miércoles, julio 31, 2013
Susana Díaz y Griñán, a ritmo de Loquillo
Hace un par de días, en una de sus múltiples apariciones en público -unos afrontan los escándalos callando, otros sobreactuando, pero el escándalo sigue ahí agazapado, esperándolos tras cada portada-, la futura presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, definía a su aún jefe, Juan Antonio Griñán, como "íntegro, recto y honesto"... y desde entonces no he conseguido apartar de mi cabeza la definición que a su vez hacía Loquillo de sí mismo: "Feo, fuerte y formal", supongo que por los tres objetivos y porque mi cabeza funciona de una manera un tanto azarosa.
Sin embargo, pensando en el parecido, hay que reconocer que Loquillo fue mucho más ingenioso, porque, al fin y al cabo, ser "feo, fuerte y formal" es ser tres cosas distintas que se complementan, pero ser "íntegro, recto y honesto" es ser lo mismo tres veces, que supongo que es lo que Díaz quería remarcar, que Griñán no es solo honesto sino tres veces honesto, tres veces santo. Un poco pelota, Díaz, todo hay que decirlo, y viendo lo visto, un poco temeraria también porque la honestidad es algo perfectamente falsable: basta con que un juez lo demuestre para que Griñán deje de ser íntegro, deje de ser recto y deje de ser incluso del PSOE, porque las cosas funcionan así: si te pillan, conmigo no cuentes.
Bueno, eso no es del todo exacto, el proceso suele ser el siguiente y a los que nos gusta el ciclismo nos suena de cada vez que alguien da positivo en un control anti-dopaje: si haces trampas, nosotros miramos a otro lado; si haces trampas y sospechan, te defendemos todos a una, sin fisuras; si haces trampas y te pillan en una de ellas... ahí se impone el silencio. El tuyo y el nuestro. Es lo que tienen las familias. Ese silencio espeso entre el primer y el segundo plato. El silencio que solo se rompe por SMS: "Sé fuerte. Aguanta. Te comprendo".
A partir de aquí, caben dos opciones: el tramposo asume sus culpas en solitario, en cuyo caso, con el tiempo, se le premia con alguna clase de amnistía y la concesión de un puesto como director deportivo -o con un puesto atractivo en una de nuestras empresas amigas-... o el tramposo decide tirar de la manta. En ese caso, el "íntegro, recto y honesto" o el hombre "cuya culpabilidad jamás podrá ser probada" se convierte en un alien, un extraterrestre que bajó de las estrellas para ser tesorero del partido o secretario regional o lo que sea.
Un extraño a quien solo le quedará repasar las hemerotecas, el nudo en la garganta, a lo Michi Panero, repitiendo "Éramos tan felices, éramos tan felices..." mientras pasa de un elogio a otro, de una foto entusiasta a otra y comprueba que no queda nada porque ya no es nadie, porque se ha ido de la familia del partido, sea ese partido el que sea: el PP, el PSOE, CiU cuando se pone o IU y ERC cuando prefieren seguir adelante como si nada no vaya a ser que pierdan alguna concejalía.
Y lo peor de todo es que, la Susana Díaz de turno, el Mariano Rajoy de turno, seguirá a lo suyo, es decir, presidiendo y distribuyendo elogios, que es la mejor manera de presidir en este país, sin complejos, intentando convencer a todo el mundo de que el infierno son los otros y que ese Bárcenas, ese Griñán si se diera el caso, no lo duden, no son más que agentes externos contratados por el enemigo, es decir, el partido rival... es decir, su espejo.
Artículo publicado originalmente en el periódico El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"