viernes, marzo 21, 2014

Medina del Campo 2014. La gestión de la felicidad



La Chica Velvet habla de su familia y cuando lo hace los ojos le brillan un poco más de lo normal sin que yo pueda saber exactamente si está a punto de echarse a llorar o no, porque la voz sigue siendo la misma, ni una concesión a la angustia que cierra la garganta. Los errores que cometieron nuestros padres y los errores que cometeremos con nuestros hijos. La conciencia del error. Su gestión, si se quiere. Lo que queda al final del día: un perro y un montón de gente que ha intentado quererte lo mejor que ha sabido aunque no siempre se lo hayas puesto fácil.

Estamos en un bar inquietante de Medina del Campo. Algo que no termina de ser nada en concreto: parece el típico lugar de reunión para adolescentes a la salida del cine. Echan un partido absurdo en la televisión, hay rasgos estadounidenses en la decoración pero por lo demás sirven cafés con la displicencia a la que acostumbramos los castellanos. Es el final de la tercera sesión de cortos del Festival y a los dos nos ha gustado bastante, más que el año pasado, al menos en mi caso. La Chica Velvet se irá con su madre a ver "Gloria" y yo me meteré de nuevo en el cine a ver los últimos diez cortometrajes para alcanzar un total de cuarenta.

Ambiente de sábado por la tarde en ciudad de provincias. Un tiempo excelente. Algo que no es euforia, tal vez electricidad estática, recorriendo todavía el cuerpo y las sonrisas.

Si la felicidad se parece a algo, se tiene que parecer a esto: llegar el viernes en tren, sentir que no solo eres uno más sino que incluso puedes llegar a sentirte especial, volver a ver a los viejos amigos, esos amigos a los que solo se ve una vez al año pero da igual, todo queda en el mismo abrazo... apologías del talento, directores entusiastas, actores y actrices de todo tipo, fiesta audiovisual en el Coco´s. Por la mañana del sábado, la repetitiva charla sobre el presente y el futuro del cine español pero con más sangre, porque cuando te aprietan mucho es lo que pasa, que se concentra y acaba saliendo. Después, ya digo, cortos y Chica Velvet. Laura y Roberto en una terraza de la plaza de Segovia.

Medina del Campo es un buen lugar para los altos y bajos. Su festival lo pide a gritos. Empiezas en plena exaltación de la amistad, probablemente borracho, y todo el mundo es tu amigo y a la mañana siguiente no sabes si sentirte culpable o no pero tiras de adrenalina como puedes hasta que llega la hora de comer y entonces es cuando tienes que recurrir a la gestión de verdad, la gestión de lo que queda después de la euforia, que debería ser la felicidad pero a veces es justo lo contrario, una sensación de vacío, de fiesta que se acaba. Así hasta el domingo, un ansiolítico como otro cualquiera, y te deja aplatanado, comiendo hamburguesas en la Cómic, sentado en un banco al sol de la plaza mayor leyendo a Saviano, tomando cafés en el Gloria y viendo goles del Barça en el Coco´s, justo después de que la Chica Velvet haga su propia despedida, Emiliano se muestre de nuevo como el mejor anfitrión posible y el tren haga el camino de vuelta, el que nadie con dos dedos de frente debería hacer.

El que quizá no haría si no supiera que la Chica Diploma y Alvarito me están esperando en Madrid, estación de Chamartín. Ella, intentando demostrar que puede ser la embarazada más guapa del mundo; él, dando patadas todo el rato, como si ya estuviera pidiendo su cuna en el Hotel La Mota.