Algunas preguntas que podrían surgir: no, no son un desastre –llegaron, los 120, esta mañana, después de que el transportista los intentara dejar en el 3ºB, 3ºD y así sucesivamente...- y sí, son para regalar. Me gustaría poder explicar por qué con bonitas palabras y aspiraciones a la santidad, pero supongo que tiene mucho más que ver con el exhibicionismo que acompaña a todo escritor egocéntrico.
Y yo soy un escritor egocéntrico, eso está claro.
También está la esperanza de que esto no sea más que un eslabón en la cadena de muchos libros, mucho éxito, muchas ventas... Con "Vampiros, ángeles..." estuve cerca de ganar dinero, y ahora no quiero ganarlo, quiero perderlo. Volver a ganarlo a costa de los conocidos, amigos, familiares... me parece un poco ruin a estas alturas. Puede que aún siga siendo joven -el prefijo "veinti..." es una forma de esperanza- pero no tanto como para seguir haciendo esas cosas.
Soy consciente de que este libro es un capricho. Más o menos logrado, eso no me toca a mí decidirlo. Un capricho, en cualquier caso, y me enseñaron que los caprichos se los paga uno solito.
De momento, chica julio está multiplicada por 120 y encerrada en dos cajas. Pronto saldrá de ahí. Tengo esa sensación que me rodea cuando llega algo bueno: serenidad preocupante, incapacidad de disfrutar las cosas como se merecen. Estoy abrumado, en pocas palabras. Pero, soy consciente, también, de que los caprichos, muchas veces, son el detonante de algo realmente grande.
Veremos. Ça commence ajourd´hui.