De momento, parecen pocos. Luego, ya se verá; aún hay mucha gente desaparecida. Mucha más de la que me gustaría, por cierto. La gente quiere comprarlos y eso me halaga, pero no se venden. Soy demasiado fiel a las ideas, casi más que a las personas. El libro no se vende. El reparto ya está hecho. Puede fallar gente. Me encantaría que fallara gente si lo que quieren es fallar, así su ejemplar iría a alguien que quisiera de verdad leerlo.
Me siento miserable cuando digo "no". Es una sensación que me corroe por dentro, me veo como un pretencioso o un maleducado. No voy a entrar en si ese es un juicio equivocado.
La chica de la portada estaba fuera y dentro del libro a la vez. Una de esas situaciones que, necesariamente, abruman. Pero lo lleva bien: la gente se pasa el libro de mano en mano y luego la mira y sonríen o le dicen algo y ella sigue sonriendo. No tenía ni idea de hasta qué punto esto iba en serio, me parece.
Me alegro. Tenía que ser ella, tenía que ser el puente, tenía que ser Lucía. Fidelidad a las ideas, quedó escrito un poco más arriba.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 5 horas