viernes, diciembre 04, 2009

Adelanto de guilleortiz.com


Todavía estamos un poco en pruebas con la criaturita, pero empieza a dar pasos con cierta seguridad y en breve -quizás hoy mismo- puede ya erguirse por completo y tirar para adelante. Tener una página web desactualizada cuatro años es un problema, en muchos sentidos. De acuerdo que tenerme a mí actualizado es muy difícil y que en un mes habrá cinco cosas distintas que haya hecho y no estén ahí, pero para eso está el blog.

En la nueva página tendrán acceso a mis viejos libros y artículos, a casi todas las reseñas y críticas que he escrito fuera de este blog -y dentro, en ocasiones puntuales-, a festivales cubiertos, poesía, canciones de madrugada y sobre todo tendrán la oportunidad de disfrutar en exclusiva de contenidos inéditos: una ópera romántico-juvenil en tres actos; el PDF del viaje por Estados Unidos, que, permítanme, pero es espectacular; el PDF también de "Cuando las cosas dejaron de tener sentido", que tanta gente pide y que ahora podrá descargarse gratuitamente, relatos del taller, guiones de cortometrajes... y alguna que otra sorpresa por venir.

Para eso, solo tienen que registrarse y registrarse es gratuito. La semana que viene salimos de manera oficial, pero si quieren andar trasteando y cotilleando con un poco de antelación, ya pueden disfrutar de www.guilleortiz.com

Por supuesto, nada de la página hubiera sido posible sin Álida Campo y Pedro Rodrigo, los diseñadores y webmasters.

jueves, diciembre 03, 2009

Martin Amis- El segundo avión



Nueva colaboración en Notodo.com. Procedo a copiar el contenido de mi reseña:

Retomar a estas alturas el tema del 11-S y darle una nueva perspectiva se antoja prácticamente imposible. Ya es bastante complicado encontrar un resumen ponderado del gran evento del siglo XXI y sus inevitables consecuencias: Afganistán, Irak, 11-M, atentados de Londres… En un escenario político dominado por la pasión y el partidismo irracional, escuchar la voz sosegada y siempre incisiva de Martin Amis resulta una auténtica delicia e incluso, dentro del desastre, reconfortante.

Amis es uno de esos intelectuales anglosajones capaces de pegar palos a todos lados con la mayor delicadeza y elegancia. Lo hace en sus novelas y desde luego lo hace en sus recopilaciones de ensayos y artículos periodísticos. Por supuesto, el autor le reparte bien a Bush. Es inevitable. Ahora bien, Amis no odia a Bush, y eso se agradece: Bush no es el mal personificado. Bush no es el culpable de todo. Es un patán, un inepto, un hombre de costumbres zafias y completamente inadecuado para el cargo, pero no hay en el escritor una inquina personal que oculte las carencias objetivas del político. Sólo una frase basta para hundirlo: “Desde el 11 de septiembre hasta el otoño de 2003 tenía el lenguaje corporal del hombre que se niega a irse del bar hasta que no ha librado una pelea a puñetazos” .

Con todo, El segundo avión es sobre todo un análisis del islamismo –que no el Islam- y su sinrazón. Un intento continuo de ponerse en la piel de los fanáticos y buscar motivos para sus barbaries por todo el mundo. Un intento baldío, por supuesto. Los fanáticos, por definición, sólo apelan a Dios, el paraíso y la muerte, sus tres grandes pasiones que se unen en el martirio.

Mediante el uso de la ficción –un gran relato sobre los dobles del hijo de Sadam durante la dictadura iraquí y otro más flojo sobre el último día de Mohammed Atta-, el ensayo y la entrevista –su seguimiento a Tony Blair durante una semana justo antes de abandonar el cargo de primer ministro es agotador-, Amis consigue un libro interesante, reflexivo y por supuesto, opinable, siempre que la opinión contraria sea una opinión inteligente, cosa que no siempre sucede.

miércoles, diciembre 02, 2009

Editors- In this light and on this evening


Aprovechando la gira de Editors por España de la próxima semana, decidimos en Notodo hacer una especie de reseña del disco incluyendo sus posibilidades en directo. Este es el enlace directo, pero transcribo aquí su contenido, que mi esfuerzo me costó:

Pocos grupos son tan fieles a España como Editors, que han incluido hasta tres fechas en la gira de presentación de su tercer disco: el 8 de diciembre tocarán en Barcelona, el 9 lo harán en Madrid y el 12 en Bilbao. Las expectativas son altas: tras dos discos llenos de un tecno comercial y con tonos bailables, Editors llegan ahora con un álbum algo más oscuro y tranquilo, pero a la vez más personal y maduro.

