Los nervios, claro. Nervios antes y una sensación extraña después, como abrumado. Mucha gente cree que escribo aquí para fardar, pero es al revés, escribo aquí porque tengo que soltar lo que me agarra dentro, como un niño pequeño que enseña el autógrafo de su futbolista favorito.
Por ejemplo, charlar más de media hora con María Ripoll, la directora de mi película favorita en mucho tiempo. Los dos escudriñando cada escena, comentando cada diálogo, hablando del Barça y de Messi, si es preciso.
Saber por qué Kamchatka, por qué Cuenta Conmigo, por qué los dos finales, discutir qué es mejor y qué es peor, hablar del futuro... Odio las entrevistas por móvil, pero si no queda más remedio... Tamara Arias prefiere el email. Yo prefiero mirar a los ojos, pero no siempre es posible. Adaptarse, en eso consiste.
Casualidades y ciclos. Cierto bloqueo a la hora de recordar nombres tan simples como Isabel Coixet, negociaciones para el futuro. Mucho, mucho orgullo, desde luego. 37 minutos charlando con una de las grandes. Privilegios de ser valiente.
¿Nos vemos en San Sebastián?
Una rata está convencida de que forma parte del grupo de animales del zoo
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del ...
Hace 17 horas

