En ese momento vuelve la cabeza hacia atrás, no se sabe si
enfadado o simplemente preocupado y le dice a uno de los periodistas que me acompaña:
“¿Esta foto la has subido tú?” El periodista admite que sí y le recuerda que le
pidió permiso. Nacho suspira aliviado y dice algo parecido a “menos mal, creí
que se nos había colado alguien”. Estamos en una fundición a las afueras de
Madrid después de varios días de rodaje por la ciudad, antes y después de
viajar a Austin, donde se está filmando la mayor parte de la película. De
hecho, al borde de las carreteras sin asfaltar, abandonados, hay un par de
coches de policía pintados como si fueran estadounidenses, texanos, esa clase
de coches que se estrellan unos con otros en las persecuciones setenteras.
Hay un innegable punto de misterio alrededor de “Open
Windows”, la película en cuestión. Nacho lo niega en parte, dice “No es algo
personal, algo que haya decidido yo, pasa en todos los rodajes”, pero lo cierto
es que el secretismo está ayudando a que crezca la curiosidad: ¿Qué hace Sasha
Grey tomando copas por la noche en Madrid con Elijah Wood?, ¿de qué demonios va
esta película?, ¿por qué las informaciones quedan embargadas por la productora
hasta próxima noticia? El escenario es el ideal para el misterio: junto a los
falsos coches se suceden montañas y montañas de chatarra y una procesión de
naves grises en medio de la madrugada. Todos tenemos que llevar un casco bien
ceñido –solo que eso es imposible, mi cabeza es demasiado pequeña o el casco
demasiado grande y baila- y seguir las observaciones de los operarios de la
fundición.
Elijah Wood, el protagonista, estudia su parte del guion en
su roulotte, alejado de un frío horroroso que el resto de miembros del equipo
combate con radiadores portátiles. Sasha Grey ha quedado atrás, en el
Passenger, día libre dedicado por completo a dar entrevista tras entrevista y
mantener una amabilidad propia de Hollywood. “Tiene una paciencia a prueba de
bombas”, dice Nacho sobre la ex estrella del porno. “Si supierais la cantidad
de chistes que tiene que soportar, sobre todo por Twitter y tal, todos iguales…
Son los chistes que yo llamo de “qué risa cuñao”, ese es el nivel. Estoy
pensando en abrir una cuenta que se llame querisacuñao@gmail.com para que me
manden ahí todos los chistes sobre Sasha y el porno”.
A partir de la elección de Sasha como co-protagonista,
podemos descubrir algo de la película: “Era una actriz ideal porque nos daba
mucho juego, por ejemplo en un momento de la película, ella, que interpreta a
su vez a una actriz, dice al leer un guion: “Es que yo nunca he salido desnuda
en una película”. Le da un punto divertido al personaje”. ¿Pero qué personaje?,
¿de qué va toda esta locura de “Open Windows”? Vigalondo hace un pequeño
resumen: “Es la historia de Elijah Wood, un hombre fascinado por una actriz y
que en un momento dado es tentado por un tipo vía Internet para tener acceso 24
horas a esa actriz”. A la cabeza viene el parecido con “Cómo ser John
Malkovich”, pero Nacho prefiere poner el ejemplo de las imágenes robadas a
Scarlett Johansson en las que aparecía desnuda. Esa intimidad perdida que se
convierte en la propia intimidad del “voyeur”.
Según Nacho, el personaje de Sasha es una chica muy sensual
que genera odio y excitación al revés. “Como Lindsay Lohan o Megan Fox”, pone
el director como ejemplo, “y solo Elijah Wood puede salvarla o eso cree él”.
¿Salvarla de qué? Tendremos que descubrirlo en el estreno. De momento, lo que
sabemos es que la propia concepción de la estructura visual es tremendamente
perturbadora. El universo Vigalondo, que a su vez es el universo Philip K. Dick
llevado al extremo. La lucha entre la realidad y la percepción de la realidad,
tema obsesivo en las conversaciones con el cineasta cántabro y en buena parte
de sus largos y cortos. Lo que es y lo que parece. La información difuminada en
miles de pantallas que nos dan imágenes interpretables. Un aluvión de
sensaciones con un filtro que depende solo del director.
La atención mediática está lógicamente –o no- puesta en
Sasha Grey, pero a mí me choca sobre todo la presencia de Elijah Wood en el
reparto. Me choca en el sentido positivo: de acuerdo, Wood, aparte de haber
sido Frodo Bolsón, ha colaborado en muchos proyectos de bajo presupuesto y
algunos de ellos en España, como “Los crímenes de Oxford”, de Álex de la
Iglesia o la próxima “Gran Piano”, de Eugenio Mira… pero no deja de ser Frodo
Bolsón, el protagonista de una de las trilogías más premiadas y taquilleras de
la historia de cine. ¿Cómo se consigue captar a una estrella así?
