domingo, septiembre 08, 2013

Preguntas que el COI podría haber hecho a Madrid 2020 si de verdad hubiera querido hacer sangre


1- Hace cuatro años, presentaron ustedes un proyecto similar a este con la presencia como jefa de la candidatura de Mercedes Coghen, cuya hija además nos hizo un hermoso parlamento. Por lo que sabemos, Mercedes Coghen está ahora mismo imputada por casos de corrupción que tienen que ver con su gestión al frente de la oficina de Madrid 2016 y su relación con el organismo Noós. ¿Han tomado ustedes las debidas precauciones para evitar que algo así se repita?

2- El citado organismo Noós está siendo objeto de una profunda investigación judicial que tiene como imputado a otro de sus principales lobbyistas en las candidaturas de Madrid 2012 y Madrid 2016, Iñaki Urdangarín, ¿cuál era exactamente su implicación en los anteriores proyectos? ¿Se mantuvo alguna relación entre Madrid 2020, Noos y Urdangarín hasta la imputación del lobbyista en abril de 2012?

3- Ustedes nos han presentado un proyecto que tiene la austeridad económica por bandera, ¿cómo casa ese proyecto con la deuda acumulada del Ayuntamiento de Madrid?, ¿qué parte de esa deuda tiene que ver con la construcción previa de infraestructuras relacionadas con unos Juegos Olímpicos que aún no les hemos concedido?

4- En su dossier nos dicen que en torno al 80% de las instalaciones están construidas y por lo tanto no será necesaria una gran inversión. Asimismo, y si no nos equivocamos, cuentan con 60.000 voluntarios para la organización del evento. ¿Cómo casan estos datos con la presunta reactivación económica del país que se supone provocaría la organización de los Juegos si no va a haber inversión y apenas habrá puestos de trabajo?

5- Una de las instalaciones que dan por construida y fiable para los Juegos es el Madrid Arena. Según hemos sabido, en octubre de 2012 hubo un incidente que acabó con la muerte de cinco adolescentes. Pocas semanas después se supo que esa instalación no estaba en condiciones para acoger ningún tipo de evento deportivo ni musical. ¿Cómo van las obras de remodelación?, ¿en qué consistía exactamente el problema?, ¿se han tomado responsabilidades de gestión con respecto al incidente en cuestión por parte del Ayuntamiento de Madrid que pretende organizar los Juegos?

6- ¿Son fiables las demás instalaciones o requerirán de obras suplementarias? En ese caso, ¿afectará a la proclamada "austeridad" del proyecto?

7- Como saben, aquí juzgamos tanto el proyecto como la capacidad de gestión de ese proyecto por parte de los responsables, sean políticos o de otro tipo. Ustedes han dedicado la primera parte de su exposición a los parlamentos del jefe de Gobierno, el presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid y la alcaldesa del Ayuntamiento. ¿Cuál es su experiencia anterior como gestores?, ¿cuáles son los requisitos que han tenido que cumplir para acceder a sus cargos políticos?

8- Nos han tranquilizado las palabras del presidente Rajoy acerca de la recuperación económica de España, aunque nos preocupa que entren en colisión con las del FMI que sitúa esa recuperación en 2015. Entendemos en cualquier caso que ustedes tienen un plan B por si los datos del FMI son más fiables que los suyos y que no afectará a la organización de los Juegos. Asimismo, les vamos a conceder el beneficio de la duda y deseamos de corazón que la recuperación económica en España realmente esté ya en vías de mejora, especialmente en lo que respecta a la altísima tasa de desempleo. ¿Podría explicarnos en cualquier caso cuál es la situación específica de Madrid, cuál es su proyecto económico, difiere en algo del estatal?, ¿cómo explicaría el aumento de la tasa de paro en los últimos meses, es algo coyuntural, tienen estudios al respecto?

