sábado, enero 31, 2015
El muro de Berlín
Coincidiendo con la multitudinaria manifestación de la Puerta del Sol, La Vanguardia publica una entrevista con Pablo Iglesias conducida por Enric Juliana. Todo va bien hasta que aparece una anécdota. Las anécdotas venden la historia, recuerden. Juliana le recuerda a Iglesias la novela de Boris Pasternak, "Doctor Zhivago", en concreto una frase de un comisario soviético: "En Rusia ya no hay vida privada". Iglesias, que no ha leído la novela, se lanza a una crítica de la película de David Lean. En realidad, no es necesario, porque el periodista lo único que pretendía era preguntarle si él se sentía así, sin vida privada, pero en la relajación no deja pasar la oportunidad y responde lo siguiente: "Es un buen ejemplo del enfoque anticomunista norteamericano. ¡La pérdida de la vida privada! Una película clave para entender el combate cultural de la Guerra Fría, que los norteamericanos ganaron porque construían mejores historias".
Fíjense en los signos de exclamación, en la indignación y la burla de los signos de exclamación. Qué cosas tiene la gente. La pérdida de la vida privada en la Unión Soviética, la mutilación de los derechos individuales en favor, precisamente, de una casta llamada "partido", los millones de muertos y el estado paranoico resumidos como un invento norteamericano; la Guerra Fría, en general, considerada como una narrativa capitalista. "Construir mejores historias". Para decir algo así en 2015, hay que tener unos huevos toreros, Pablo Iglesias. Apelar además a una novela de un disidente ruso que ni siquiera has leído ya es el colmo de la arrogancia. La modernidad para este hombre es rescatar a Lluís Llach y gritar "Yankees go home",
A veces, con Podemos, cuando se lanzan a por todas, a calzón quitado, me da la impresión de estar viviendo una constante Fiesta del PCE de principios de los ochenta, como a las que me llevaba mi padre. De hecho, salvando algunas distancias, me parece oír a mi padre y en ningún caso a mi hijo, lo que me preocupa bastante porque el futuro no puede haber nacido en 1954. Con una diferencia, claro: a mi padre el poder nunca le interesó lo más mínimo y al menos él no engañaba a nadie.
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La manifestación, por cierto, ha sido un éxito, tal y como se preveía. Las referencias al 15M pueblan las portadas y me parece razonable hasta cierto punto. Sí, probablemente parte de ese "despertar" se inició en Sol y en tantas otras plazas a mediados de mayo de 2011, pero el despertador llevaba sordina: "Sin banderas" como regla universal. La transversalidad en estado puro. Ahora, todo lo contrario: pancartas, banderas y cada uno con su espejo para confirmar su identidad.
A mí todo esto me duele, porque yo también vi algo en Podemos que creí que escapaba al tópico, pero no, lo supera, y eso me hace sentir mal, porque, qué quieren que les diga, yo siempre me he considerado de izquierdas, pero no de una izquierda tan burda que ni siquiera se atreve a decir que es izquierda no vaya a ser que alguien se moleste antes de tiempo. Toda la estrategia está basada en agradar y pedir perdón cada vez que criticas a alguien como David Fernández, de las CUP, por abrazarse con un triturador de los servicios públicos como Artur Mas.
El mensaje viene a ser "todos los que no seáis ellos, sois de los nuestros y os queremos". ¿Y quiénes son ellos? Ni idea. Esperanza Aguirre y Eduardo Inda. Por no tener claro, no tenemos claro quiénes somos nosotros y a Echenique se le está empezando a poner una cara de Trotski que no puede con ella.
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Serena Williams gana su decimonoveno título individual de Grand Slam en Australia. Por delante de ella, solo Margaret Court-Smith en la prehistoria y Steffi Graf en la llamada "era Open". Ganar diecinueve grandes a lo largo de dieciséis años (su primer título data del US Open 1999) en la época más hiperprofesionalizada y globalizada del tenis femenino la coloca en primera línea a la hora de discutir el título de la mejor jugadora de la historia y con sentido. La única pega que no puedo evitar ponerle es esta negativa a pasar un control anti-dopaje. Cualquier deportista de élite que se encierre en un cuarto ante la visita de los médicos es para mí un deportista que hace daño a su deporte.