lunes, agosto 23, 2010

Federer, el acabado


En abril de 2010, después de pasar casi un año sin ganar un torneo ni conseguir una victoria ante un top 10 y con un historial recurrente de lesiones y agotamiento, se dio a Rafa Nadal oficialmente como acabado. Su ránking oscilaba entre el número dos y el tres pero los expertos no tenían dudas: el español, tocado física y mentalmente, ya no sería capaz de acercarse al nivel de años pasados y con el tiempo acabaría saliendo incluso de los diez primeros para convertirse en una especie de Juan Carlos Ferrero.

Como todo el mundo sabe, Nadal ganó los tres Masters Series en tierra batida -Montecarlo, Roma y Madrid- por primera vez en la historia y completó la faena adjudicándose casi en paseo militar Roland Garros y Wimbledon. Obviamente, pasó a ser número uno del mundo casi doblando en puntos al segundo.

Así que como Nadal ya no estaba acabado, había que terminar con otro. Esto es, con el segundo. Roger Federer. Después de ganar Roland Garros, Wimbledon y el Open de Australia en poco más de seis meses, el suizo perdió partidos improbables y cayó en cuartos en París y Londres. Para él, un desastre. No se había perdido una semifinal de un Grand Slam desde mayo de 2004. Iba a cumplir 29 años. Acababa de casarse y tener gemelas. Conclusión: Federer estaba acabado, no volvería a ganar un Grand Slam, incluso llegó a caer al número tres del ranking durante dos semanas. ¡Dos semanas en el número tres después de siete años! Se acabó.

Solo que los datos están ahí: por supuesto, la temporada de Nadal es impresionante, pero la de Federer la soñaría cualquiera de los demás jugadores: cinco finales y dos títulos, entre ellos un Grand Slam y un Masters Series. Por favor, yo quiero para mí esa crisis. Federer ha bajado el nivel de juego, eso es normal. Tampoco Xavi juega todos los partidos igual ni Rossi gana siempre el campeonato del mundo e incluso se recuerdan partidos flojos de Pau Gasol. Cosas que pasan. El problema es la obsesión con el resultado. Federer perdía, sí, pero partidos ajustados. Incluso partidos en los que ganaba más puntos que su rival pero no convertía las opciones de break.

El tenis se decide normalmente en pequeños detalles, puntos que caen de un lado o del otro. Cuando estás en racha, cuando eres un gran dominador, te los llevas todos. No es lo normal. Lo normal es que haya Murrays, Nadales, Djokovics, Berdychs, Soderlings, Roddicks, etc. que te pongan las cosas lo suficientemente difícil. Algún día echaremos la vista atrás y nos llevaremos las manos a la cabeza con lo que están haciendo Federer y Nadal. Han ganado 23 de los últimos 26 Grand Slams. Solo Safin (Australia, 2005), Djokovic (Australia, 2008) y Del Potro (Us Open, 2010) han rascado bola en el intervalo.

La manía de sacar conclusiones universales con un par de datos se expande por todo el periodismo deportivo. La realidad no siempre es una tendencia. Un tío que se lesiona la rodilla dos veces no es un tío que no vaya a poder volver a jugar al tenis. Un tío que tiene 29 años y está el dos del mundo no es un tío que no vaya a volver a ganar un Grand Slam en la vida. Ganó uno hace siete meses, no sé qué más evidencia quieren.