1. Como
no es lo habitual en este país –ni en estas crónicas, no me las voy a dar ahora
de iluminado- creo que es justo darle a Sergio Scariolo el mérito que merece
esta victoria. Igual que dije que David Blatt le ganó la partida
estrepitosamente en la primera fase, el italiano se ha resarcido ante Collet,
el técnico francés: bastó con una zona de cuatro hombres más Llull sobre Parker
combinada con defensas individuales para cortocircuitar por completo a Francia,
que no supo hacer nada en los últimos doce minutos de partido: apenas seis
puntos y dos de ellos, anotados por el desaparecido Gelabale, cuando el
encuentro ya estaba decidido. Una buena decisión táctica cambia un partido y
aquí hay que darle el mérito al italiano, que suficientes tortas le han caído
para ser doble campeón de Europa.
2 Aparte
de acertar con la táctica, luego hay que ponerla en práctica: la defensa de
Llull fue histórica. No solo secó a Parker, que es algo casi imposible incluso
en la NBA, sino que corrió el contraataque, acabó dirigiendo al equipo. Le
pedía como líder en la pasada crónica y como líder se erigió. Podría haber
acertado o no, pero cuando tuvo que tomar la responsabilidad no dudó en
tomarla, esa clase de jugadores son los que yo quiero para mi equipo. Junto a
Llull, todos los demás: Pau y Marc, negados en ataque, hicieron de la zona un
muro, Navarro se aprovechó de la parálisis de los De Colo, Gelabale y compañía
y Rudy no solo paró a Batum en el último cuarto –antes, San Emeterio le había
mostrado el camino con dos minutos de defensa excelente- sino que aceptó
llevarse todas las tortas del mundo. La última puede haberle dejado fuera de
los Juegos.
3- Durante
minutos se confundió acierto con actitud. Toda la vida quejándonos de que los
equipos españoles llegaban a cuartos y la cagaban y ahora queremos que lleguen
a cuartos paseándose y que lo metan todo desde el minuto uno. Lo queremos
porque lo hemos visto antes, pero probablemente no lo volvamos a ver. Mientras
los tiros no entran, mientras el ataque se enfanga y solo quedan tiros de ocho
metros o reversos en uno contra dos, lo que hay que hacer es competir: España
compitió en una primera parte desastrosa para irse solo tres puntos abajo,
compitió para salvar un momento de zozobra en el tercer cuarto cuando Francia
amagó con escaparse y compitió en el último incluso manteniendo su escaso
acierto. En ningún momento hubo indolencia, ni pocas ganas, ni dudas. Se jugó
muy mal en ataque, muy trabado, y cuando hubo tiros abiertos no se metieron.
Incluso los tiros libres fueron una pesadilla. Eso poco tiene que ver con la
actitud, que siempre estuvo.
4- En
el sentido contrario, Francia. Cuánto talento desperdiciado una y otra vez. En
cuanto las cosas no fueron bien, el equipo se descompuso como un azucarillo. No
solo Parker, que ni siquiera lo intentó, sino que con Parker, los Batum, Diaw,
De Colo, Gelabale y compañía. Nos tienen afortunadamente acostumbrados a ello.
Su actitud de final de partido con dos antideportivas que deberían haber sido
expulsiones lo dice todo de su capacidad de adaptarse al partido. Lo único que
supieron hacer bien durante todo el partido fue mover el balón hasta buscar al
pivot abierto, insistiendo en el fallo que presenta la dupla Marc-Pau. Funcionó
hasta que Diaw decidió esconderse, cosa muy habitual en sus últimos cuartos con
Francia en los cruces.
5- Y
es que el partido empezó al ritmo de Diaw. Es un jugador de una calidad
descomunal: empezó su carrera casi de base-escolta, se consolidó como tres alto
y ahora hace las veces de cuatro abierto que a la vez dirige, penetra y tira.
El problema es que lo hace hasta que el resuello y la cabeza le acompañan, que
nunca son 40 minutos. Collet se empeñó en exprimirlo al máximo y Boris acabó
desaparecido en combate, amagando triples que debería tirar, muerto de miedo
como el resto de sus compañeros. El único que tomó el relevo dentro de sus
limitaciones, el único, quizá, de ese equipo, que sabe competir en cualquier
circunstancia es Florent Pietrus, un pivot que apenas llega a los dos metros y
vuelve loco a todo el equipo contrario. Con cinco Pietrus, Francia ya habría
sido campeona de muchas cosas.
