miércoles, octubre 14, 2015

Juegos educativos, presidente...



Leo en El País unas declaraciones de Mariano Rajoy en medio de la celebración del 12 de octubre: "Lo importante hoy es que Standard&Poors" nos ha subido la calificación mientras que a otros se la ha bajado". Me falta contexto para la frase, porque ni siquiera este presidente del gobierno puede ser tan torpe: si unos somos España y los "otros" son Cataluña, el discurso independentista ha calado incluso en La Moncloa, lo que resulta sorprendente.

Horas más tarde lo comento con unos amigos en un restaurante mexicano: el problema de Ciudadanos a la hora de apoyar un eventual gobierno de Rajoy es el evidente desgaste que tiene el hombre encima. Estamos ante una persona agotada tanto física como mentalmente, sin reflejos, sin capacidad de explicarse y que ha hecho del no hacer nada algo más que una táctica: una simple necesidad. No da para más.

El otro día colgaron un vídeo en La Voz de Galicia -me pregunto qué habrá sido del redactor que se atrevió a tanto- en el que se veía a un Rajoy confuso, perdido, intentando sonreír, diciendo poco más que obviedades y dando una impresión patética. Si la situación es la que parece, quizá el problema no va a ser solo de Ciudadanos sino probablemente lo sea del propio Partido Popular: ese hombre no puede ser su presidente cuatro años más, no va a aguantar. Probablemente no aguante ni cuatro meses. Esto es algo que va más allá de ideologías o partidismos y es grave, pero el PP, como siempre, lo orillará. No tienen precio autodestruyéndose.

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Más de lo mismo: Maroto esta mañana en Onda Cero. La sensación de que Alsina se está mordiendo la boca todo el rato porque el discurso del portavoz del PP es completamente inconexo y disparatado, lleno de alusiones forzosas a los temas que desde Génova han decidido que hay que sacar como sea. Los ERE, Alaya, las injerencias del PSOE en el poder judicial y la responsabilidad de Albert Rivera -"tiene que salir hoy mismo a dar una explicación"- por decisiones del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Solo falta Jep Gambardella preguntándole, sonrisa irónica, qué demonios es una vibración y el hombre se habría derrumbado ahí, en directo.

Es todo un disparate. De vez en cuando el periodista interviene pero no sabe bien cómo parar la verborrea , así que le viene a decir: "Javier, es todo un disparate", pero Maroto sigue y sigue, como un maratoniano al que las piernas y la cabeza ya le han fallado y solo puede hacer zig-zag hacia adelante. En la tertulia posterior todavía hay un periodista -no sé quién es, pero podría ser cualquiera- que acusa a sus compañeros de atizar a Maroto cuando éste ya se ha ido. ¿Y qué otra cosa podían hacer? ¿Qué se hace ante un suicida?

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Llegará pronto y no puedo decir que la adrenalina supere a la decepción. Tiene todo un punto triste, este venderse como puta todo el rato y que ni siquiera te contesten. Tomé decisiones equivocadas y punto, no hay que mirar más allá. Se acabará el dinero y me tendrá que mantener mi mujer mientras fantaseo con el periodismo, con la escritura, con el talento que se supone que tengo pero que no sirve para nada. El otro día, mi tía me venía a decir que los jóvenes nos quejábamos mucho, pero yo ya no soy joven. Yo estoy muy cerca de cumplir cuarenta años y solo tengo una preciosa colección de emails perdidos en el ciberespacio.

Llegará pronto y nadie podrá decir que no lo avisé. Me rendiré y haré otra cosa, solo que no sé hacer otra cosa. Quizá, clases de inglés, pero la precariedad será la misma. No puse el entusiasmo que debía. Otros lo pusieron antes que yo y ahora ya es demasiado tarde. ¿A qué estaba yo entonces? A entender el mundo, a entenderme a mí, a no sentirme ajeno. A buscar la mujer de mi vida, también. Me gusta decirme que en ese sentido he triunfado porque además es verdad: he triunfado. Y así, me paso los festivales de cine enseñando a todo el mundo fotos de mi mujer y mi hijo en vez de buscar trabajo, mendigar trabajo como esos jornaleros que se ponen en fila a las seis de la mañana a ver si hoy el señorito les lleva a trabajar la tierra.

No sé, algo haré. Siempre he sobrevivido y esta no va a ser una excepción, pero ni siquiera el más prudente de mis yoes imaginaba que el camino iba a ser tan angosto, tan asfixiante. Rendirse sería una opción si pudiera pagar el piso. Como no puedo, aquí sigo, y como decía antes, lo que llegará no será mejor, pero quizá, quién sabe, más tranquilo.