viernes, agosto 20, 2010

Chivo Chivato en Costello


En un momento dado desconecto, no sé por qué y empiezo a tararear compulsivamente "uooh oooooh, creo que voy a empezar a romperme". Supongo que Conchita se da cuenta pero no parece importarle. Cruzamos la plaza de Vázquez de Mella y le cuento la gran historia del verano, la de la gente que tiene problemas de verdad. Ella cree que eso no quiere decir que los demás problemas no existan o que no tengamos nuestro derecho a queja, y yo estoy completamente de acuerdo y sigo "uooooh ooooooh, ya no me importa que mire la gente".

A mí me hubiera encantado que aquel invierno -y tú sabes cuál es y tú sabes que "tú" eres tú- hubieras perdido la vergüenza y hubieras gritado algo tan bonito. Sencillamente no fue posible.

Venimos del concierto de Chivo Chivato. Ya saben que mi regla para ir a conciertos últimamente es que el grupo me guste muchísimo o que me caiga muy bien. Reconozco que este fue uno de los segundos casos aunque en realidad, yo solo conocía al cantante, Pepo López. Con Jordi y Dani compartí una barbacoa en la casa de Lichis en Terrassa, pero no sabía que estaban ahí y tampoco vamos a decir ahora que somos amigos del alma.

Con Pepo es otra cosa. No sé si le conocí cuando tocaba con el propio Lichis -"el huracán de Gavá", le llamaba- o en algún concierto de Dani Flaco. El caso es que ha acompañado a los dos y ahora por fin tiene su propio grupo con sus propias composiciones. Llegué ahí con Pablo Ager a tiempo para escuchar a El Sobrino del Diablo -mentira, fuimos unos maleducados y nos dedicamos a hablar con Vicky y Conchita toda la actuación, cómo culparnos, aunque desde luego no me siento orgulloso de esto- y me preparé para el concierto de Pepo con ciertas reservas. Ya digo que nunca había oído nada.

Me parecieron buenísimos. Algo más que buenísimos, la verdad, me cautivaron. No voy a decir aquello de "no hay muchos grupos que me consigan cautivar..." porque es mentira, los hay a patadas, pero también hay muchos que me aburren soberanamente. Chivo Chivato lo hace todo con facilidad: voz y guitarra, más bajo, más batería. La fórmula Nirvana. Canciones con un punto rockero de los 80, diría yo. Buenas letras y una compenetración brutal. La voz de Pepo está fuera de toda duda para los que hayan estado en los conciertos que decía de Lichis o Flaco.

En fin, encantado, de verdad. Mi JB-Cola, cortesía de Ana Gete, buenos amigos y buena música. Por primera vez en bastante tiempo mi vida se acercó a lo que era y eso es una buena señal.

Después, un poco de postconcierto. Muy poco. En eso sí que vamos a variar y con gusto. Alejo Stivel se pasó un rato pero desapareció, Pablo se fue en seguida, Conchita, Julián Kanevski y Vicky se fueron y ahí aproveché para irme yo. Me gusta el Costello, ¿saben? Es un poco como el Búho Real, me hace sentir en casa. Me gusta más cuando conozco a la camarera y el local está medio vacío, algo más íntimo. El Costello será siempre el lugar donde empezaba la primera novela que escribí y el lugar donde di mis primeros recitales a la tardía edad de 33 años.

Que se dice pronto.