Quizás hartos por las comparaciones constantes con Interpol, The Killers y sobre todo Joy Division –basadas, en este último caso, casi exclusivamente en el parecido de la voz de Ian Curtis con la de Tom Smith- Editors han decidido adoptar un estilo más frío, con menos canciones para disfrutar en directo y más idóneas para una escucha tranquila en casa. En ese sentido, la elección de Papillon como primer single es un poco equívoca. Sin duda es la mejor canción del disco, pero no marca la pauta del resto de temas; al contrario, es junto a Eat Raw Meat y la gran The Big Exit –impresionante ese They took what once what ours como fondo- de lo poco realmente bailable que encontramos.

Las reminiscencias ochenteras, a su pesar, siguen ahí: desde los primeros Depeche Mode pasando por Simple Minds o incluso algunos tonos de sintetizador al estilo de OMD y The Communards –sí, hemos comparado a Editors con The Communards y nos hemos quedado tan anchos, pero escuchad el principio de The Boxer-. Todo adquiere un cierto tinte místico en ocasiones, una gravedad excesiva. No ayuda que la palabra Dios, o en este caso, God, se repita en las tres primeras canciones.

Con todo, es un buen disco que puede marcar el desvío hacia algo distinto, sin que quede bien claro aún el qué. La duda de cómo funcionará en directo –posiblemente el punto fuerte de este grupo- la resolveremos pronto y desde luego merecerá la pena estar ahí para ver si apuestan decididamente por In This Light… o siguen recurriendo a sus clásicos de los dos primeros discos, como aquel inolvidable Munich.

De estilo y dignidad

Una chica relativamente joven escribe un libro sobre las Trece Rosas. Se puede decir que no es un tema demasiado original pero algunos temas no pasan de moda así que la chica consigue que le publiquen su libro. No sólo se lo publican sino que consigue un moderado éxito -l´esprit du temps- e incluso el Metro de Madrid considera oportuno colgar un fragmento en sus vagones, dentro de su, por otro lado encomiable, campaña de apoyo a la lectura.

El fragmento, que se supone que es lo que más ha gustado entre los seleccionadores de Metro de Madrid abre con una descripción de la decimotercera rosa y su entrada a una maldita capilla. A mí, francamente, todo eso me da igual. Como si es Frodo intentando entrar en Mordor. Lo que me llama la atención es la cuarta o quinta frase: "El temblor de sus piernas era imperceptible pero no por ello menos evidente".

Es imperceptible y evidente a la vez. Un temblor. Prodigioso. Es en ese momento cuando reviso hacia atrás todas las fronteras que ha cruzado la frase -experto del Metro, editor, corrector editorial, lector, amigos de la autora, la propia autora...- y me doy cuenta de que no tengo futuro: jamás podré escribir una frase así.



Un periodista de moderado prestigio pero enormes ínfulas, rodeado de sus palmeros habituales muestra un vídeo robado de Joan Laporta emborrachándose en una fiesta y todos coinciden en que el presidente de un club de fútbol no puede emborracharse en discotecas cuando su equipo gana. Se entiende que los presentadores con ínfulas, sí, pero los presidentes de clubes de fútbol, no. Como la mujer de César. En fin, después del alegato, añade: "Admiro mucho a Joan Laporta y le considero un gran amigo, hasta hoy, supongo" y sonríe maliciosamente porque ha perdido un amigo, lo ha humillado públicamente pero a cambio ha conseguido una noticia para su programa de TDT de la una de la madrugada.