6- El
problema del pivot abierto. Me voy a parar en esta consideración técnica. En
cualquier deporte, hay que tomar elecciones y normalmente tienen connotaciones
positivas y negativas. Que España juegue con los dos Gasol juntos a mí me
parece lo más normal del mundo porque te van a dar mucho juego interior en
defensa y en ataque y van a sacar faltas hasta aburrir, desgastando las
rotaciones contrarias. Ahora bien, si los hermanos van a jugar 30 minutos
juntos, en detrimento de los más polivalentes Ibaka y Reyes, hay que practicar
sistemas defensivos que no permitan que el ala-pivot rival tire continuamente
solo de tres. Los dos tienden a meterse hacia el aro, su zona de seguridad, y
por peso y envergadura tardan mucho en puntear el tiro. Alguien tiene que hacer
esa ayuda, ¿pero quién?
7- Normalmente,
sería el alero. ¿Cuál es el problema en España? Que no tiene un alero. Son
cosas que pasan. En fútbol por ejemplo no hay laterales derechos. Sin un alero
–San Emeterio y Rudy hacen lo que pueden en esa posición pero no es la suya,
Claver vuelve a estar de vacaciones un verano más- ese cambio se complica
mucho, porque si Rudy sale a Diaw o a Pietrus, estos pueden postearle con
muchísima facilidad. Me temo que es un problema consustancial a la plantilla y
ahí Scariolo va a tener que trabajar muchísimo porque el siguiente rival tiene
a Khryapa y a Monya, que fusilaron a Lituania en cuartos y ya nos dieron lo
nuestro hace menos de una semana.
8- Aparte
de tener problemas en la defensa de los pívots abiertos, Pau lo pasó muy mal en
ataque. Tan mal que tiró siete veces a canasta, un número impropio. Es cierto
que en su defensa se turnaron Turiaf, Seraphin –otro talento desquiciado-
Pietrus y Traoré, cada uno de ellos dejando su recado, pero no se consiguieron
unos contra unos cómodos ni se le facilitó espacio en la zona. Tampoco se
consiguió con Marc desde su tradicional posición del poste alto. El partido fue
horroroso, reconozcámoslo, y si ganamos no fue por talento sino por valor y
lucha. Los dos mejores jugadores de la historia de este país –Pau y Navarro-
estuvieron muy desacertados. Navarro, de hecho, está cojo, y solo que ya se
ponga a jugar es heroico. Con todo, ganamos. Competimos y ganamos. A muchos no
les basta, pero hay que darse cuenta: por detrás no viene nadie. Por detrás
vienen Claver, Sada, Rafa Martínez, Xavi Rey… buenos jugadores pero por debajo
de este nivel. Este nivel, recuerden, es el de los cuatro mejores del mundo.
Los que se han enganchado tarde a este deporte lo encontrarán normal. Los que
llevamos desde los 10 años sufriendo angolazos no nos lo podemos creer.
9- El
problema ahora mismo es físico: veo a Pau cansado, Navarro no debería estar jugando
directamente y lo hace por pundonor, la espalda de Rudy tiene muy mala pinta… y
no sé qué pasa con Calderón. Está jugando demasiado poco sin que lo haga mal.
Cuando Scariolo puso a Sergio Rodríguez en el campo tantos minutos puso en
serio riesgo el partido. Sergio no puede tomar esas responsabilidades. Hicieron
con él lo que quisieron en defensa y en ataque. Calderón no solo no jugó
entonces sino que tampoco después, cuando el entrenador italiano prefirió a
Llull como base, aun teniendo tres en el banquillo. Le salió bien, pero no creo
que lo hubiera intentado con Calderón al 100 por 100 de condiciones físicas.
Habrá que ver qué pasa con el extremeño y si realmente Rodríguez es una opción
para espacios tan largos.
10- La
semifinal será contra Rusia y será un infierno. Es cierto que igual que Francia
tiene una larga tradición de perder en los cruces, Rusia tembló
incomprensiblemente en las semifinales del pasado Eurobasket. ¿Lo volverá a
hacer? El equipo es impresionante: Kirilenko, Khryapa, Mozgov, Fridzon, Shved,
Monya… cada uno sabe lo que tiene que
hacer y funcionan como un reloj. El reto de saber que estamos a una
victoria de la medalla, de, como mínimo, la tercera plata de la historia del
baloncesto olímpico español, segunda consecutiva, es muy atractivo pero les voy
a dar un dato por si les da por cabrearse con los jugadores por vagos cuando
pierdan: ningún equipo salvo EEUU, URSS y Yugoslavia ha jugado dos finales
seguidas. Jamás. Yugoslavia, de hecho, lo consiguió solo una vez, durante el
mágico cuatrienio 1976-80 de los Kikanovic, Dalipagic, Delibasic, Cosic,
Slavnic y compañía. Pónganlo en perspectiva y disfruten. Los chavales, de
verdad, no pueden hacer más.