jueves, febrero 19, 2015

America



Fue una tarde de septiembre, después de ver a Marta en el campus de la Autónoma. Ella salía de un examen, creo que de biológicas, y yo quedé en recogerla y acompañarla al Cercanías. Como no quería darle demasiada importancia al asunto -obviamente no le dije: "Voy a irme de Madrid a Cantoblanco solo para verte mientras volvemos de Cantoblanco a Madrid"- le pedí a una amiga que me acompañara y así podríamos hacernos un poco los encontradizos. Para rematar la faena estética, me llevé un libro, creo que de Carver.

La "cita" fue el desastre que los dos esperábamos, la típica conversación en la que dejas caer cinco veces que ahora mismo no quieres una relación seria con nadie. Ella no la quería y yo tampoco, pero igual sí, quién sabe. Tenía diecinueve años y había pasado el mejor verano de mi vida. Llegué a casa de mi madre algo aturdido, sin saber si me habían dejado o si había dejado yo a alguien o si se puede dejar algo que en rigor no comenzó nunca. Me tumbé en la cama y me puse a canturrear una y otra vez: Cathy, I´m lost, I said, though I knew she was sleeping.

La idea era, por entonces, buscar América y encontrarla, y desde luego en el camino reconocer que estabas perdido. Completamente perdido. I´m empty and I´m aching and I don´t know why, el himno de todo adolescente. No volví a ver a Marta hasta tres meses después en una fiesta en la facultad de Psicología. El recuerdo que tengo es que flirteó descaradamente conmigo, aunque este puede que sea un recuerdo algo exagerado.

Dio igual, yo por entonces ya tenía novia.

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Les digo a mis alumnas que el próximo día escucharemos "Hearts and bones", dentro de este cursillo básico de Paul Simon en el que las he metido aprovechando que el televisor no funciona y no podemos poner "La vida de Brian". Les explico más o menos lo importante que es la canción para mí, incluido el vínculo familiar, y hasta qué punto Paul Simon es bueno para una clase de inglés porque sus canciones no dejan de ser historias -¿qué será lo próximo, "Train in the distance"?- por lo general, tristes.

No les digo que por las mañanas me ha dado por ponerme el "Fascinado" de Sidonie para recordar cuando era diez años más joven y había restos de mí en tu almohada, flores heladas salidas de mi jardín polar. No sé si es un gran disco, uno pierde la perspectiva con las emociones, pero es un disco que me cambió la vida, una excelente banda sonora a todo lo que estaba a punto de pasar. Voy al baño, estás ahí, trágico y lunar, me estás mirando...Ella no era lunar pero sí era trágica. Quizá también fuera lunar porque no sé muy bien lo que significa ese adjetivo. Nos besamos en el baño y luego ella apartó la boca y se volvió al salón. En el salón estaban otro chico y otra chica y por las habitaciones medio abiertas, un montón de ordenadores encendidos.

Aquello olía a redada policial en cualquier momento.

Salí de la casa cuando ya había amanecido con una enorme sensación de silencio, de que jamás podría explicar todo lo que había pasado más que nada porque lo que había pasado era muy poco con respecto a lo que parecía estar a punto de pasar en cualquier momento. Me fui antes, eso es todo. Ahora, a veces, me gustaría volver, pero ya no hay nadie esperando.

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La tercera edición de los Diarios de Iñaki Uriarte. Montano da la noticia en Twitter y al día siguiente yo ya estoy en Tipos Infames comprándolo como un yonqui y aprovechando el trayecto del 40 para empezar la lectura. Un ansiolítico. Es mi manera de definir a Uriarte: una enorme paz al pasar las páginas. No hay grandes metáforas, grandes juegos de palabras, expresiones estupendas esperando que alguien aplauda cuando se acaban de leer... pero es todo maravilloso, tranquilo, hospitalario.

Sí, ese sería el otro adjetivo para definir a Uriarte: "hospitalario". Supongo que solo para los que nos sentimos cómodos en algunas casas y no en otras, claro. No solo leer a Uriarte sino soñar con ser Uriarte. Yo creo que Montano y Jabois están conmigo en esto, aunque puede que me equivoque. En la segunda página -¡la segunda página!- del libro ya me obliga a subrayar un párrafo entero: "Días buenos en los que apenas he hecho nada. Días de los que, si yo fuera a vivir quinientos años, obtendrían un notable. Pero, como no es el caso, entran prisas de no sé qué".

"Prisas de no sé qué", qué maravillosa manera de definir mi vida, así de un plumazo.