9- Permítannos que insistamos en este tema, pero para nosotros es importante: la gestión que pretenden hacer de la organización de los Juegos se basa en la austeridad. Aceptamos y valoramos ese punto, pero observamos con cierta preocupación que su otra gran apuesta para el futuro en cuanto a activación económica sea el complejo Eurovegas. Es más, hasta cierto punto, a este Comité le parece que los valores olímpicos no casan demasiado con los del citado complejo. ¿Podrían concretar si su objetivo es la austeridad o el gasto?, ¿se han presentado a los dos proyectos a ver qué cae o realmente creen en el espíritu olímpico y lo de Eurovegas hay que considerarlo como una cesión al sector privado contraria a sus principios?

10- Una última apreciación en torno a la austeridad: hemos asistido en los últimos días a la llegada de varios centenares de invitados que, por lo que entendemos, llegan con los gastos pagados. Entre esos invitados se encuentran dirigentes y deportistas del más alto nivel con los que nos alegramos de compartir su compañía, pero también hemos llegado a ver actrices. ¿Están controlados todos los gastos de la delegación en Buenos Aires?, ¿los componentes e invitados de la delegación han sido elegidos según su importancia y sus méritos en el proyecto?

11- Señor Blanco, usted nos ha contestado con mucha diligencia a nuestras preguntas sobre dopaje, pero permita que tengamos alguna duda más. En esta sala se ha mencionado la Operación Puerto, cuya trama de dopaje masivo lideraba el doctor Eufemiano Fuentes. ¿Podría aclararnos la vinculación del doctor Fuentes con las delegaciones olímpicas españolas de Los Angeles 1984, Seúl 1988 y Barcelona 1992?

12- Una reconocida cliente del doctor Fuentes, pues aparece tanto en los papeles de la Operación Puerto como, sobre todo, en los de la llamada Operación Galgo, es la ex atleta olímpica Marta Domínguez. Por lo que sabemos, la señora Domínguez no se ha retirado oficialmente de la competición, ¿ha recibido algún tipo de sanción deportiva por su colaboración con el señor Fuentes?

13- Debemos insistir, pues fue una de las imágenes de su candidatura para los Juegos de 2012 y 2016, ¿les parece razonable que la señora Domínguez no solo sea senadora sino que incluso haya dirigido comisiones antidopaje en su parlamento?, ¿ayuda eso a la credibilidad de su lucha contra esta lacra que tanto le preocupa al COI? Se lo pregunto porque la señora Domínguez milita en el mismo partido que representa tanto al Estado, como a la Comunidad como al Ayuntamiento.

14- Apreciamos y agradecemos su lucha institucional por fomentar el deporte, pero observamos con cierto pesar que la mayoría de sus Federaciones están en quiebra, así como buena parte de sus equipos profesionales. Asimismo, se nos informa de que el deporte amateur en España está pasando por una crisis de instalaciones y fondos bastante grave. Ustedes nos han pedido que les demos los Juegos, según palabras del señor Samaranch porque el espíritu olímpico no trata de dinero sino de unir. ¿Cómo pretenden unir con el deporte como nexo sin potenciar las competiciones amateurs, donde participan la gran mayoría de los ciudadanos?, ¿creen que el éxito puntual de 50 deportistas es reflejo de la situación del deporte en su país?

15- Por último, pues no queremos robarles más tiempo, ¿podrían explicarnos la situación de los deportistas olímpicos en su país que no dependen de patrocinadores o sociedades anónimas deportivas?, ¿cobran puntualmente sus becas, les permiten estas dedicarse en exclusiva al deporte?, ¿se les anima a continuar como formadores una vez acabadas sus carreras profesionales? En resumen, ¿es su candidatura la propia de gente que ama el deporte o de un grupo de políticos y empresarios que pretende lucrarse con él?

sábado, septiembre 07, 2013

The Wolf Pack


Cuando salimos del Colonial, Fer propone ir al Honky porque la ruta tradicional era esa, pasando en ocasiones por el Top of the Pops cuando existía. Cuando en los bares había gente. Tiene sentido pero son las cuatro y pico de la mañana y todos tenemos muy buena voluntad y muy pocas fuerzas y Pablo menciona el Lady Pepa´s y por un momento pienso que estaría bien ir al Lady, claro que sí, que eso sería una despedida de verdad, la despedida a lo que fueron algunos años enloquecidos y que probablemente no volverán. 

Uno se casa para no tener que volver a comer espaguetti recalentados a las cinco de la mañana en un sótano de Malasaña.

