De acuerdo, es una debilidad y yo con mis debilidades soy terriblemente subjetivo y pesado. Pero no creo que mis debilidades sean arbitrarias y por eso insisto tanto. Por ejemplo, Vetusta Morla, ayer, en Joy Eslava, presentando "Un día en el mundo". La sala llena ya en la actuación del telonero, Hiperpótamus; un recinto viejo, con un sonido pésimo si te quedabas mínimamente atrás -y cualquiera que haya estado ahí sabe que no estamos hablando de un Palacio de Deprtes: la sala es pequeña y que no se oiga casi nada una vez salidos de la pista de baile es triste-.
Sin embargo, Pucho se superó. Parecía algo afónico, a veces. Resultaba realmente complicado entenderle entre canción y canción, pero, con todo, el concierto fue soberbio. Una puesta en escena novedosa y trabajada, jugando con el telón transparente que sube y baja y deja a la banda dentro y fuera y las cámaras proyectan primeros planos y todo se convierte en un juego de espejos en el que es imposible no entrar.
Un sonido, como grupo, espectacular. Es lo que más llama la atención de Vetusta Morla y en eso influye muchísimo que se hayan tomado 10 años en dar su pequeño salto mortal. Son de todo excepto novatos.
Empezaron con "Autocrítica", una canción que recuerda a "There, there" igual que otras recuerdan a "My iron lung" o a "Exit music (for a film)". Una excelente canción. Es curioso, porque Vetusta Morla es una especie de Radiohead revisitado con un cantante que se parece a Liam Gallagher y suena como Maga... y es curioso, digo, porque, con todo, tienen un sonido tremendamente propio y potente.
Durante las dos horas de concierto, revisaron "Un día en el mundo" entero con canciones de anteriores maquetas. El público estaba entregado. Completamente. Años y años de conciertos, ya saben. Se sabían las canciones de memoria y el final, con un "Saharabbey Road" maravilloso fue emocionante. Se les veía emocionados a ellos: a Pucho, a Guille, al Indio... incluso a Jairo, de Vacazul y Depedro, que se subió a tocar al final con ellos, por sorpresa.
Las chicas cantaban "lalalalalalalalalalalá", los chicos cantábamos "lo lololololó lololololó". Como hooligans.
Miren, háganme caso. Estos chicos son muy buenos. Tiene toda la pinta de que cada vez serán mejores, además, pero pueden pillarles ahora que empiezan, porque en realidad no empiezan, continúan. Porque se han tomado su tiempo pero ya están aquí para quedarse. Porque no conozco ni una sola banda de pop-rock española que toque tan bien. Es una delicia. Porque las canciones son muy buenas. Que sí, que a mí me recuerdan a Radiohead, pero es que yo adoro a Radiohead, así que tómenlo como un halago.
Y, por mi parte, mil gracias a Julia por hablarme de ellos, gracias a Víctor Alfaro por invitarme a los Premios Guille, donde les descubrimos juntos, gracias a Manolo de Sonobox por insistir en que oyera el disco y les entrevistara y gracias de corazón a Pablo Camuñas por la invitación al concierto.