Como siempre, recomiendo el
enlace que viene en Notodo.com, que para eso me pagan, pero por su interés reproduzco aquí la crítica de la película de Ron Howard -aunque yo me empeñé durante un mes y pico en que era de Oliver Stone, vaya usted a saber por qué...-:
Basta con ver
Futurama para entender que
Nixon no fue un presidente precisamente popular. Tampoco fue un tipo con suerte: su carrera se vio eclipsada por
Kennedy en los 60 y el Watergate en los 70. No acertó ni con su muerte: falleció el 22 de abril de 1994, casi a la vez que
Kurt Cobain. Nadie se enteró.
El Desafío. Frost contra NIxon es la historia de dos hombres con egos descomunales que ansían reconocimiento.
Richard Nixon, magistralmente interpretado por
Frank Langella, ha sido el hombre más poderoso del mundo, pero se siente despreciado injustamente y busca recomponer su imagen. Necesita que le quieran. Ahí aparece
David Frost, un confuso periodista y galán, famoso por sus fiestas, sus novias y sus programas de variedades, pero falto de prestigio profesional. A
Nixon le gustaría ser invitado a una de las fiestas de
Frost, a
Frost le gustaría tener mesa en los restaurantes de
Nixon.
El desafío en sí, sin embargo, no resulta demasiado apasionante. Aunque
Howard y
Peter Morgan –autor de la obra teatral y guionista- presentan dos excelentes personajes y preparan la serie de entrevistas de manera precisa, el clímax nos deja insatisfechos. Si bien en la película se insiste en que “sólo puede ganar uno”, lo cierto es que no se aprecia demasiada competencia por parte de
Nixon. Su descalabro resulta demasiado espectacular como para que no pensemos en una rendición. Si
Frost tenía talento entrevistando, como insinúa el filme, desde luego no lo demuestra en ningún momento. Además, ya resulta imposible ver a
Michael Sheen y no pensar en
Tony Blair. El mejor momento de la película llega cuando el acelerado asesor político de
Frost exige que las entrevistas sean “el juicio que
Nixon nunca tuvo que soportar”, y de paso exige también que no sea declarado inocente.
Frost replica que quizás eso le haga parecer más humano y generar compasión entre el público. Eso es exactamente lo que consigue la película. Simpatía por el diablo. Aunque probablemente
Howard no sea consciente de ello.