Entre otras cosas.

El caso es que, de camino, decido que el Lady es demasiado decadente, incluso para una despedida de soltero. No hay cuerpo para el Honky pero probablemente tampoco habría paciencia para el Pepa´s así que mejor ser clásicos y volver al Toni 2. Honestamente, el Toni 2 es otro de esos sitios de los que da gusto despedirse, un sitio al que espero no volver más. Sería una excelente señal. De camino por Barquillo perdemos a Sofía pero aun así quedamos ocho, los ocho del inicio, los ocho del autobús camino del Casino, los trajes de gala, la cena buffet, las conversaciones de sobremesa redonda, enorme, la ludopatía en el aire, la calma antes de la tormenta...

Los ocho de la ruleta americana y los ocho de las mesas de cartas. Nunca había podido sentarme en una mesa de cartas del Casino de Madrid y es más divertido que ver una bola rodar hasta que se para en un número. Es más divertido porque depende de ti y porque las señoras se enfadan cuando juegas mal. "Tú has ganado el doble pero la mesa ha perdido". "La mesa" como concepto ludópata. El casino como patio de vecinas. Las señoras ponen sus 40, sus 50 euros por jugada y nos enseñan a apostar cuando debemos y a plantarnos si es necesario, siempre que no les toquemos las narices. "Acabaréis aprendiendo pero os costará mucho dinero", dicen, mientras Fer y yo contamos las fichas y pensamos "Si esto es perder, ¿cómo demonios será ganar?".

Los ocho, guapos, en la treintena. Es curioso que de los siete acompañantes en mi despedida de soltero, cinco hayan nacido en 1983. Tan curioso, si quieren, como el hecho de que la propia novia sea de 1983. Inés dice que ha sido pura cabezonería, que me empeñé tanto en enamorarme de chicas del 83 y el 84 que lo acabé consiguiendo. Puede ser verdad pero eso no explica lo de los cuatro chicos, con su comienzo de crisis, sus dudas y sus resignaciones.

No es una despedida de soltero al uso más que nada porque lo que se usa es humillar al novio y humillarse a uno mismo si es posible y nosotros somos gente aburrida, así que lo más por lo que tenemos que pasar es por algunas miradas extrañas según bajamos Fernando VI, porque combinar elegancia y Bocata VIP es complicado, y sí, acabamos en el Toni 2, pero ni siquiera nos agarramos al piano a berrear Rocío Jurado sino que nos sentamos en un par de sofás de terciopelo rojo, pedimos botellas de agua, y hablamos de Özil y Bale .

Y así pasa la noche, tranquila, entre amigos. El sentido de la despedida es que puedas decir adiós a algo que hacías y que crees que no echarás de menos. Despedirte de algo con una polla en la cabeza habla muy mal de tu pasado. Lo hablamos en la cena y lo hablamos en el taxi: yo creo que no voy a echar de menos mi vida de soltero. Los paradigmas de la vida de soltero, que incluyen, como hemos visto, antros poco deseables y multitud de noches perdidas cantando Vetusta Morla o Standstill durante la vuelta solo a casa esquivando cadáveres. Lo siento pero me cansé de esquivar cadáveres y abrir universos. En el fondo, estar soltero para mí era la posibilidad constante de abrir universos, empezar narrativas. Eso me dejaba poco tiempo, todo hay que reconocerlo, y puede que haya llegado el momento de cuidarse y que los universos simplemente sean otros.

Echar de menos es fácil desde la distancia precisamente porque estás en la distancia. Cuando estaba ahí no siempre era feliz. No voy a decir que no lo fuera nunca porque sería mentira pero tampoco vamos a confundir cinco estrellas con el firmamento y pensar que todas las noches fueron mágicas. No lo fueron. Las chicas lloraban y los chicos coqueteaban con la perversidad. A veces era al revés. Tiempos por los que hay que pasar porque está bien pasarlos, saber que has estado ahí y poder no volver. No necesitarlo. No querer volver. No necesariamente una huida sino una despedida. Perder la oportunidad de ganar el doble pero que la mesa gane. La ludopatía entendida como obra social. El matrimonio.