“Elijah es puro entusiasmo”, dice Nacho, “¿cuántas estrellas
aceptan pelis de este tamaño y de esta incertidumbre? Supongo que hay una parte
del guion, cuando lo leen, que les puede hacer pensar que la película no les va
a hacer ganar dinero –el presupuesto de “Open Windows” no llega a los 3
millones- pero sí les va a dar prestigio, pero sobre todo es una cuestión de
ambición, de decir “Hostias, vamos a hacerlo”, que es lo que pasó con él y con
Sasha”.
Vigalondo reflexiona. A veces le pasa. Es una escopeta que
gana y pierde sentido. Le encanta hablar de su proyecto, de sus influencias, de
lo que puede pasar y llegado el momento, pausa casi dramática a la luz del
radiador, mientras se sirve la cena en una carpa gigante, dice “La verdad es
que me siento afortunado. Pensar que he hecho ya tres películas me parece
increíble, no tengo nada claro que el futuro vaya a ser así”. ¿A qué se
refiere? No sabe explicarlo exactamente, es más una sensación: “Creo que los
que estamos rodando ahora, en 2013, aún con la antigua ley y las antiguas
ayudas y compromisos… somos los últimos de un modelo de hacer cine en este
país, y que lo que va a venir después no va a ser mejor, precisamente. Puede
que se haga alguna superproducción, todavía, pero va a ser muy complicado. Se
harán muy pocas películas y con presupuestos muy bajos. Todo esto (y mira a su
alrededor, a los contornos nocturnos de la fundición, al ajetreo de cascos
yendo y viniendo de un lado a otro) se va a acabar, o va a ser muy
infrecuente.”
¿Y si él no vuelve a hacer una película?
“Pues suena un poco dramático, pero con las tres que he
hecho al menos podría sentirme orgulloso. Casi me parece un milagro, como si
hubiera hecho trampas por tener 35 años y ya tres películas”. La carrera de
Vigalondo, como todos sabemos, estuvo a punto de peligrar cuando el famoso
incidente de Twitter que le costó el despido fulminante de El País y la
retirada de cualquier apoyo por parte del grupo Sogecable a sus proyectos.
“Open Windows”, por ejemplo, tiene a Antena 3 detrás. “Fue un momento puntual
de mucho miedo, pero miedo de verdad, amenazas de muerte incluidas. Salí en una
revista de Israel como si yo fuera un defensor de verdad del holocausto y
cuando llamé a mi agente en Estados Unidos, que es judío, para explicarle todo,
la verdad es que me daba un poco de miedo su reacción pero se partió de risa,
no se lo podía creer. Me dijo que todo parecía un episodio de “El Show de Larry
David”. Ahí me di cuenta de que, bueno, iba a ser incómodo, iba a durar un
tiempo… pero no iba a ser el fin del mundo. Lo peor es que me pilló en medio
del rodaje de “Extraterrestre” y de alguna manera me descentró”.
“Extraterrestre” fue su segunda película, con Michelle
Jenner, Julián Villagrán, Raúl Cimas y Carlos Areces. No fue un gran éxito
comercial ni de crítica. También es cierto que era una producción muy modesta,
sin grandes excesos. Tampoco “Cronocrímenes”, su debut en la dirección de
largometrajes, tuvo la repercusión esperada después de una prolífica carrera en
el cortometraje que le llevó en 2004 a estar nominado al Oscar por “7:35 de la
mañana”. No puedo evitar preguntarme si tiene la sensación de estar ante una
última oportunidad. ¿Cuánto tiempo puede durar un director cuyas películas no
funcionan bien en taquilla? A Nacho el tema parece no inquietarle, no cree que
todo su talento se pueda ver eclipsado en un momento dado por no dar la tecla
comercial necesaria. “No se puede contentar a todo el mundo”, dice, como el
entrenador que da una rueda de prensa después de un partido, “así que al menos
voy a cuidar a los míos”.
Y vuelve al combo, con su casco donde se lee “GORKA SOMOS
TODOS”, en referencia a uno de los miembros del equipo. Sasha Grey dice que es
el director más entusiasta con el que ha trabajado nunca y que el ambiente en
el rodaje es increíble. Sabe crear y dirigir películas. Queda saber si “los
suyos” le acompañarán en este viaje de ventanas cruzadas y realidades
paralelas.