1.- España demostró que no necesita salir a perder
para perder y Brasil demostró que no necesita esforzarse demasiado en
ganar para acabar ganando. El último cuarto español fue tan infame como
lo fuera ante Gran Bretaña o Rusia, con una pequeña excusa: realmente,
el equipo no se jugaba nada, así que se dejó llevar plácidamente hacia
una derrota que no buscó, pero que digamos que no hizo un esfuerzo
descomunal por evitar. Pasa en todas las competiciones, no es ningún
escándalo: Francia casi pierde con Nigeria y Lituania las pasó canutas
con Túnez. ¿Querían evitar a alguien en los cruces? No, simplemente, los
equipos están cansados y a menudo desmotivados a estas alturas.
2.- ¿Es mejor querer perder y perder o querer ganar y
perder? Es igual. España salió a por todas, como hizo en los dos
anteriores partidos, y acabó con una confusión increíble en ataque y en
defensa. Lo vimos en Lituania, Turquía y Polonia, así que no es ninguna
sorpresa. En los cruces, la historia será distinta. No me imagino a este
grupo de jugadores defendiendo como se defendió hoy en el último cuarto
ni atacando con tamaña precipitación. Esta gente está habituada a la
altísima competición y todo lo que sea menos le cuesta. El rival en
cuartos será Francia, un viejo conocido. Por supuesto, los galos querrán
revancha, pero contentos con el cruce no estarán.
3.- Problemas más allá de la concentración: el
balance exterior-interior y las rotaciones. Empecemos por el primer
punto: los pívots españoles anotaron 65 de los 82 puntos del equipo; los
exteriores solo 17. Calderón solo jugó 14 minutos y no intervino en el
ataque. La decisión de dejar a Sada al mando del equipo en pleno
hundimiento fue dudosa cuando menos y de Rudy no se supo nada. Navarro
anotó 7 puntos incluso jugando cojo. Es de esperar que sabremos más de
estos dos últimos jugadores en cuartos de final, siempre ha sido así, no
veo motivos para dudar de ellos. Aun así, hay un problema y tiene que
ver con el siguiente punto.
4.- España tiene un quinteto inicial excelente y dos
grandes interiores saliendo del banquillo: Ibaka y Reyes, cada uno en
su estilo. Ibaka jugó muy bien por primera vez desde su debut ante
China, aunque sigue mostrando unos problemas extrañísimos con las manos,
tanto a la hora de rebotear como de agarrar correctamente algunos
pases. Aprenderá con los años. Quitando esos siete jugadores se abre un
abismo que tiene más que ver con los roles que con la calidad:
Rodríguez, Sada, San Emeterio, Llull y a veces Claver son jugadores
fiables en sus equipos, pero con la selección se pierden, les falta
liderazgo. La persona indicada quizá sería Llull, pero su valentía se
confunde demasiadas veces con imprudencia y alboroto. Las diferencias en
el partido cuando jugaron titulares y suplentes fueron tremendas y me
temo que ese problema sí puede ser decisivo más adelante.
5.- Todo lo contrario le ocurre a Brasil, que
reservó a Nené Hilario y se encontró con la victoria con Giovannoni,
Torres, Neto o Taylor en la cancha, jugadores de segundo nivel en
apariencia, pero que tenían lo que les faltó a los españoles: ganas. El
partido era una fiesta para los suplentes brasileños y un martirio para
los de Scariolo. Si ganaban, nadie hablaría de ellos. Si perdían,
tendrían la culpa de todo y encima les acusarían de tongo. Es complicado
jugar así.
6.- Cosas buenas, que las hubo: aparte de Ibaka,
Marc Gasol está cerca de su mejor momento del campeonato. En Francia, la
referencia interior –no incluyo a Diaw, que es un todoterreno– es
Turiaf y anda medio lesionado. Hay que incidir ahí, desde el principio.
Me niego a no confiar en este equipo, sería estúpido: es doble campeón
de Europa y subcampeón olímpico. ¿Cómo no va a poder ganar a Francia y
Rusia y meterse en la final? Durante los últimos cuatro torneos hemos
visto siempre lo mismo: una competición hasta los cruces y otra,
después. Incluso en Turquía 2010, sin Pau ni Calderón y jugando
rematadamente mal al baloncesto, hizo falta un triple de Teodosic desde
nueve metros para eliminarnos. Resisten y compiten. Merecen el respeto
de los campeones.
7.- En resumen, ni el triunfalismo de
“como mínimo, plata” ni las críticas destructivas de
“estos tíos están acabados”.
Términos medios. Una competición de dos semanas se basa en los términos
medios que compensan días mejores y peores. Obviamente, hay problemas
muy serios: falta de juego exterior y poca aportación de los suplentes.
Los hubo en Lituania y fuimos campeones de Europa. ¿Cómo? Compitiendo.
Cualquiera que esté viendo estos Juegos Olímpicos sabe de lo que le
estoy hablando y lo que está faltando a la delegación española. Pues
bien, precisamente eso es lo que tiene la selección de baloncesto desde
que llegaron Navarro, Gasol, Reyes y compañía. No digamos al emperador
que no va desnudo pero tampoco le lapidemos por ello. El miércoles
hablamos con más calma.