domingo, febrero 22, 2015

A doce años del Tamayazo



Casimiro García-Abadillo, director de El Mundo, menciona en su carta de los domingos una visita del tránsfuga Eduardo Tamayo a Francisco Granados en la que le habría pedido seis millones "por guardar silencio". Lo curioso es que el testimonio no encabeza el artículo y ni siquiera forma parte de la línea argumental, no es más que un añadido casi en forma de anécdota dentro de ese cenagal que es el PP de Madrid. Como recordarán, Tamayo, junto a su compañera de partido María Teresa Sáez, impidieron con su abstención la investidura de Rafael Simancas en 2003, una decisión tan sospechosa que la Asamblea de Madrid montó un paripé llamado "comisión de investigación" presidido por el entonces alcalde de Valdemoro.

A mí todo esto me deja perplejo. El director de un periódico insinúa tranquilamente que el PP acordó pagarle seis millones a Tamayo o por lo menos insinúa que Tamayo consideraba que tenían una deuda con él de seis millones... pero prefiere no elaborar al respecto. No lo da como noticia sino como comentario dentro de un larguísimo artículo; no encarga una investigación detallada sino que lo presenta casi como algo banal. No solo eso, sino que, consciente de la situación, contrata a la gran beneficiada de toda aquella operación, Esperanza Aguirre, como columnista de su propio periódico.

Convendrán conmigo en que la situación es chocante. Con todo, las circunstancias -que algún día sabremos cuáles son y cuáles han sido durante los últimos doce años al menos- no le impiden al periodista concluir su artículo con un demoledor: "Mejor estar seguros de que a los candidatos no les va a estallar un escándalo una vez nominados" para explicar la tardanza de Rajoy y el PP de Génova en anunciar sus cabezas de cartel. Pues sí, casi mejor, aunque si los escándalos los refugiamos en la sexta línea del quinto párrafo, tampoco van a llegar muy lejos.

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Quedo para tomar un café con Manuel Jabois a las seis en Avenida de América y acabo cenando con Ana, Manolito y sus padres a las diez y media de la noche en su casa de General Pardiñas. Está emocionado aún por el artículo que se publicará al día siguiente sobre el padre de Umbral. Sin duda, Jabois era lo que necesitaba El País para desprenderse de ese aire predecible que a veces le rodea. Por lo demás, es una velada agradable: hablamos de los motivos de su fichaje, de guarderías y de la rivalidad Pontevedra-Sanxenxo. La rivalidad futbolística, quiero decir.

Como en realidad no soy más que un invitado en una reunión familiar, me voy más bien pronto, a tiempo para dar un paseo a casa sin agobios. Al despedirme, me doy cuenta de que estoy tratando a los padres de Manuel de usted y yo mismo me corrijo y les empiezo a llamar de "tú" y es obvio que estoy nervioso, que la propia figura de "los padres", como cuando era un adolescente, me impone. Algo absolutamente ridículo teniendo en cuenta que ahora el padre soy yo, por mucho que me empeñe en no darme cuenta.

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Leo que Ciudadanos es la opción de Planeta y del IBEX35 para desgastar a Podemos.. A mí estas conspiraciones a lo Club Bilderberg me aburren un poco, la verdad, así que dejémoslas a un lado y centrémonos en algo evidente: Ciudadanos, no sé por qué, se ha puesto de moda. Sobre el partido y la confianza que me inspiran ya hablé en su momento y sería absurdo repetirse, más que nada porque, ya lo dije, probablemente se base en un prejuicio y los prejuicios son malos compañeros de viaje.

Sobre el trato de los medios de comunicación, eso sí, no puedo evitar reconocer que me tiene extrañadísimo, más que nada porque hablamos de un partido con nueve años de historia y unos cuantos cadáveres en el armario que todo el mundo está muy preocupado en dejar ahí guardados.

Lo mejor que han aportado Podemos y Ciudadanos al debate político español, dos partidos pujantes cuyos argumentarios se desmontan por sí mismos a poco que se pierda la pereza, es la refutación del cargante "Cuando alguien dice que no es de izquierdas ni de derechas es que es de derechas". Como los dos lo dicen, y obviamente al menos uno de los dos no es de derechas, igual pronto podemos empezar a decirlo los demás sin que se convierta en una "excusatio non petita". Y en nuestro caso, igual hasta es verdad.