martes, enero 19, 2010

Haiti


¿Quieren una buena polémica? De verdad, una buena. Con cientos de miles de muertos de por medio. Con cadáveres en cada portada y el periodismo convertido en rata que vaga por las montoneras y pega de vez en cuando un bocado al cuerpo. Hablemos un poco de Haití, en serio. Nada de vudú ni de historias de lágrima fácil.

Hablemos de cómo nos sentimos ante la desgracia. No hay más que vernos. Los que publican, los que emiten y los que leemos. Nos encanta. Nos la pone dura, que diría Tarantino. Cuantos más muertos, mejor. Y que nos cuenten cómo, queremos saber cómo, eso ante todo. ¿Huelen? ¿Cómo se llamaban? ¿Eran bebés? Por favor, que sean bebés, los bebés dan mucho juego, no hay más que ver a Stewie Griffin.

¿Llega la ayuda? ¿Cómo que no llega la ayuda? Voy a poner un mensaje ahora mismo en mi Facebook para indignarme. Voy a poner algo parecido a "... y ahora se derrumban sus chabolas pero nunca nos preocupamos de por qué vivían en chabolas". Voy a poner un enlace a "El Páis" y sus lacrimógenos titulares: "La tragedia entiende de ricos y pobres". Claro que sí. En Haití hay ricos y pobres. Es un vicio muy extendido en todo el mundo. También hay guapos y feos. Yo podría titular: "Las modelos entienden de guapos y feos" y todo el mundo entendería sin más.

Aquí no, aquí se indignan. Faltaría más: los chicos de las chabolas mueren y los ricachones viven en sus mansiones. ¿Hay mansiones en Haiti? Debe de haberlas, porque es otro vicio extendido. Deben de ser propiedad de los que durante los últimos 50 años, a las espaldas de cualquier Duvalier -padre o hijo- apoyado por Francia o por Kissinger o por quien sea, se han dedicado a propagar el terror, la miseria, la esclavitud... todas las condiciones previas a la tragedia. Sí, los tonton macoutes. Los jefes de los tonton macoutes, me refiero, porque si cada tonton macoute tuviera una mansión en Haiti, aquello sería Abu Dhabi.

En fin, nuestra ceguera ante las chabolas. Es triste que haya chabolas. Las chabolas, como todo el mundo sabe, tienen tendencia a derrumbarse. Nos preguntamos qué podemos hacer y eso es lógico. Es humano. Otra cosa es que nos preguntemos que hemos estado haciendo, porque hasta ahí quería llegar. Yo puedo mirar lo que está pasando en Haiti, taparme la nariz y sentir un dolor casi obligado. El dolor de los cementerios. Lo que no puedo es sentirme culpable, lo siento.

Estoy harto de sentirme culpable.

En Haiti reina el caos. Ahora y en los últimos 60 años. Alguien puede objetar que hemos dejado que reine el caos y tendríamos que haber hecho algo. Puedo estar de acuerdo, pero entonces el debate sería: ¿el qué? Porque a mí solo se me ocurre una cosa: echar al dictador, crear algo parecido a un estado de bienestar democrático y eliminar en lo posible el componente religioso o místico en lo que tiene de sumisión de unos a otros. En una palabra, "marines".

A veces la pregunta no es si invadimos demasiados países sino si invadimos demasiados pocos. Yo estoy dispuesto a sentirme culpable por una de las dos cosas pero por las dos a la vez, incluso occidental, me siento incapaz. Haiti iba a la deriva y les dejamos a su suerte. Cierto. Buena parte de las consecuencias del terremoto tienen que ver con la ausencia total de preparativos, estructuras, médicos, etc. en la zona. De acuerdo. En Haiti unos viven bien y la gran mayoría vive fatal. Está bien. ¿Qué vamos a hacer ahora que lo sabemos? ¿Nos quedamos o nos vamos? Y si nos quedamos, ¿para cuándo exactamente la manifestación anti-imperialista? Lo digo para ir preparando las pancartas.