a unos, ahora ponemos a los otros.
En fin, yo no sé mucho de economía. No sé casi nada, de hecho. Pero sí sé algo de lógica y de contradicciones y es desolador que un partido llegue al Gobierno diciendo que va a crear empleos para acabar con la recesión y el déficit y al año y medio uno de sus múltiples portavoces salga a decir exactamente lo contrario: que lo importante es acabar con la recesión y el déficit y así, ya veréis, niños, conseguiremos crear las condiciones necesarias para que aumenten los puestos de trabajo.
Alfonso Alonso, que ya me pierdo con los cargos, pero creo que es portavoz del grupo popular en el Congreso —y, por cierto, ¿González Pons qué es ahora, de verdad es imposible tener una sola voz en estos momentos o es que lo que conviene es el zumbido de abejas que se interrumpen unas a otras?- dijo el viernes que “hay que explicar las medidas a la gente aunque sean impopulares”. Bueno, eso está bien, pero para eso convendría que esos políticos supieran qué medidas son y por qué se toman y eso es lo que no se ve en ningún lado. No es que los políticos del PP no expliquen, sino que lo que explican es absurdo y demuestra o da a entender al menos que no tienen ni idea de lo que están haciendo.
Como la otra palabra clave era “confianza”, a ella se han agarrado con fuerza tanto el Gobierno como los medios afines. Parece ser que la bajada de la prima de riesgo demuestra confianza en España. ¿Confianza en qué y por parte de quién? Se habla de la confianza como si fuera un valor absoluto, objetivo y se obvia que esa “confianza de los mercados” muchas veces depende de algo tan absurdo como un tweet falso de la Associated Press. Con mejores datos, España tenía la prima casi en 600. Que la tenga ahora en 300, no indica nada necesariamente esperanzador. Que los mercados “confíen” en nuestro país no parece que esté provocando ninguna mejora para nuestros ciudadanos y un país no es sino la suma de sus ciudadanos, no lo olvidemos.
Estaba pensando en lanzarme al monte y pedir la dimisión del Gobierno. Luego me han entrado dudas porque no quiero que esto sea Italia y a ver si nos vamos a pasar cinco meses votando presidentes que no saldrán nunca. Quizá se podría llegar a un término medio: respetar los resultados electorales y las mayorías parlamentarias… pero quitar del poder a los actuales responsables, incapaces no solo de enderezar la nave, que quizá sea imposible, sino de ser mínimamente consecuentes con sus propias palabras, las que les llevaron al Gobierno.
Yo no voy a pedir milagros ni voy a culpar a Rajoy de una crisis económica mundial. Tampoco debería haberlo hecho Rajoy con Zapatero, por esa regla de tres. Lo que sí puedo hacer es dejar en evidencia que todo lo que en el período 2008-2011 el PP preparó para cuando llegara al poder no ha servido para nada, que el nivel de mediocridad que eso implica es alarmante y que quizás haya que buscar, dentro del partido o fuera del mismo, a alguien que tenga alguna idea de qué hacer. Una idea que no pueda travestirse por completo al año y medio, me refiero.
Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"