viernes, septiembre 06, 2013

Paseos psicoanalíticos


En la calle Montera, casi llegando a Sol, han puesto a un tipo disfrazado de bocadillo de jamón serrano. Sinceramente, he visto muchas técnicas raras de promoción, pero ninguna como meter a un tío en algo que sabemos que es un bocadillo de jamón porque él lo dice... pero lo mismo podría ser un perrito caliente rebosante de Ketchup Prima, y lanzarlo a las calles a pelearse con Pocoyó. La primera pregunta que me viene a la cabeza cuando lo veo, mientras bajo a toda velocidad para cruzar Sol, subir por Espoz y Mina, Callejón del Gato, Plaza de Santa Ana y así seguir mi paseo diario hasta Planetario-Arganzuela es "Si mi negocio dependiera de que un tío se tuviera que poner a 35 grados un traje de lana con forma de bocadillo, ¿le haría ponérselo?, ¿cuánto le pagaría por ello?, ¿compensaría el dinero?"

Son preguntas que hay que hacerse de vez en cuando para saber quién eres. A veces me pregunto qué pasaría si a alguien de Cuatro o de Intereconomía o de donde fuera me invitara a esos "Campamentos de Verano" que hacen con el fútbol como excusa para gritarse y decir tonterías. Si eso pasara y el dinero fuera suficiente como para reducir el número de horas y poder leer y escribir más y, como se suele decir, "garantizar el futuro de mi familia", ¿lo haría?, ¿iría a pelearme con Tomás Roncero y Juanma Rodríguez? Nadie me va a hacer esa pregunta en ningún lado así que es bueno que me la haga yo, creo que es muy bueno poder articular una respuesta y definirte de alguna manera.

O estar preparado, simplemente.

Bien, a la primera pregunta, la respuesta es "no". No voy a hacer que nadie haga eso, no le voy a hacer a nadie pasar por eso. Jamás. Si necesita dinero, le buscaré otro empleo. Si no tengo suficiente dinero para ofrecer empleos dignos, no seré empresario. Esa es la idea, respetar el orden social, un mínimo acuerdo moral para no comernos los unos a los otros. La respuesta a la segunda pregunta es "no lo sé". Yo diría que no, pero no lo sé, porque gritar no hace mal a nadie... puede ofender al gusto, vale, pero los que tienen un gusto medianamente desarrollado no ven esos programas. De momento me quedo con un "no" que podría ser "sí" si el dinero fuera mucho. ¿Nos vamos conociendo? Espero que un poco.

Por lo demás, ya digo, de paseo en paseo. El que más me gusta, el más repetido, es el que me lleva a Delicias, sube hasta Atocha, cruza el Reina Sofía, remonta la cuesta de la propia calle Atocha, acorta por Matute y se planta en Santa Ana. Después, ya saben, Callejón del Gato -tuve durante años una psicóloga en el Callejón del Gato; me parecía una imagen perfecta de mi vida: terapia y espejos distorsionados-, Espoz y Mina, Sol, Montera y Fuencarral hasta algún punto que puede ser Tribunal, Olavide o los cines Verdi, como ayer, cuando vi "The Act of Killing" con la Linda Vaquerita y creo que me perdí demasiadas cosas. Tampoco me lo pusieron fácil, todo hay que decirlo.

Mi psicólogo -mi nuevo psicólogo, un psicólogo menos espectacular, de Francisco Silvela y terapia gestalt- dice que paseo tanto porque así todo el mundo me deja tranquilo, porque mientras paseo no escucho el móvil y nadie me cuenta ningún problema y así puedo desconectar de este último año y pico, dos años y pico, diría yo, que han sido como para tumbar a cualquiera.

A cualquiera que se deje tumbar.

