sábado, mayo 24, 2014
Resigned
Para la ducha elijo la segunda parte del "Modern life is rubbish" prescindiendo de "Chemical World", es decir, empezando directamente por el ritmo lento de "Miss America", tarareando Miss America sits in the showers, she´s plucking hours from the sky... regodeándome en el Here is here and I am here, where are you? Far away, far away... como si volviera a tener 19 años, canciones de vuelta de El Sardinero a la casa de mi padre mientras T. no contestaba el teléfono y la Chica Langosta se mostraba esquiva, naturaleza crustácea.
Por más que pasen los años siempre me acabaré preguntando qué pasó entonces, por qué no pudieron seguir aquellas noches de Malandro y confesiones por carta. Supongo que la respuesta llega un par de canciones después, un salto desde "Oily Water" para aterrizar en "Resigned": I think too much on things I want too much. It makes me hateful and I say stupid things". Quizá yo quería demasiado a la Chica Langosta y a su entorno y le daba demasiadas vueltas y en ocasiones me volvía un adolescente odioso que decía cosas estúpidas.
Un adolescente odioso, no me puedo imaginar nada peor.
Es posible. Ya saben que mi teoría es que por entonces todos, quien más quien menos, éramos odiositos, salvo quizá Dani Pacios, pero él también tendría lo suyo. Da igual, el caso es que queda la ducha y la imagen de Miss America y el largo recuento de desapariciones. Quizá madurar sea eso, un proceso de evaluación a la inversa de lo que tienes y lo que no tienes. Mi sobrina, a sus dos años, repite antes de dormir el nombre de todas las personas que conoce, un recuerdo admirado, supongo, porque cada vez son más. Conforme cumples años la cuenta se va convirtiendo en un listado de víctimas y eso es jodido porque en realidad no tiene explicación sana alguna, solo la puta melancolía.
Ayer, la Chica Diploma y yo hablamos. Hablamos sin más, que es algo precioso. Sentarse en el sofá y hablar, contarse, buscar respuestas. Le contaba mi incapacidad de ver lo que tengo y pensar todo el rato en lo que no tengo como si ella no la conociera. Fotos de libros colgados en mil plataformas sociales para recordarme que existen, como si no estuvieran en mi estantería y en mi cuenta corriente. Lo único que yo le pedía a la gente especial era que no desapareciera, que no cambiara, pero sencillamente no fue posible. A veces, aquí en Planetario, me siento solo, un poco perrito abandonado, y ella lo sabe y me recoge y me mima y se preocupa cuando le hablo de mis problemas de gestión del espacio, de gestión de la vida -"siento que tengo todas las armas pero que las estoy utilizando mal", digo, la cuchara queriendo cortar el filete, el cuchillo incapaz de trinchar el tomate- y de pronto me vuelvo metafórico y me pongo a hablar de maratones en las que llegas al kilómetro 25 y sientes que estás agotado, que es imposible que puedas hacer 20 kilómetros más y aun así tienes que hacerlo porque te está adelantando todo el mundo por los dos lados.
Ella asiente y entiende. Es muy buena entendiendo cosas, mucho mejor que yo, y eso que a mí entender se me da bien lo que pasa es que le pongo poco empeño. Tiene miedo de que haga una bomba de humo y desaparezca. Probablemente habrá leído algo así en este blog pero la tristeza que se anuncia es menos tristeza o es menos peligrosa. Ayer se lo decía a Pablo: "Anticipar problemas es un fastidio pero luego ganas mucho tiempo". La bala que te mata es la que no oyes. Mientras puedas compartir tu tristeza de alguna manera, sea aquí o en el sofá, será una tristeza taimada, una tristeza de la que hay que preocuparse lo justo. La vida a veces son altos y a veces son bajos and I´m resigned to that y sinceramente no veo que sea algo tan grave.