sábado, septiembre 28, 2019

You never give me your money


Es sábado por la mañana y el Niño Bonito ordena en fila ejércitos de Super Zings sobre un sofá donde se masca la tragedia. Tuiteo tumbado en el suelo mientras escucho una y otra vez el "Abbey Road" por los cascos. Escribo "One, two, three, four, five, six, seven... all good children go to Heaven" pero solo Alberto Losada pilla la referencia o solo a Alberto Losada le interesa. Al rato, enlazo una entrevista de radio de John Lennon haciendo promoción del disco cuando ya ni siquiera era parte del grupo sino que había anunciado su marcha en privado tras el subidón del concierto de la Plastic Ono Band en Toronto. Me parece interesante, curioso incluso, pero no interactúa nadie.

Al rato, veo unos comentarios algo subidos de tono de algunos colaboradores del programa "El Chiringuito" contra Julio Maldonado por razones poco claras. El experto de Movistar viene a decir en una entrevista que son un programa de entretenimiento, no estrictamente un programa de periodismo deportivo, y eso a ellos les ofende porque viven de la ofensa. Como uno de los argumentos viene a ser: "Nosotros no seremos tan listos, pero nos ve todo el mundo" y como parte del negocio consiste en repetir los éxitos constantes de audiencia, me da por buscar los datos, que no son para tanto, y publicarlos.

Ocho horas después, el tuit va por 400 RT y unos 500 likes. Lennon 0- Pedrerol 1. Algunas respuestas destilan un odio contra el programa que sinceramente me excede. Otros, como defensa, vienen a decir lo mismo que Maldonado: que es un programa divertido. Probablemente lo sea. En cualquier caso, es una burbuja. Una burbuja gritona que juega a intimidar con ruido. Y eso, que en realidad me da lo mismo porque la guerra de Super Zings ya ha empezado y el suelo se empieza a llenar de bajas y me va a tocar recoger, me entusiasma lo justo.

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La entrevista con Lennon no es un descubrimiento reciente. Está entre mis favoritos de YouTube desde que la escuchara en Fuerteventura, pleno julio, el viento azotando las palmeras con crueldad, indicios de una lluvia que no llegó nunca. Unos días era eso y otros días era McCartney comentando el White Album o George Harrison musicando mantras de camino al Hiper Dino para comprar comida y olvidar cuanto antes que Federer había regalado Wimbledon. A veces, me cuesta recordar que estuve ahí. A veces, me echo a llorar en el autobús leyendo un artículo sobre "A day in the life" por una mera cuestión de transferencia.

El problema de Fuerteventura es que por entonces yo no sabía demasiado del "Abbey Road". Cada disco de los Beatles da para una vida. Yo apenas había escuchado con atención "I want you (she´s so heavy)" o el medley que empieza con ese melancólico y equívoco "You never give me your money" que se ha convertido en la banda sonora de este otoño incipiente. Yo estuve en un concierto de Paul McCartney y cuando cantó "... and in the end, the love you take is equal to the love you make" pensé en "Moulin Rouge" y di por hecho que se trataba de un éxito olvidado de Wings.

Ahora las cosas han cambiado, en parte por el libro de Peter Doggett y en parte por mí mismo. Por ese viaje a Cádiz, Chiclana, Sancti Petri, de madrugada, ya en los últimos kilómetros, bang, bang, Maxwell Silver Hammer, justo antes de llegar al hotel donde pasaríamos una semana de irrealidad, piscina y playa. Yo estoy mal pero peor está mi hijo: sigue llevando la pulsera del "todo incluido" y no hay quien se la quite. Al principio prometió tirarla en octubre, ahora dice que hasta que no se case, nada.

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Pablo Iglesias dice a la prensa: "Podemos no nació para apuntalar el bipartidismo". Exacto. He ahí el único problema y la única contradicción. Podemos nació para asaltar los cielos y todo el mundo dio por hecho que un gobierno de coalición era solo un peldaño en el camino. Al menos, todos los bipartidistas. Como al parecer el poder de la estética sigue siendo un factor electoral decisivo, puede que ser fiel a su propia narrativa le sirva de algo en noviembre. Las primeras encuestas coinciden en señalar que Errejón le quitará sobre todo votos al PSOE. Tiene sentido. Si Iglesias tiene el atractivo de lo salvaje, Errejón cumple una doble función: te permite unir el charco y el radiador. Jugar al bipartidismo desde una cierta distancia, vaya. Iglesias se lo echará en cara varias veces y hará bien. Sus votantes solo entienden de redenciones y así la exigirán hasta el último momento. El error general es tan grande que lo mismo Pablo Casado va y gana las elecciones.