lunes, abril 15, 2013

Gran Hermano 14: El proceso


Yo imagino el proceso porque lo mío siempre han sido los procesos y no los finales. El camino. Imagino la llegada de la chica -rubia, relativamente guapa, muy delgada y eso siempre es bueno en la tele- al casting y su confesión inmediata acompañada de una risa nerviosa: "Estar en Gran Hermano siempre ha sido mi sueño, no me pierdo ni una edición". Imagino la satisfacción del redactor o la redactora, el aleteo del buitre, la carne de cañón. Sigue, le dicen, y ella enumera ganadores y situaciones de ediciones pasadas y recuerda todas las veces que ha estado en ese mismo casting acumulando fracasos.

Solo que esta vez es distinto. Esta vez tiene algo más que ofrecerles: se casa. ¿Pronto? Prontísimo, nada más salir de la casa si es que gana. En junio. Los redactores se miran. No se lo pueden creer. ¿Y de verdad te quieres meter en Gran Hermano a punto de casarte? La chica rubia sigue sonriendo porque cree que si sonríe todo será más fácil y dice que sí, que es un cambio en su vida, un antes y un después, y que para cerrar esta etapa necesita -insiste en la frase- "cumplir su sueño".

En Zeppelin están a punto de dar saltos pero saben que su trabajo es no dar saltos, solo esperanzas. Le dicen que vuelva otro día, le dan una nueva cita. La chica llega a casa y lo comenta con su prometido. A él no le hace ninguna gracia pero cómo no va a confiar en ella, por qué no iba a confiar en ella si se van a casar. Desconfiar a los 24 años es condenarte a una vida entera de insomnios.

La chica tiene que saber que va a entrar. Aunque la certeza llegue entre ataques de dudas, tiene que saberlo. Es un plato demasiado apetitoso y está dispuesta a dejarse comer entera.

Mientras, en el proceso, como decía antes, un grupo de guionistas, redactores, productores... planifican cómo le van a destrozar la vida a alguien. De eso se trata. Celebran el odio y la pelea y la cancelación de la boda y el "aquí todo se vive de otra manera" antes incluso de que salga la lista definitiva de concursantes. Es su trabajo y no otro. Destrozar vidas. Hacer todo lo posible por destrozar vidas. Otra cosa es que luego lo consigan o no, porque no nos equivoquemos: eso no depende de ellos. Depende del prometido y de la chica rubia que llora emocionada mientras le pide, le ruega que vaya a apoyarla al plató, que se lo han pedido en la productora y a ella le parece una excelente idea, porque así, amor, estaremos siempre juntos, yo sabré que estás ahí cada lunes, cuando llame la presentadora para alimentarnos y ponernos más agujeros en la caja.

Minutos antes de desnudarse, publicitar un libro o pedir ayuda por la esclerosis múltiple.