Sin entrar en demasiados detalles, ayer me operaron en serio. No esas mariconadas de 10 minutos de sedación y ale, a casa, sino una operación de las de verdad, con epidural y todo. Ahora que lo pienso, eso a mi cirujano también le parece una mariconada pero él no tiene que pasar por un postoperatorio digamos que algo complejo en sus segundas horas.
Las primeras, a rebufo de la euforia, los restos de la anestesia y las incontables visitas, fueron deliciosas.
En fin, que estoy de baja en todos los sentidos. Suficientemente bien como para estar en casa escribiendo esto, no tan bien como para decir "mira, voy a escribir en el blog todos los días". Así que, bueno, sirva el aviso y ya iré volviendo poco a poco, según las heridas cicatricen.
Espérenme, por favor. Quedarían ustedes fatal.
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