viernes, noviembre 01, 2013

You´ll never be alone again



Hay algo en la canción que me hace sentir culpable. Sé que no está pensada para eso sino para unirse en una especie de comunión discotequera, el espejismo de que todos somos hermanos y nos damos la paz en el templo, pero a mí me causa un cierto desasosiego pasados los años porque pienso que no lo hicimos bien o al menos no hicimos todo lo posible, que nosotros nos lo cantábamos y que cuando lo cantábamos creo que todos lo sentíamos pero luego quizá nos fallamos, no sé, o no nos lo tomamos tan en serio o simplemente es imposible ser perfecto y el caso es que no respetamos la promesa, no respetamos el "you´ll never be alone again" y a lo largo de estos cuatro, cinco, seis años, muchos se han sentido solos y nosotros nos hemos echado a un lado y quizá las promesas que valen la pena, como los desodorantes, son las que se usan por primera vez, sin pensar, las promesas del templo y la cara desencajada, la declaración grupal, el "we are your friends", el "aquí estamos, entretennos", el "nosotros" frente a la amenaza indeterminada del "ellos" y ahí, justo ahí, es donde fallamos, sin duda fallamos, y a ustedes les puede parecer una chorrada inmensa porque efectivamente la vida tiene suficientes vallas como para nos dediquemos a colocarles fosos con agua detrás de cada salto, pero qué quieren que le haga, yo me cojo el iPod de nuevo y salgo por la calle Párroco Eusebio Cuenca y me pongo dramático, melancólico y escucho la canción y la grito -algún vecino se asusta, hasta ahora he conseguido pasar completamente desapercibido; a partir de ahora, quién sabe- pero no me lo creo, por alguna razón no me lo creo porque no me creo a mí mismo cantándola porque recuerdo la cara de cada una de las personas a las que se lo dije en su momento, en el Honky, en el Top of The Pops en cualquiera de los Independance, sí, recuerdo sus caras: las de Rajon Rondo, Kevin Garnett, Ray Allen, Paul Pierce, Sam Cassell, Doc Rivers, Kendrick Perkins y compañía, repitiendo la promesa como un espejo y sé que no se cumplió y para qué prometer lo que no se cumple, mejor no hacer nada, mejor en casa y partido del Barcelona, Messi, Neymar y Alexis, mejor eso que andar prometiendo futuros improbables, futuros en los que todos cuidamos de todos, futuros de hermanos en la fe, nuestros futuros, que no fueron así, desde luego, y con eso no quiero decir que no fueran desastrosos sino que no fueron perfectos, que, en definitiva, sí, estuvimos solos de nuevo, muchas veces, demasiadas, y no digo que sea culpa de nadie -aunque yo por supuesto creo que es culpa mía, que podría haber salvado a los niños que saltaban desde los campos de centeno- simplemente que fue así y que es triste, supongo, aunque tampoco estoy seguro.