1.- Gran Bretaña es un equipo insufrible. Que se lo
digan a Brasil, incapaz de anotar más de cuatro puntos en el primer
cuarto el pasado martes. De Luol Deng para abajo es un equipo rocoso, de
clase media, destacando sus pívots Pops Mensah-Bonsu y Joel Freeland,
este último estrella en la ACB. En principio, nada hace pensar que ese
equipo te pueda ganar, teniendo en cuenta que su cuarto mejor jugador es
Daniel Clark, suplente en el Estudiantes, que quedó penúltimo en la
pasada liga española. ¿Qué hacer ante un equipo así? Bostezar, hacer el
mínimo exigible y esperar pacientemente al final del partido, sin
excesos.
2.- Exactamente eso es lo que hizo España, que solo
jugó como sabe durante el primer cuarto: balones dentro, buena defensa,
rebote y transición. En ese primer período se cuajó una ventaja de 10
puntos que marcó el resto del partido. Ni España consideró necesario
romper el encuentro ni Gran Bretaña parecía tener medios para acercarse
más en el marcador. Entre desidia y desidia, bostezo y bostezo, tiro
libre fallado y tiro libre fallado, el partido llegó al último cuarto
igual que terminó el primero: aparentemente roto, pero apretado en el
marcador.
3.- España sufre mucho cuando no domina el rebote.
Sí, ya sé que al final de los partidos coge más que sus rivales pero eso
tiene otra explicación: la defensa española es de las mejores del mundo
y fuerza muchos errores en el tiro, lo que hace que los rebotes
defensivos se multipliquen. Cuando ese rebote cae en manos de un
español, estupendo. Eso suele suceder cuando Felipe Reyes está en el
campo o cuando los jugadores están concentrados. Hoy no fue el caso: por
ejemplo, el rebote a falta de menos de un minuto que acaba en triple de
Clark fue cómico: nadie cerró al jugador, nadie le presionó una vez que
agarró el rechazo y nadie le persiguió en su lento camino hacia la
esquina, donde pudo lanzar tan tranquilo sin oposición alguna.
4.- Tanta desidia de los jugadores interiores
preocupa. El equipo había empezado muy bien la competición en cuanto a
intensidad, pero cada vez va a menos: los hermanos Gasol están
claramente reservándose para otras metas, como si estos partidos ante
kamikazes
británicos les molestaran. Marc, especialmente, estuvo más preocupado
en protestar al árbitro que otra cosa. Por talento, consigue anotar,
pero hace falta algo más. A ese respecto, el bajón de Ibaka y su
disminución de minutos alerta. El congoleño es básico para dar
intensidad al equipo y ser agresivos. Le cuesta rebotear, de acuerdo,
muchas veces salta demasiado al tapón en vez de defender la jugada… pero
es una pesadilla hiperactiva.
5.- Hiperactividad es lo que faltó todo el partido y
más aún en el último cuarto, en el que se vieron muchas cosas muy
raras: de entrada, que Gran Bretaña te meta 30 puntos cuando el sol más
calienta. Totalmente incomprensible contra un equipo que solo sabe tirar
triples y pasársela a Deng para que juegue uno contra el mundo. Pau
Gasol estuvo sentado muchos minutos, casi tantos como contra Australia,
pero el partido no tenía la misma pinta. Cuando salió buscó el poste un
par de veces, luego se contagió del
‘cada uno a lo suyo‘ de los
últimos cuatro minutos. España parecía un nadador de 200 metros que se
venía abajo en el último largo, sabedor de que con lo justo le serviría
para ganar. Y le bastó, pero no es la idea.
6.- Vamos con lo bueno: Calderón estuvo soberbio,
especialmente en los últimos minutos, aunque en su debe está el caos
ofensivo en la organización del equipo y algún tiro incomprensible. Rudy
estuvo muy fallón pero no dejó de intentarlo. Su defensa sobre Deng fue
todo lo eficaz que cabe cuando defiendes a un jugador más alto, que se
juega todos los balones y que no deja de ser una estrella NBA. San
Emeterio volvió a ser un jugador clave, especialmente en el manido
rebote defensivo. No se puede decir lo mismo de Sergio Llull, un jugador
con serios problemas para leer los partidos y que debería encauzar su
enorme talento cuanto antes.
7.- A pesar del resultado, hay que tener claro que
el partido no peligró en el sentido estricto. Me explico: Gran Bretaña
solo se acercó a menos de seis puntos en los últimos minutos, nunca
estuvo por delante y si perdió por uno fue por esos tres triples
consecutivos en pocos segundos. Lo normal es que, pereza incluida,
hubiéramos ganado por 15 puntos de ventaja. Simplemente, el equipo se
dejó llevar hasta la indolencia, y la indolencia te puede llevar al
segundo puesto del grupo y meterte en un problema.
8.- ¿No habíamos quedado en que había que reservar
jugadores? Yo creo que en un torneo de este tipo, la superioridad no se
demuestra ganando por muchos puntos de diferencia sino ganando con pocos
minutos de tus estrellas. Francia ganó a Lituania con Parker y Batum
jugando 35 minutos. Todos los equipos hacen lo propio. Las rotaciones de
Scariolo me habían parecido estupendas hasta hoy, pero hoy, claramente,
hacía falta que Pau estuviera en la cancha porque el partido de hoy no
era como el de Australia y se veía venir, más aún cuando el público se
puso caliente –todo lo caliente que se puede poner un público británico
de baloncesto–. Desde el banquillo no hubo mensaje de urgencia y eso
llegó a la cancha.
9.- El equipo, desde hace años, tiene problemas en
los minutos finales. Toma malas decisiones. Muy malas. En defensa y en
ataque. La defensa de los últimos cinco minutos fue lamentable. El
ataque no fue mucho mejor: tiros precipitados, sin pases, sin huecos,
sin agresividad… y con ese punto de
‘esto lo salvo yo’ que
denota más pánico que otra cosa. El equipo funciona cuando hay pases y
juego compartido. Hoy, de nuevo, 22 asistencias para 27 canastas. Cuando
España quiere jugar como Gran Bretaña, lo normal es que gane Gran
Bretaña. Si no lo hizo fue por su enorme candidez, permitiendo que
Calderón se pasara los últimos siete segundos botando la pelota mientras
ellos celebraban que solo perdían por un punto. Los británicos, esos
enormes cronopios.
10.- El acierto. Seguimos consiguiendo buenos tiros,
pero no entran. Sin Navarro costará más, pero sin tiro exterior es
complicado abrir huecos por dentro. Un 24 % en triples, un 66 % en tiros
libres y ni siquiera un 50 % en tiros de dos con cuatro pívots
maravillosos dentro de la zona. Al final, el que gana es el que la mete.
Resulta un análisis muy poco trabajado pero es la verdad. Lo que
cuentan son los cruces, así que vendrán bien los partidos ante Rusia y
Brasil para que nuestros exteriores recuperen sensaciones. Sin ellos,
tendremos problemas. Pero seamos realistas: nuestros escoltas y aleros
ahora mismo, aparte de Rudy, son Llull, San Emeterio y Claver. No
hablamos de figuras internacionales sino de buenos jugadores de relleno.
Seamos conscientes de nuestras carencias y a partir de ahí explotemos
nuestras ventajas. Lo contrario de lo que sucedió este jueves.
Crónica publicada originalmente en el Magazine de Martí Perarnau