Entonces me miro a mí, no a las ojeras ni a las entradas en el pelo ni a las canas evidentes en las sienes -valga el tópico, porque resulta que todo eso es cierto- sino a mí, sea eso lo que sea, y pienso que no, que tampoco podré ser un periodista siquiera de moderado prestigio porque soy el típico pringado que se haría tan amigo de Platón que no podría decirle las verdades a la cara.

Lo que siempre deja abierta la posibilidad de no tener amigos, claro. Posibilidad que, de momento, y en perjuicio de las ojeras y las canas, queda descartada.

martes, diciembre 01, 2009

Leo Messi, balón de oro 2009


Ya sabemos de la tendencia del hombre contemporáneo a hacer Historia. No solo en el sentido de pasar a la Historia como sujeto remarcable sino en el mismo proceso de fabricarla, es decir, de elegir quién sí, quién no. De ahí los premios.

Todos los premios hay que tomarlos con una cierta distancia porque no se sabe muy bien qué premian. Al mejor, dirán algunos, pero eso no es decir mucho si no se acotan los requisitos. Por ejemplo, en este caso, el Balón de Oro es un despropósito conceptual porque premia al "mejor" futbolista del año cuando todo el mundo sabe que en fútbol no hay años sino que hay temporadas.

¿Qué estan premiando, entonces? ¿Al mejor de la temporada 2008/2009? ¿Al mejor del final de la pasada temporada y el principio de esta? ¿Qué sentido tiene ser el mejor de un principio de temporada?

Tampoco se sabe si este premio tiene una función individual o colectiva. Si premia al jugador por su calidad o por sus resultados. Recuerden el polémico caso Cannavaro. Todas estas dudas enturbian un poco la consideración del premio por excelencia del fútbol europeo, pero por muchas dudas que se tengan y muy metafísicas que sean, no creo que nadie discuta que Leo Messi fue el mejor jugador en Europa el año pasado, jugó en el mejor equipo de Europa y al no haber competiciones internacionales en verano, su discreta actuación con Argentina se salvó con la clasificación in extremis.

Messi es un jugador excepcional en demasiados sentidos. Por supuesto, hay una inclinación natural en pensar en Xavi o Iniesta como posibles candidatos, pero Messi es mejor que Xavi e Iniesta y mucho mejor que Cristiano Ronaldo, incomprensible Balón de Plata después de un final de temporada mejorable con el Manchester United, un desastre aún mayor con Portugal -ni siquiera jugó los partidos de repesca y no marcó en toda la clasificación- y un principio de curso casi inédito en Madrid.

Messi es mejor porque es decisivo y eso en el fútbol vale mucho. Cuando apareció en la primera plantilla, nadie pensó que estuviéramos ante un goleador. Ni siquiera Maradona era tan goleador como Messi. Era un chico rápido, un extremo, habilidoso, buen regateador. De ahí se convirtió en un excelente pasador, un jugador entre líneas y el último año en un goleador impacable: 38 goles, si no recuerdo mal, en unos 45 partidos. Marcó en el Bernabéu para decidir la Liga, marcó en la final de la Champions y marcó en la final de la Copa del Rey. No le faltó nada.

Discutir eso es discutir mucho y la objeción que se suele poner, la de que ahora mismo no está en su mejor momento de forma, me parece absurda. ¿Quién quiere que Messi esté en su mejor momento de forma en noviembre? Eso no quita para que haya marcado ya unos 10 goles en todas las competiciones, claro, y que se marcara un partidazo en el Camp Nou ante el Madrid de escándalo, aunque fallara un gol cantado. Si esa es una crisis, bienvenida sea.

Messi no es español y eso ha reducido un poco el entusiasmo en la prensa nacional, pero hay que recordar que es el primer canterano de un equipo español que gana este premio desde Luis Suárez en 1960, aunque entonces lo ganara con el Barcelona y él fuera criado en La Coruña. En ese sentido, es un triunfo de la cantera de un equipo español y ya digo que no es nada habitual. Que tercero y cuarto clasificados -Xavi e Iniesta- vengan de esa misma cantera explica muchas de las cosas que pasan habitualmente.

No es lo mismo crear Balones de Oro que ficharlos.

Por cierto, ¿a nadie más le chirría la ausencia de Drogba en el podium final?