¿En qué sentido cambiaba nuestra vida un nuevo disco de Supergrass? ¿Cómo conseguíamos enterarnos de que Dave Grohl había fundado los Foo Fighters? ¿Qué sentíamos cuando el viento helado iniciaba "The Bends"? ¿Me gustaban realmente los Bluetones o simplemente era un complemento para las mañanas en las que quedaba en el Cercanías con la Chica Langosta? ¿Qué empezaba y qué acababa en cada uno de los síncopes de "Supervixen", en qué consistía esa montaña rusa?
¿Por qué había que comprar el tercer disco de dEUS en la FNAC de Toulouse? ¿No podía esperar de ninguna manera? Todo para acabar escuchando "Solo quiero decirte adiós", en bucle. ¿Realmente era necesario? ¿Cómo eran las cartas que escribía Nuria desde el futuro y por qué me recordaban a "Strange news from another star"? ¿Es normal que cada una de estas canciones tenga un momento asociado, como una fotografía de carnet, un momento, un contexto? ¿Realmente le gustaba a esa chica que cantara "Wonderwall" tirado en la cama de René? ¿Realmente le gustaba yo?
La Chica Diploma no se sabe la historia de la Chica Indecisa, pero yo estoy seguro de que se la he contado mil veces. Todo lo he contado mil veces, pero, aun así, ¿por qué no? Un par de chavales cantan "Creep" casi treinta años después en la plaza de la Catedral de Barcelona, a pocos metros de un señor que entona "Sabor a mí" con su guitarra. La Chica Indecisa trabajaba en el Carrer d´en Guignás. Estoy casi convencido de eso. Era un bar que podríamos llamar peligroso, un bar de puerto. No sé qué música sonaba en el bar de la Chica Indecisa, pero ella tenía un grupo que no sonaba a nada parecido. La quisieron cambiar porque su inglés no era perfecto, pero al final lo que hicieron fue desaparecer y punto.
Hicimos un taller y de ahí salió gente muy famosa. A mí me gustaba un verso de la Chica Diplomática que decía "A ver cómo suenas sin palabras". Me pareció maravilloso porque había ahí una desnudez nada impostada. Una desnudez terrible, de psicoanálisis. Se acabaron las palabras, se acabó el ruido y, ¿qué queda? ¿Qué eres tú más allá del ruido? ¿Qué eres tú más allá del "Coming up" de Suede, comprado en Madrid Rock con Dani, qué eres tú más allá de Doctor CD, qué eres tú más allá del cuarto de baño de un parking mugriento en pleno Port Vell, no demasiado lejos ya de la Barceloneta?
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"Cómo suenas sin palabras". Yo venía a escribir de otra cosa y se me ha quedado esta frase pegada. Una frase de hace quince años. Yo venía a escribir de la paz burguesa de Sitges, de los Rodalies amb destinaciò Castelldefells, Sant Viçenç de Caldès. Venía a escribir sobre las vistas desde una terraza mojada, el viento incómodo, la señora del bañador lista para meterse en el agua. Venía a escribir sobre la calle de los ositos y sobre Gonçalo Guedes rematando de cabeza un centro preciso de Carlos Soler. El Sports Bar de la esquina. Venía a escribir sobre la chica que no quería ser camarera, sobre el arroz con pescado, el hotel sin segunda planta.
Yo venía aquí solo para escribir sobre los ataques de ansiedad y sus interpretaciones. "El lobo hombre en París" sonando en una fiesta improvisada de cincuentones a la hora del aperitivo. Mañana de sábado. Un tiempo agradable. No tenemos ningún destino ni ningún asidero, así que somos algo así como náufragos. Venía a escribir sobre la Chica Diploma y su manera de dejar la cabeza caer sobre mi hombro entre callejuelas. Escribir sobre una playa desierta de noche, un paseo marítimo lleno de gritos, una azotea con vistas a unas vías de tren.
El hotel Le Meridien. Venía a hablar sobre el hotel Le Meridien en 1995 y en 1998. Sobre las pensiones de las Ramblas, sobre los hoteles NH, sobre el Tryp Apolo y el Meliá Barcelona. Venía a hablar sobre mi vida de joven exquisito en vagón de primera clase. Una hamburguesa en el New York Burger, unas patatas bravas al lado de Santa María del Pi. Una calle eterna, larguísima, que no acaba nunca. Una confusión en las distancias y los tiempos. El portal del Ángel Caído, tan esquivo como siempre. El café Moka y los recuerdos del POUM. El Zurich. La calle Balmes. El bar donde tocó Pablo un lunes, en el Paseo de Colón. Tres o cuatro canciones y luego micro abierto. Un lunes, insisto. Al lado del bar donde trabajaba la Chica Indecisa, que no sabía si llevarme a su casa o no.
Yo venía a hablar de todo eso, pero, de repente, la frase.
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Bueno, yo sigo, como lo del tonto y la linde. Els Quatre Gats. Fuimos una tarde a Els Quatre Gats y se hicieron unas fotos muy divertidas, así de siglo XIX. Todo era la leche, por entonces, también ellos. Al día siguiente, fuimos T. y yo y no conseguimos encontrar el café. Era increíble, como si hubiera desaparecido de la noche a la mañana. Dábamos vueltas y vueltas y no lo encontrábamos y dábamos más vueltas y de alguna manera nos empezábamos a divorciar. Descubrir Barcelona es de esas cosas que pasan una vez en la vida, más que nada porque Barcelona está ahí para ser descubierta, esa es su gran razón de ser. Una ciudad para chicos de veintiún años que no saben de la vida y se rinden ante la belleza.
La Chica Diploma no se acuerda si hemos ido juntos dos veces o tres. Yo tampoco me acuerdo. Diría que dos, porque solo recuerdo dos... pero me suenan tres. A ella le pasa igual. El problema es que no recordamos qué hicimos. Ahora, de repente, mientras escribo esto, creo que estuvimos en el Parc Güell, pero lo mismo no, lo mismo el Parc Güell ni lo pisamos y nos limitamos a subir al Tibidabo y a tomar algo en un bar que había a medio camino, en pleno descenso, un bar que no era el Mirablau o que yo creo que no era el Mirablau porque juraría que en el Mirablau (como en la Razzmatazz) solo he estado con Fer, pero lo mismo sí era.
¿Qué más? ¿Iríamos al NH Constanza? ¿Tomaríamos algo por el barrio de Gràcia? ¿Cuántos días nos quedamos? Fuimos en AVE y subimos por la Calle Numancia, supongo. No nos metimos en el Workcenter de la Diagonal porque no hacía falta, no hicimos noche en el NH Les Corts porque hace demasiado frío y tienen la fea manía de ponerte junto al ascensor y luego no duermes por la noche. ¿Qué hicimos la Chica Diploma y yo en Barcelona dos, tres veces? Ni idea. No nos acordamos. Cogemos la Avenida Roma y contamos los pasos. Jonathan mira el móvil nervioso para comprobar cuántas estrellas le hemos puesto. Las cosas no deberían funcionar así. Las maletas esperan en la consigna. Es hora de irse.
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Yo quería dejar claro que el Rey Sol sigue sin dormir, para que lo recordemos. Eso es todo. Nada más. Un saludo. Buenas noches.