Puede que tenga razón, es decir, seguro que tiene razón pero tampoco quiero decirlo muy alto porque hay gente que entiende que hagas cosas solo y gente que se puede ofender y no quiero ofender a nadie. Soy hijo único, siempre he necesitado mi espacio, iba solo al cine ya de adolescente y ahora me paseo Madrid en busca de compañeros vivos. De paso, adelgazo, que el traje me tiene que quedar bien y quedan ocho días. Es curioso, porque esta idea de huir paseando choca con la de huir metido en un tonel, la huida "apártate, que me tapas el sol", la idea Diógenes en Sol o donde fuera, tienda Quechua, estatismo total, nobody moves and nobody gets hurt. Los paseos, de hecho, son carreras esquivando solidarios a sueldo por Fuencarral o dejando atrás dueños de Tipos Infames que intentan venderme lámparas por Hortaleza.

Qué gran gente los Tipos Infames, por cierto. Le dije a Curro que me casaba y pareció alegrarse. Luego hablamos de editores pero los editores me empiezan a aburrir. Al principio les aburría yo a ellos y ahora me aburren ellos a mí. Tampoco es nada personal, volvemos a lo de hacer las cosas solo de vez en cuando, aunque sea agotador, aunque los pies se cubran de ampollas y duela hasta la fascia y sigas adelante cambiando pisadas, haciendo lo que sea por avanzar a toda velocidad, cuesta arriba y cuesta abajo, el bocadillo de jamón serrano buscando clientes y los ingleses tomando paellas en las terrazas.

Imaginar que el dolor no es lo que te impide dar la siguiente zancada sino el miedo al dolor. Que el dolor, en sí, es soportable, casi siempre es soportable, pero el miedo... el miedo no. Como decían en "The act of killing" -de eso sí me enteré, ya ven- lo que te quita la dignidad es el miedo. El dolor, no, el miedo. Y si quitas el miedo, quitas prácticamente todo. Esto se lo podría decir Paulo Coelho, lo sé, lo que quizá no se atrevería a decirles y ya se lo digo yo gratis es que es imposible. Inténtelo si quieren, pero es imposible.

martes, septiembre 03, 2013

What´s wrong with being a nobody?



Sueño con mi abuela. Es un sueño normal en el que de repente me doy cuenta de lo horroroso que sería vivir sin mi abuela, lo intolerable de un-mundo-sin-mi-abuela y a la vez que me doy cuenta de eso creo recordar que de hecho está muerta y que solo podré estar con ella lo que dure el sueño y es una sensación muy angustiosa y a lo largo de la mañana estoy a punto de llorar dos veces: una, en la ducha, recordando el post que le dediqué cuando murió, un post privado en un blog privado que nadie puede leer salvo yo... y yo no me atrevo a hacerlo. Dos, cuando escribo a mi prima para unas clases de inglés y tecleo "nuestra abuela" y por un momento caigo en la cuenta de que "mi abuela" no era solo mía sino que hay otra persona en el mundo que puede decir "mi abuela" para referirse a ella y es un momento tan reconfortante que emociona.

Quedan nueve días para mi boda; once para la celebración. Si no hubiera prolongado tanto la adolescencia -que tampoco ha ido tan mal, ojo, y al fin y al cabo, o yo no las quería a ellas o ellas no me querían a mí, qué le vamos a hacer- en la fiesta estaría mi abuelo paterno, estaría mi padre y estaría mi abuela materna. Creo que sería bonito. Creo que parte de la emoción tiene que ver precisamente con eso, con el hecho de casarme sin mi abuela, de darle bisnietos a mi abuela que no verá jamás y sobre todo, con la desolación de que la Chica Diploma no pueda conocerla y que ella no pueda conocer a la Chica Diploma más allá de algún sueño en el que les dé por coincidir.

Por lo demás, la vida sin mi abuela no ha sido horrorosa pero eso no quiere decir que no la eche de menos casi cada día, que es algo de por sí bastante horroroso. Lo que pasa es que hago como si no, como si lo hubiera olvidado y no pasara nada y luego viene el inconsciente a pedir cuentas. Lo de mi inconsciente tiene que ser de traca. Cuando murió, lo primero que hice fue salir corriendo. De hecho, salí corriendo antes, me pasé corriendo en todas las direcciones desde el momento en que intuí que se moría, a ver si me pillaba en algún otro lugar. A punto estuve de conseguirlo. Fenomenal escapista. Cuando mi madre me atrapó con un lazo yo ya estaba en San Sebastián, esperando a que escampara bajo las cornisas del Barrio Viejo.

