Hace aproximadamente un año empecé a escribir una serie de artículos sobre el 15-M. Si soy sincero, en su momento no pensé que el asunto fuera a dar ni para un miserable post. Aquello era una manifestación un poco difusa y yo era un chico cínico, frío e intelectual ajeno a esas sensiblerías. Sin embargo, después de la manifestación llegó la acampada, y con la acampada, la charla, la discusión, el respeto, el cariño, la organización... y me enganchó, lo reconozco. Por lo menos hasta el día de las elecciones.
En ningún momento pensé que estuviéramos ante una revolución, pero me sorprendió el uso de la imagen, la publicidad, las tecnologías... cómo conseguir que 25.000 tíos en una plaza fuera noticia de portada en el New York Times o en el Washington Post. Lo que se movía más allá de las consignas: el buen humor, la idea de que podía hacerse algo más allá de las ideologías, aunque solo fuera escucharse. Necesitábamos escucharnos. Todavía lo necesitamos. Cuando la gente me preguntaba qué era el 15-M yo respondía "una terapia de grupo". Sigo pensando lo mismo.
Quien pretendiera cambiar el mundo podía ir anticipando el fracaso. Yo pretendía cambiarme a mí mismo, sentirme mejor, más arropado. Todos nos sentimos más arropados esos días y sin violencia, sin banderas, sin odios. Qué paz. Los amantes del orden protestarán indignados -valga la expresión- pero aquello fue un oasis dentro de un desierto de corrupciones, odios, fracasos, inutilidad... y una campaña electoral a la altura de nuestros partidos. Creo que hubo una influencia de esas acampadas, la de Sol y la de las demás ciudades, y la sigue habiendo, aunque solo sea por el pánico que demuestran legisladores, mossos d´esquadra y directores de La Razón a la simple posibilidad de que los chavales no obedezcan. Que se sienten, que hablen, que digan muchas tonterías, claro que sí, pero que durante unos días no se odien.
Esos artículos son muy críticos con las ideas que salían del 15-M y muy críticos con los insultos gratuitos al 15-M. Están comentados y mejorados, divididos por secciones. Analizan muchísimos problemas en muchos ámbitos y se niegan a incluir la palabra "indignados", que se inventó la prensa para etiquetar y que muchos aceptaron por el gusto ancestral del individuo a pertenecer a una etiqueta. Allí nadie había leído a Hessel. No hacía falta. Allí todos llevábamos demasiado tiempo callados, eso era todo. Decidimos hablar. Dormíamos. Despertamos.
Pongo ahora a vuestra disposición gratuita el PDF con esos artículos. Son apenas 55 páginas pero sigo creyendo que el análisis es muy bueno. Posiblemente, si todo va bien, pronto haya la posibilidad de colaborar con al menos un euro si el libro os ha gustado. De momento, aprovechad. El
enlace es este. Descargadlo, imprimidlo y no os indignéis, disfrutadlo. Recordad. No os olvidéis de recordar.