martes, julio 21, 2015

FIB 2015. .Trouble in the message centre



La cara de Damon Albarn en las pantallas gigantes. Primeros planos de un hombre agotado, rozando los cincuenta, la mirada fija en algún punto, ensimismado, un diente que falta en cada sonrisa, un agujero negro. Un concierto extraño, el de Blur en Benicassim, pero un buen concierto. La lista de canciones más rara de la historia, incluyendo medio "Parklife" y las magníficas "Bad head" y "Trouble in the message centre". Alex James con su tradicional camiseta ajustada con cuello de pico, como si nada hubiera cambiado. Graham Coxon cantando "Coffee and TV" entre la algarabía británica.

Vuelvo a Albarn, a la sonrisa mellada de Albarn cuando se da cuenta de que o sonríe o se cae de agotamiento y mejor sonreír, claro, así que por uno o dos minutos vuelve a botar y a gritar y a correr y a perderse entre el público, todo para acabar de nuevo rendido. Albarn en 2015 y Albarn en 1993, "Street´s like a jungle, so call the police", esa especie de "Escuela de calor" que es el "Boys and girls", aún hoy probablemente su mayor éxito, quizá junto a "Song 2". Albarn joven y guapo y "starshaped", como anunciaba la canción, como confirmaba el VHS que compré cuando estaban empezando.

La canción habla de unas vacaciones con Justine Frieschmann, cantante de Elastica, en Magaluf, o al menos eso dice la Wikipedia, porque en la letra se menciona a Grecia claramente, quizá para despistar. Magaluf y el sexo en todas partes y la juventud de hoy que choca con la juventud de ayer. No solo su juventud, que ese es un problema suyo, sino mi juventud. Veinticinco años casi de "She´s so high" y "There´s no other way". Empiezo a ser carne de "Qué tiempo tan feliz" y lo llevo fatal, qué quieren que les diga.

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Por ejemplo, mi cara en una foto que nos saca una chica durante el concierto de Vetusta Morla. Éxito rotundo de la dieta Tony Aguilar. La Chica Diploma se empeña en tener fotos juntos pero a mí no me gustan porque yo en las fotos salgo feo y gordo, y con los traumas adolescentes sin resolver ya tengo suficiente. Mucho mejor aspecto, donde va a parar, el de Jorge Garbajosa, cantando voz en grito todas las canciones del concierto sin que nadie le reconozca ni le acose ni ande pidiéndole autógrafos. Cuando le menciono en Twitter, responde, educado, eso es todo. El sábado estuvo Claver, con gesto de agobio.

Es un concierto corto pero bueno. No sé cuántas veces he visto ya a Vetusta ni en cuántas ciudades. Probablemente tengan el record. No voy a negar que llega un momento en el que uno se cansa, pero quizá porque lo saben o quizá porque intuyen que están en un festival británico, hacen unas quince canciones a toda velocidad, las más movidas, sin más concesiones que a la empalagosa "Copenhague". Los Vetusta más rockeros y más Radiohead, los que me gustaron desde el principio, pasando de soslayo por el segundo disco hasta que deciden cerrar con un único bis: "Los días raros".

Todo tiene un punto extraño, ya digo, porque uno se ha acostumbrado a las masas entregadas y en Benicassim las masas entregadas están viendo a Public Enemy y a Franz Ferdinand en el escenario secundario. En el principal quedamos pocos y ni siquiera seguimos el "Saharabbey Road" y si lo seguimos, desde luego, no lo parece. Está bien porque el entusiasmo agota y la adoración aún más y dar un concierto donde la gente viene a escucharte y no a entregarse a tus pies solo te puede hacer mejorar como músico.

Y como espectador.

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Recuerdo a las niñas todo el rato. Supongo que es inevitable. Aquel julio de 2009 que supongo que marcó un antes y un después. Me gustaría recordar a Hache pero se me hace imposible así que recuerdo a la Chica Portada, con su marca de sol en la espalda, su sombrero y su disgusto enorme cuando le pasaba el brazo por el hombro porque así le alejaba pretendientes. No sé cómo lleva la Chica Diploma todo eso. Entiendo que se lo esperaba. Me gusta decirle: "Si estoy todo el rato recordando lo que hice tal o cual año, es que mi vida ha tenido que ser la hostia".

Sí, mi vida ha sido la hostia, muy por encima de lo que se podía esperar, sin duda. También le digo, en una estación de servicio, ya de vuelta: "Probablemente es todo una cuestión de miedo. Tengo tanto miedo a lo que pueda pasar en el presente que cuando ya ha pasado me da el subidón y me parece todo increíble". Debe de ser complicado cuando el presente es ella, pero también es verdad que intento ser lo menos gilipollas posible y la dejo dormir casi toda la tarde y ponerse guapa y no me importa perderme Public Enemy ni Kaiser Chiefs con tal de estar con ella, y cuando Franz Ferdinand empieza a tocar "Do you wanna?", en vez de quedarme a botar y esperar pacientemente "This fire is out of control", me voy con ella a tomar un helado lejos de ahí, en el paseo marítimo de Benicassim lleno de imitaciones.

Y acabamos en la playa, en un lugar tremendamente agradable, muy de parejas que se acaban de conocer, ella con su tarrina y yo con mi Magnum, el mar oscuro a pocos metros, la arena justo debajo de nuestros pies, y por supuesto me acuerdo de las niñas, de las mañanas bajo el sol y la paella, pero estoy ahí, con ella, y ahí me gustaría quedarme mucho rato, aunque estemos hablando todo el tiempo del Niño Bonito y de lo mucho que lo echamos de menos, porque, sí, lo echamos de menos, pero para echarlo de menos, obviamente, tenemos que poner un poco de distancia. Aunque entiendo que lo mío con la distancia a veces es de psicoanalista.