Eso fue en 2007, un año en el que me empezó a dar por las entrevistas. Era divertido porque no era nadie. Con "no ser nadie" me refiero a no tener biografía. La vida sin biografía es hermosa, una canción de Eliza Doolittle. Vida de francotirador. Ahora, 160 caracteres se me hacen cortos y la gente entiende lo que pone; antes, todo era puro disfrute, una entrega kamikaze muy poco rentable -sobreviví de la comida de mi madre y la herencia de mi abuela, que en el fondo también era de mi  madre- pero muy enriquecedora. Ayer, por ejemplo, me mandaron de la Editorial Lumen una nota de prensa del nuevo libro de Lara Moreno proponiéndome una entrevista que tuve que rechazar porque, ya digo, me caso en nueve días y me dan ataques de ansiedad en los restaurantes... y al fin y al cabo, a Lara ya la entrevisté en su momento y creo que quedó una cosa bonita.

Que quede bonita, sin embargo, no quiere decir que sea bonita, ni que esté bien escrita ni que se entienda nada. Creo que yo abusaba en esos años del solipsismo y en un escritor ya es peligroso pero en un periodista es una ruina. Leía demasiado a Capote y abusaba del intimismo, como si cada personaje fuera una incógnita. El lector, el buen lector, sale de la entrevista más confuso de lo que entró y conociendo menos del personaje. Si no menos, digamos que peor. ¡Ah, pero cómo lo disfrutaba! Cada vez que entregaba una de esas entrevistas me sentía único, maravilloso, especial. Supongo que lo necesitaba. Ahora es todo distinto y en cadena. Escritura Ford T. Este post, por ejemplo. Quince minutos con pausa para probarme el pantalón de la ceremonia.

Deprisa, deprisa.

Cuando me leo, me echo de menos. Como ven, mi nostalgia no tiene límites. No digo que me eche de menos como echo de menos a mi abuela pero echo de menos la vida en las frases. Yo creo que mi escritura ahora es más formal, menos viva, menos apasionada. Una escritura con pipa y barriga, algo así. Escritura de chateau. Me gustaría pensar que es porque ya no tengo que seguir huyendo de ningún lado y eso me hace más terrenal, más clarito y a menudo más aburrido. Qué le vamos a hacer. Alargar la adolescencia hasta los 30 tuvo sus ventajas y sus riesgos pero alargarla hasta los 36 sería ya un escándalo.

domingo, septiembre 01, 2013

¿De qué hablamos cuando hablamos de guerra?


Hace unos pocos días, un conocido columnista publicaba un artículo llamado “Sí a la guerra”, en el que invitaba a no dejar impunes las atrocidades de Al-Asad y criticaba de paso el reiterativo “No a la guerra” que determinado pacifismo, no exclusivamente de izquierdas porque ahí está también la iglesia católica, vocea cada vez que hay un conflicto internacional.

Creo que el debate al respecto de las intervenciones militares es a la vez demasiado abstracto y demasiado concreto. Me explico: no se puede decir “No a la guerra” ni decir “Sí a la guerra” sin saber de qué guerra estamos hablando ni qué consecuencias va a tener, ni cuál va a ser la estrategia militar, ni quién va a poner los muertos, ni cuántos muertos van a ser ni si merecerá la pena, en el sentido de que el balance de víctimas y la situación de los supervivientes sean más asumibles en términos morales que si no hay intervención militar alguna.

De entrada, en este caso al menos, este argumento llamémoslo de nuevo pacifista cae en un error: en Siria ya hay una guerra. Si no, ustedes me dirán para qué iba a andar Al-Asad gaseando a los ciudadanos, que, por cierto, no son “su pueblo”, dejemos los mesianismos a un lado. Por lo tanto, la tesis sería más bien algo parecido a “dejémosles a ellos con sus guerras que ya sabrán qué hacer” y se criticará de nuevo el imperialismo occidental intervencionista, su prepotencia y ese largo etcétera de tópicos cuando Estados Unidos está de por medio en un conflicto.

