sábado, mayo 26, 2012

Barcelona 3- Athletic Bilbao 0


El último partido de la temporada duró 24 minutos, lo que tardó Pedro en marcar dos goles y Messi en fusilar a Gorka a bocajarro. Es incalculable lo que el Barcelona ha echado de menos al canario durante todo el año y bueno sería que Del Bosque tomara nota de su actual estado de forma: su facilidad para aparecer en los partidos decisivos es impresionante y algo me dice que si Guardiola le hubiera dado más minutos ante el Chelsea, quizás el Barça habría estado en Munich. Nunca lo sabremos.

Como digo, el partido duró más bien poco y tuvo un punto cruel e injusto. El equipo azulgrana salió a por todas desde el principio, conjurado para expiar frustraciones y despedir a su entrenador por todo lo alto. El Athletic tenía el antecedente del gol temprano de Falcao en Bucarest en su otra gran cita de la temporada pero no consiguió aprender la lección. Es un equipo muy joven, con muy poca experiencia y que tiene que madurar a partir de estas derrotas. La actitud de sus jugadores merece mucho más que un balance de 0-6 en las dos finales.

Y es que para el Athletic todo fueron fatalidades: de entrada, el acierto rival; después, la tradicional torpeza arbitral, que se comió un penalti de Piqué a Llorente en la primera parte que le obligaba a expulsar al central catalán, cosa que Borbalán se negó a hacer, sabedor de que siempre es más fácil beneficiar al grande y más con un 3-0 que cambiar el signo del partido con una decisión que luego una cámara puede dejar en ridículo. Rival y árbitro aparte, cuando los bilbaínos se vinieron arriba y buscaron el 1-3 tampoco fueron capaces de meter el balón en la portería, pese a sus múltiples ocasiones.

Del lado blaugrana, buenas noticias: el hambre sigue ahí, Messi deslumbra de nuevo, Pedro vuelve a aparecer y Montoya tiene una pinta estupenda como lateral. Un hombre para muchos años, sin duda. Un defensa silencioso que supo parar a Muniain cuando cayó por su banda y llegar al ataque con más claridad que Alves en sus últimos partidos. En cualquier caso, todo fue demasiado fácil; tan fácil que demasiados errores de coordinación entre Piqué y Mascherano pasaron desapercibidos ante la contundencia del resultado y la poca eficacia de los delanteros vascos.

Quedará el recuerdo del partido mucho más por sus connotaciones históricas -el último partido de Guardiola y su último título: 14 de 19  posibles después de dos años en blanco- que por la calidad del juego. Los futbolistas están fundidos a estas alturas de año y eso es muy preocupante cara a la Eurocopa. Incluso los caballos más fornidos acaban derrumbándose cuando se abusa de su esfuerzo y muchos están demasiado cerca del límite. Messi quiso dedicarle a su técnico un gol de escándalo pero Gorka lo impidió.

El Athletic no quiso ser un invitado a la fiesta y se mostró aguerrido, buscando el cuerpo a cuerpo, monopolizando el balón en los primeros minutos de la segunda parte. Eso dice mucho de su voluntad y de su bisoñez. Un equipo con Llorente, Martínez, Muniain y Herrera está llamado a cosas grandes con o sin Bielsa, aunque con el argentino será más fácil. Insisto, hay algo cruel en este doble 3-0 que se llevan para Bilbao en las dos finales. El equipo no fue tan inferior ni al Atlético ni al Barcelona, pero estos supieron jugar los momentos clave con jugadores clave. Muy pronto, esos jugadores tendrán apellido vasco.