sábado, enero 02, 2010

La venta de discos en España


Algunas cifras de hace 15-20 años: Julio Iglesias vendió un millón de ejemplares de "Raíces" en 1989, justo el mismo año en el que Mecano llegaba a esa cifra con "Descanso dominical" -un año después repetirían con "Aidalai"-. Rosana cruzó la línea del millón con un exitoso primer disco en 1993, Alejandro Sanz debutó con 900.000, Ella Baila Sola vendió 700.000, incluso un tipo casi desconocido en España como Phil Collins se marcó 750.000 unidades vendidas en 1990.

Por entonces, te daban un disco de oro si vendías 50.000 ejemplares y uno de platino si vendías 100.000. Tenía lógica. Números redondos.

Vayamos un poco más cerca: en 1999, Estopa debutó con 1.100.000 discos vendidos; en 1998, Mónica Naranjo rondó el millón de unidades e incluso Álex Ubago se quedó en 900.000 discos vendidos de su infame "¿Qué quieres tú?". Hablamos de 2003, coincidiendo con el fenómeno OT: Bisbal llegó al millón de copias, Bustamante rozó el larguero y Rosa al menos se quedó en la mitad.

Al año siguiente, 2004, Bebe sacaba nuevo disco y se convertía en un éxito masivo. Copó emisoras, televisiones, portadas... mercado comercial e independiente. Fue número uno, estuvo en la lista de ventas dos años y consiguió vender más de 600.000 discos. No eran las cifras de La Oreja de Van Gogh cinco años antes -exactamente el doble- pero no estaba mal.

Pues bien, por seguir con la misma artista: en 2009, Bebe saca segundo disco, repite en el número uno, lleva 26 semanas en lista, va a sacar su segundo single ya... y no ha llegado a las 60.000 copias. ¿Saben cuánto ha vendido el esperado nuevo disco de Alejandro Sanz? 150.000. Joaquín Sabina lleva un mes entero en el número uno, justo en la época de más ventas, que son las Navidades. Ha conseguido ya el triple disco de platino.

Sólo que ahora el disco de platino te lo dan con 60.000 y el de oro con 30.000. Y sí, eso incluye ventas on-line.

Sólo 14 de los 100 discos más vendidos de la pasada semana habían llegado al platino. Ninguno había superado los 200.000 de Sabina. Han oído hablar mucho de Macaco, ¿verdad? Una de las canciones del verano, casi un año en la lista de ventas, llegó al número dos, Javier Bardem salía en su vídeo, bla, bla, bla... Bueno, pues disco de oro. Y punto.

Según este enlace de El Periódico, en España, con cifras de 2008, la venta de discos se había reducido un 64% en apenas 8 años, es decir, sólo se vende uno de cada tres discos que se vendían en 2000. ¡En 2000!

Eso no es una crisis, eso es un desplome absoluto, un cataclismo. El manifiesto desastre de Escolar y compañía venía a culpar a la industria de esa catástrofe. No han puesto medios para remediarlo, decían. No se amoldan a las nuevas tecnologías. Inserte aquí su comentario sarcástico sobre la SGAE. De entrada, eso no es cierto. Las compañías discográficas han tomado como mínimo dos medidas inútiles:

1) Llegar a acuerdos con servidores del tipo iTunes para vender on-line sus productos en calidad MP3 y a un precio más barato. No ha servido de nada: al menos en España, la gente sigue prefiriéndose bajárselas gratis del eMule y luego ya las reproducirá con el iTunes o con lo que sea. Y si no, nos enfadamos.

2) Cargar sobre los artistas con penosas cláusulas que merman sus ingresos en directo. Habrán oído mil veces el comentario ese de "bueno, pero esta gente gana dinero en los conciertos". Desde hace un tiempo, ya no gana tanto, porque las compañías suelen llevarse una parte porque sí, en supuesto concepto de promoción, y además en casi todos los casos les llevan el management de la gira, con la comisión correspondiente.

El mundo de la música lleva camino de convertirse en un mundo de maquetas y promociones sin objeto. Un mundo de "Paquito, el chocolatero". De conciertos sin canciones. Yo sé que suena muy bien todo ese rollo de "acabemos con la industria" porque es como una invitación a tomar el Palacio de Invierno y a todos nos hubiera gustado estar ahí, pero volvemos a lo de siempre: sin autores no hay canciones, sin medios no hay producción de esas canciones, sin producción no hay calidad.

Ahora bien, productores, autores y músicos de estudio cobran según se venda el disco. ¿No hay algo raro en todo eso? Puede coincidir que un grupo componga sus canciones o que contraten a la misma gente para una cosa u otra pero no es obligatorio. No es lo habitual, tampoco. Sí, vale, ahora cualquiera puede coger su canción, colgarla en MySpace, hacer un vídeo, colgarlo en YouTube y conseguir muchas visitas. Eso está muy bien, pero no veo por qué hay que prescindir de lo otro: del talento en la composición, del cuidado en los arreglos, del tiempo en el estudio, de la calidad en el sonido...

Y eso, amigos, nos lo estamos cargando entre todos. Exigirle a cada artista que sea Vetusta Morla, es decir, que esperen nueve años, que se busquen sus propios gestores, abogados, productores, que pongan su dinero para sacar el disco, que busquen su propia agencia de promoción... es mucho pedir. Eso es lo que se supone que hace "la industria", sea eso lo que sea. Cargársela, sin más, sin tener ningún plan B preparado, es un suicidio.