domingo, junio 30, 2019

Queremos tanto a Magui


Magüi. Acertaron hasta en el nombre. No hay un personaje como el suyo en "Paquita Salas" precisamente porque no hay una actriz como Belén Cuesta en la serie. Hay otro buen montón de excelentes intérpretes pero no con esa capacidad para la fragilidad. Una actriz que sabe hacer de actriz que hace mal su papel. Es prodigioso. Esta tercera temporada ha sido la de Yolanda Ramos, o eso dicen las redes sociales, y a mí me parece bien porque Yolanda Ramos se lo merece todo. Ahora bien, hay algo "fácil", algo "obvio" en su Noemí Argüelles, algo estrambótico que siempre llama la atención. ¿Qué hay en Magüi? Belén Cuesta, simplemente.

Si de algo abusa "Paquita Salas", incluso en esta tercera entrega en la que el famoseo va ganando posiciones peligrosamente acorde al estatus de sus creadores es de personajes frágiles. Personajes golpeados por la vida que se rehacen y se reinventan y aprietan los dientes y tiran para adelante, conscientes de que fragilidad y debilidad no son lo mismo. Es un patrón ya introducido en la segunda temporada y que los Javis han decidido explotar definitivamente en esta tercera. Casi todos tienen su "nunca más volveré a pasar hambre".

Curiosamente, Magüi no. A Magüi no le hace falta. Magüi es camello que intuímos que algún día será león y será niño pero ese día aún está lejos. Magüi se entiende y se defiende por sí misma, es decir, por Belén, sin necesidad de parlamentos ni monólogos. Magüi, cuando dice "voy" es "voy" y cuando dice "bien" es "bien". Aceptando que, en lo esencial, Paquita es la serie de Brais Efe, que no se cansa de bordar a la protagonista, para muchos será también la serie de Cuesta, condenada a papeles secundarios hasta el momento sin que nadie entienda muy bien por qué y cuyo único enemigo ahora mismo es la temible posibilidad del encasillamiento, es decir, que después de hacer tan bien de Magüi, todo el mundo se empeñe en meter una Magüi en su guion y llamarla a ella para darle vida.

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¿Cómo se sentiría John Lennon de haber vivido el éxito mundial de "Hey Jude"? ¿Contaba con que se acabaría convirtiendo en algo así como el "himno" oficial de los Beatles? Al fin y al cabo, "Hey Jude" es la crónica de un fracaso personal, y en perspectiva resulta complicado entender cómo Lennon permitió que McCartney expusiera ese fracaso de forma tan pública, incluso le diera consejos para algunos versos.

Hay que asumir que se sentía culpable.

Por otro lado, ¿cómo se siente Julian Lennon?, ¿cómo se siente Jules reconvertido en Jude, intentando convertir la canción triste (el padre ausente, el divorcio, el rechazo) en algo mejor? Julian ya pasó los cincuenta hace años y ahí sigue, el pobre, comprándole a Yoko recuerdos de su propio padre y viendo fotos de Sean con el hijo pequeño del "tío Paul". El producto de una botella de whisky en un sábado noche, como le describió el propio John en 1980, justo antes de morir, sin tiempo para los matices.

John, el mismo que aparece en el vídeo de la canción haciendo coros junto a Harrison, los dos ausentes, como si estuvieran tocando "Ob-la-di, ob-la-da", ajenos a la posibilidad de que en el futuro los estadios de todo el mundo se llenaran de "na-na-na-nas" y le recordaran que sigue habiendo por ahí un niño perdido, esperando que su padre vuelva a casa.

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Mi primer libro fue una autoedición. Creo que eso dice bastante de mí: me rendí y luego empecé la batalla. No lo envié a ninguna editorial, no acepté ningún rechazo. Simplemente le pagué a Enrique Redel el dinero suficiente y él hizo un edición magnífica de lo que no eran sino doce historietas sin demasiada profundidad sobre Madrid en diferentes meses del año. Ni siquiera lo puse a la venta. Encargué unos cien ejemplares y los regalé entre amigos. En la presentación, Pancho y mi madre leyeron extractos en el bar más bonito del mundo. La planta estaba llena. Sigue siendo, de lejos, mi mayor éxito.

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Me hice Instagram hace unos días y sigo sintiéndome incómodo. Nadie discute. Nadie te insulta. Es una burbuja de felicidad y tolerancia que me hace desconfiar, como si no me la creyera, como si la burbuja de odio y suspicacia que es Twitter me siguiera resultando más realista.