Lo que nos lleva a lo concreto: casi toda discusión bélica acaba teniendo como único referente el 30 de septiembre de 1938 y la figura de Lord Chamberlain, a la sazón primer ministro británico, que vuelve exultante de Munich blandiendo el documento de “paz” que ha conseguido firmar con Mussolini y Hitler. Todo está ahí, en ese terrible error estratégico del Reino Unido, en esa asunción de que la paz era cerrar los ojos y así el mundo dejaría de existir. Desde entonces, el argumento se repite: la guerra, mejor preventiva, no dejemos que los totalitarismos y las amenazas crezcan, cortémoslas de raíz...

El problema es que la realidad no entiende de tácticas ni de estrategias. No todas las guerras son iguales, no todos los conflictos tienen la misma solución. Es lo que siempre se ha llamado realpolitik y cada vez es un término más denostado por el “buenismo” imperante, el que cree que cada una de nuestras acciones debe de ser la propia de un legislador universal, a lo Kant, que mejore el mundo sin mirar sus propios intereses, a la vez que le niega esa superioridad moral de entrada. Un contrasentido absoluto.

Llámenme cínico, llámenme lo que quieran, pero entiendo perfectamente que un país elija a sus aliados y los apoye igual que elige a sus enemigos —o ellos lo eligen a él- y los vigila de cerca. Entiendo que un país permita que su aliado tenga armas químicas y su enemigo no las tenga. Simplemente porque se las puede tirar a la cara en un momento dado. Instinto de supervivencia. Una vez asumido eso, ¿quieren saber mi opinión sobre la posible guerra de Siria?, ¿quieren que la resuma en un “sí” o un “no”? Como ven, o deberían haber visto, me es imposible. No sé lo que quieren decir cuando dicen “guerra”, ¿es un bombardeo, una intervención aérea o terrestre, una invasión del territorio?, ¿van a quitar al presidente actual y poner a otro?, ¿a qué otro?, ¿a qué precio?, ¿cuánta gente morirá en uno y otro bando?

Perdónenme el egoísmo, pero, ¿cuánta gente va a morir de mi bando si me apunto?, ¿a cambio de qué?, ¿cuál es el Plan B?, ¿y el Plan C? ¿Se asume que entrar en guerra, por muy equívoca que sea la definición no es algo que dependa solo del coraje de la defensa de los principios morales? Esto es muy importante: ¿vamos a saltar como adolescentes detrás de cada injusticia en el mundo después de asumir que es lícito que cada país entienda lo que le es justo y lo que no? Y además, ¿lo vamos a hacer como adolescentes cobardes, es decir, enviando a nuestros primos de Zumosol a morir en Damasco?

La pregunta no es: ¿Sería deseable que hubiera una policía mundial, un ejército mundial que vigilara cada aberración en cualquier lugar del mundo sin mirar alianzas estratégicas?, sino, ¿es posible algo siquiera parecido en la realidad o se trata de una nueva exigencia de unicornios?

Yo necesito respuestas a todo esto porque “todo esto” no se soluciona con teoría: no quiero a Al-Asad en Siria, no lo quería hace dos años cuando me manifestaba junto a sus disidentes por Madrid —y la policía acababa cargando-, me repugna la muerte de civiles inocentes con armas que no deberían existir según los tratados internacionales, me preocupa mucho que los países de siempre apoyen a esos regímenes que no entienden de tratados y creo que los actos así no deben quedar impunes.


A la vez, no voy a apoyar con ojos cerrados cualquier tipo de intervención militar, sea la que sea, “a ver si aprenden”. Todos sabemos que Chamberlain actuó tarde y fue un confiado y que Hitler era muy malo. Puede que Al-Asad sea otro Hitler como lo era Sadam Hussein. Un buen tipo desde luego no es. Ni uno ni otro. Ahora bien, ¿qué intervención, por parte de quién, con qué objetivo, bajo qué legalidad, con qué consecuencias? No me hablen de una decisión sin consecuencias porque eso no existe. No existe en la política maquiavélica ni mucho menos existe en el mundo teórico, beatífico de la moral. La moral se basa precisamente en que haya consecuencias. Sin determinarlas, sin explicarlas, pedir adhesiones es buscar rebaños.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"